NADIE ES PERFECTO

Portada del libro

Hay libros que todo el mundo debería leer, independientemente de que, a priori, el tema pudiera interesar más o menos interesante. Pero si, encima, la historia central de la novela trata de un tema que uno conoce y que le afecta directamente, su lectura es imprescindible. Es lo que a mi me ha ocurrido con Los imperfeccionistas, la primera obra de Tom Rachman, un libro que si por mi fuera sería lectura obligatoria en todas las facultades de Periodismo del mundo junto con, por ejemplo, 1984 de George Orwell.

Su autor, un londinense de 36 años que lleva ejerciendo el periodismo desde 1998, año en que comienza a trabajar en la sección de internacional de una agencia de noticias de Nueva York, y que ha sido corresponsal en varios países del mundo, como Japón, Corea del Sur, Turquía o Egipto, ha sabido reflejar a la perfección en este libro cómo es el día a día en la profesión periodística. Cualquiera que haya trabajado en un medio de comunicación se sentirá absolutamente reflejado con las historias o los personajes que se describen en él. El periódico en el cual transcurre la acción es simplemente un reflejo de la situación tristísima por la que atraviesan infinidad de medios impresos en todo el mundo, y de manera particular en nuestro país, donde la crisis económica o el cada vez más rápido avance de las nuevas tecnologías han supuesto una tremenda bofetada a estos medios, que ven como día a día sus lectores se desvanecen y que luchan desesperadamente por sobrevivir.

Cada capítulo de Los imperfeccionistas está dedicado exclusivamente a un personaje particular. Así, a través de ellos, conocemos desde distintos puntos de vista cómo es la situación en este peculiar periódico con sede en Roma pero redactado en inglés. Destacan en esta fauna personajes tan dispares como Oliver Ott, el director del diario, un hombre un tanto autista que pasa completamente de lo que ocurre en él y que solamente se preocupa por su perro; Lloyd Burko, un corresponsal desesperado porque en el periódico ya casi nunca requieren de sus servicios; la correctora Ruby Zaga, que odia su trabajo con todas sus fuerzas y que sólo desea que la despidan; Hardy Benjamin, la redactora de Economía, una mujer con un gusto extraño a la hora de fijarse en los hombres; o la profesional redactora jefa Kathleen Solson, que es quién realmente dirige el cotarro en la redacción.

Tom Rachman ha conseguido con ésta, su primera novela, reflejar perfectamente una realidad que existe y que muchos periodistas hemos/estamos vivido/viviendo, todo un mérito tratándose de un escritor primerizo. Además, ha logrado transmitir su historia utilizando un lenguaje claro, sencillo y directo y demostrando de sobra una capacidad sorprendente para narrar simultáneamente varias historias. Los imperfeccionistas es, por lo tanto, una excelente novela que, además de entretener, invita a la reflexión, y en la que quizás sólo he echado de menos algún capítulo protagonizado por un becario.

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