Confesiones de un fuera de serie

A veces contar un secreto, es revelar formar parte de una tendencia

No os lo voy a negar más. Yo veo un Daily Price y no puedo resistir la tentación de entrar y ojear qué series hay. Me pasa lo mismo cuando voy al Fnac y paso la tarde frente a decenas de estanterías llenas de temporadas. Coleccionar series de televisión es, cuanto menos, una afición rara y algo cara. Lo primero lo digo porque no conozco a nadie más que lo haga. Lo segundo porque no vale descargarla para tenerla… es la versión original lo que produce esa sensación de tener algo que va más allá de la descarga, un producto con valor propio que superará siempre a la copia, algo aplicable también en ropa, perfumes, relojes… 

Eso sí, como todo en la vida es muy importante tener criterio. Coleccionar cualquier serie podría ser algo enfermizo, por eso yo me decanto sólo por aquellas que me han aportado valores y han marcado un periodo importante en mi vida, que me han echo reír o, simplemente, que me han tenido enganchado todas las semanas: Cómo conocí a vuestra madre, Ally McBeal, Embrujadas, Friends, Criando Malvas, Juego de Tronos, The Walking Dead, Erase una vez, Revenge y una larga lista más.

Creo que las series son como los libros. En lugar de leer, las ves; provocan emociones, mantienen una trama y no sirven de nada si no hay una persona a la que llegue su mensaje. Aportan un sentido a la vida o, al menos, una visión diferente desde la que poder verla, un ápice original extraído directamente de la pequeña pantalla.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.