DEATH PROOF

Cartel promocional de Death Proof

Quentin Tarantino es uno de esos genios que pueden hacer lo que les apetezca, porque cuentan con una legión de incondicionales que les rinden culto. Y esta devoción no es gratuita. El cineasta de Tennessee ha creado un universo estético propio e inconfundible en el que homenajea sin parar a las películas de serie B. En Death Proof le toca el turno a los míticos coches americanos de gran cilindrada (muscle cars) y el cine exploitation de los setenta.

La recreación de la estética y de la técnica de la época cumple de forma impecable su propósito evocador, de tal modo que si no fuera porque los personajes utilizan teléfono móvil, no sabríamos que el filme es de 2007. La tipografía de los títulos de crédito, el efecto visual que emula las manchas y quemaduras de las películas de la época, los fallos de raccord, los fotogramas momentáneamente congelados, la música surfera, las impresionantes curvas de los personajes femeninos, la violencia recreada con sadismo… Todos esos detalles nos transportan a las sesiones grindhouse en cines cutres, donde se exhibían dos películas de bajo presupuesto seguidas (en este caso, la película iba hermanada con Planet Terror, de Robert Rodríguez, en su estreno americano).

El argumento de Death Proof es extremadamente simple, como no podía ser de otra forma en una película de estas características. Un especialista de cine llamado Mike, encarnado por un acertado Kurt Russell, se dedica a perseguir chicas y matarlas embistiéndolas con su coche “a prueba de muerte” (de ahí el título de la película). Pero, a diferencia del clásico cine slasher (subgénero de terror en el que un psicópata mata uno a uno a un grupo de jóvenes), este asesino no se queda en la sombra, inaccesible y plano, sino que se integra en la trama con naturalidad. Tiene una personalidad definida, con cierto encanto, inteligencia y toques de humor negro. Un villano que osa convertir en cómplice al espectador con una mirada pícara a la cámara en plena euforia alevosa. Lo único que no nos revela el especialista Mike es su móvil, el porqué de sus acciones, cuando es habitual que en este género el malo lo sea por venganza o por el peso de sus traumas psicológicos.

La estructura narrativa también es sencilla: dos casos casi idénticos en su planteamiento y desarrollo pero con finales opuestos, según la actitud y el coraje de las jóvenes atacadas. De las actrices destacan Rosario Dawson, Sydney Tamiia Poitier, Vanessa Ferlito, Tracie Thoms y Zoe Bell, que consiguen darle a sus personajes una personalidad propia y distintiva. Las chicas del primer grupo son dulces y picantes, a la vez que juegan a ser mayores de lo que son pero en realidad rebosan inocencia. El segundo grupo es más dispar, pero también tiene más garra y determinación. Como ya es tradición, cierra el plantel de actores el bueno de Quentin haciendo un cameo como dueño de un bar.

Resumiendo: el espectador que no conozca a Tarantino ni sea consciente de que todo es pretendidamente casposo, se sentirá decepcionado. Pero aquél que sepa de antemano de qué va la cosa y se siente despreocupadamente a saborear esta ‘retrodelicatessen’ se chupará los dedos.

Año: 2007
Duración: 114 minutos (87 en la versión Grindhouse)
País: EE UU
Género: Exploitation (subgénero carsploitation)
Director: Quentin TarantinoIntérpretes: Kurt Russell, Rosario Dawson, Sydney Tamiia Poitier, Vanessa Ferlito, Tracie Thoms, Zoe Bell, Rose McGowan, Jordan Ladd, Mary Elizabeth Winstead.


 

Deja una respuesta

Your email address will not be published.