En ocasiones, la personalidad de los seres humanos va cambiando dependiendo de lo que sucede a su alrededor. Vecinos, amigos o familiares pueden afectar a su carácter sin que ellos mismos se den cuenta. Pues bien, esta reflexión se refleja en el libro Los inquilinos de Moonbloom. Una historia que nos lleva hasta el Manhattan de los cincuenta y que nos relata las peripecias de Norman Moonbloom, un administrador de apartamentos que va abandonando poco a poco su personalidad en busca de una nueva vida.
Moonbloom es un auténtico perdedor, sin motivaciones aparentes en su vida. No siente ni padece. Sin embargo, poco a poco va descubriendo la vida de sus inquilinos, tan dispares como sus propios apartamentos. Dos tías solteronas, un boxeador maniático de la limpieza o un viejo que vive rodeado de suciedad son algunos de estos clientes tan especiales. Pero, gracias a ellos, el protagonista, va descubriendo sentimientos no conocidos hasta entonces: el amor, la bondad, la ilusión por las cosas.
Un proceso complejo el que tiene por delante el protagonista, pero que, sin duda, atrapará al espectador junto con la extensa galería de personajes secundarios, que irradian cotidianeidad por los cinco sentidos. En definitiva, Los inquilinos de Moonbloom habla de cambios, de aprendizajes vitales para la supervivencia humana en la sociedad de la época. Como tantas veces hemos oído, se aprende de los errores, se aprende de los demás. Sin embargo, aquí descubrimos que también se aprende a volver a nacer de los demás.
Título: Los inquilinos de Moonbloom
Autor: Edward Lewis Wallant
Editorial: Libros del Asteroide
Páginas: 291
Año edición: 2005
