Érase una vez un chico al que solían pasarle cosas terribles. Érase un padre que era un prodigio de la Física Cuántica, pero un desastre familiar. Érase una madre adorable, pero que a veces parecía poseída por una niña de cinco años.
¿Se imaginan que se pudiera destilar el humor? Meterlo todo en un alambique, desde el gag más absurdo al humor más negro y cabrón. Sí, también chistes de Lepe y monólogos gafapastas, no hay que dejar nada fuera. Eso se calienta muy
Esa es la pregunta que tantas veces le deben de haber hecho al escocés David Shrigley y el título con el que ahora publica su antología en España (Editorial Blackie Books, 2011). Una extravagante tormenta de ideas llevadas al papel mediante trazos