ENTRE ABEJAS Y CONCIERTOS

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‘El último festival del verano’. Esto resonaba en nuestras cabezas cuando nos encaminábamos hacia el pueblo portugués de Paredes de Coura, un pueblo que se involucra al máximo con un evento anual que reporta el suficiente beneficio como para repetirse año tras año pese a la situación cuasi ruinosa del país luso. Y es que en general, Portugal siempre nos ha dado y nos da lecciones en su política cultural y, sobre todo, musical, organizando festivales baratos y bien organizados que levantan las zonas en las que se celebran como el Super Bock Super Rock, el magnánimo Optimus Alive y este Paredes de Coura que ya han bautizado como el ‘Primavera Sound del norte’ y que nos hace sentir a los españoles como si fuéramos los invasores más guiris de Benicássim durante el FIB.

MIÉRCOLES 17

Pocos grupos estuvieron por debajo de las expectativas, pero la primera decepción no tardó en llegar. Un extraño personaje sirio llamado Omar Souleyman había puesto a bailar al respetable, y el pop de Crystal Castles / Pablo L. Chaopedigree de los Wild Beasts, que recogieron su testigo, no tuvo buena acogida. No supieron qué hacer con un público que, en realidad, esperaba a los Crystal Castles. Pero además, no sonaron nada bien, nada que ver con su actuación en el Día de la Música de Madrid. La voz se estrellaba contra un techo imaginario, las guitarras nunca fueron cristalinas y, en general, sonaron apelmazados e intranquilos. Una pena para quien no los conociera, porque no resultaron nada atractivos.

De todas formas, la gran mayoría de los asistentes a la inauguración esperaban únicamente la aparición de la pareja Kath-Glass: los Crystal Castles. Centenares de capuchas sepultaron las cabezas del público, y los gritos desaforados y absurdamente bien escupidos de ella empezaron a sobrevolarlas. Tal vez el éxito de este dúo resida en ese sucio, extraño y extremo caparazón electrónico con que revisten su pop, inspirándose en la épica gélida de Boards of Canadá y Ratatat. Como última justificación para Wild Beasts, se oyó en los corrillos que claro, que el sonido de Crystal Castles es mucho menos complejo que el de los británicos, y por tanto, normal que sonaran tan mejor unos que otros. Totalmente de acuerdo, pero el caso es que Crystal Castles gustó, y Wild Beasts no: injusticias del directo. Con el ánimo un poco torcido nos fuimos a dormir, con la incongruencia de Wladimir Dynamo de fondo, sobre la inclinación excesiva de la tienda, y bajo la incesante molestia de unos vecinos portugueses post-púber que, definitivamente, no tenían ni idea de quién tocaba allí. Menos mal que el día siguiente fue un constante in-crescendo de buenas sensaciones.

JUEVES 18

Por suerte, dentro del recinto del festival todo funcionaba a las mil maravillas: comida, cerveza y Snappy (imitación no del todo mala de la Cocacola) a buen precio, puntualidad impecable, la no coincidencia de los conciertos, y los dos escenarios, que, aunque distintos, sonaban igualmente bien. La oferta del Palco Ritek, el más grande de los dos, nos mantuvo allí clavados casi toda la tarde-noche. Crystal Stilts abrieron de forma monolítica la sesión: sonaron oscuros, muy rockeros, de corte clásico al estilo de los ochenta; pero presentaron, más que un sonido crudo, que lo tienen, uno que pareció poco hecho.Siempre desconfiamos de los conciertos a plena luz pero Twin Shadow, en cambio, sí convencieron. Enmarcado en un programa mucho menos recargado que el Primavera Sound, no podía pasar inadvertido. George Lewis Jr. sacó su lado más rockero, dejando un poco de lado ese tipo de arreglos glamurosos que ahogaron la noche anterior a Wild Beasts. En el momento no tuvimos ninguna duda: era el primer gran concierto del festival. Lo que no sabíamos era que solo iba a ser el preludio del que fue, quizás, el mejor de todos los días del Paredes de Coura.

Blonde Redhead / David TombillaY es que tras Twin Shadow, llegaban las Warpaint que se llevan parte de los halagos de la noche. Crearon un ambiente íntimo, personal, rodeándonos de psicodelia y haciendo auténticas obras de arte con temas como ‘Composture’, ‘Elephants’ o ‘Undertow’ (que se convirió en el himno no-oficial del Festival): con Warpaint, si te dejas llevar, no serás capaz de salir. Pero cuando abandonaron el escenario, no nos quedó más remedio que despertar de la ensoñación y correr hacia el Palco 2 para ver a Esben & the Witch: oscuridad y redención. La tenue luz que iluminaba el escenario (o más bien, ensombrecía a sus componentes), unido a su música instrospectiva presentaron su Violet Cries nos sorprendieron con ‘Lucia, at the Precipice’, ‘Marching Song’ o ‘Eumenides’ (su tema de despedida) entre otros temas. Una confirmación para algunos; para otros, un gran descubrimiento que, visto su directo, se merecen una larga vida en los escenarios y más reconocimiento.

Volvimos al Ritek para ver a Blonde Redhead, uno de los platos fuertes del festival. La banda de Kazu Makino y los gemelos Pace demostró toda su calidad en un concierto levemente centrado en sus dos últimos y aclamados trabajos: 23 y Penny Sparkle. No obstante, no faltaron canciones como ‘Messenger’, ‘In Particular’ o ‘Falling Man’, de anteriores álbumes. Fluctuaron siempre entre su sonido original, inclinado hacia un rock áspero y de melancólica vocación y su nueva faceta, ese sonido más lento y espacioso que caracteriza su último disco.Pulp / David Tombilla

Dicen de Paredes de Coura que se ha ido convirtiendo en el Primavera Sound luso; de hecho, los cabezas de cartel del viernes fueron Pulp, quienes actuaron en el Primavera Sound 2011 por primera vez tras diez años de silencio. Y con silencio empezaron. Minutos y minutos de carteles luminosos que rezaban mensajes como “Are you ready?” o incluso un “Do you want to see a dolphin?” con la correspondiente respuesta de un delfín navegando los negros mares del fondo del escenario. Y cuando ya empezaba a ser aburrido, Jarvis saltó (literalmente) al escenario al grito de ‘Do you remember the first time?’, porque Mister Cocker es, ante todo, un showman que sabe dar al público lo que éste pide, aunque comparándolo con su épica vuelta en el Primavera Sound este concierto se quedó en un segundo plano; hubo un par de novedades muy destacables en el setlist como la gran ‘Acrylic Afternoons’ y Jarvis estuvo tan enérgico como siempre, quizás menos correcto musicalmente que en el Primavera, pero resultón y contundente tocando sobre todo, temas del Different Class y del His’n’Hers.

Y tras Pulp, había que continuar con el subidón en el cuerpo para lo que el Palco 2 se convirtió en Palco After Hours. Y por fin, algo de representación española en el conjunto de grupos del jueves: Delorean atacaron con sus ritmos repetitivos, envolventes y bailongos. Con ‘Deli’, por ejemplo, el desate entre el público fue tan evidente como agobiante y es que si algo hay que achacarle al festival es la pequeña dimensión del Palco After Hours; por el día, siendo el Palco 2, no tuvimos problemas con mareas de gente pero por la noche, se hace evidente la falta de música en el resto de palcos y los asistentes acudimos como luciérnagas a la luz provocando masas de difícil movimiento. Sea como sea, tras rehidratarnos y renutrirnos, disfrutamos de Subiza y de una pequeña cata de su EP Ayrton Senna.

VIERNES 19

El penúltimo día en el cámping de Paredes de Coura amaneció cálido, más bien tórrido, imparable, más bien intenso.  Fuimos de los pocos que se atrevieron a subir esa insufrible cuesta de asfalto que lleva a la entrada del recinto de conciertos antes de las 18.00 de la tarde, pero The Joy Formidable eran un “must” y así lo demostraron. Sin duda, tendría que haberse cambiado su potente actuación con el horario de la “inadecuada” Marina & The Diamonds. La de Grecia, con poses de diva y mucha voz pero poco que decir, venía animada por cerrar el Palco Ritek. Y pese a que los portugueses siempre están arriba aunque en el escenario aparezca una charanga (con todos los respetos a las charangas) y los vítores y silbidos fueron imparables desde el minuto uno de la actuación de la griega, la broma más recurrente en el Palco After Hours tras la actuación, fue un “Greece, two points”.

Le Butcherettes / David TombillaPero no sólo fue éste un error de horarios, ¿Kings of Convenience en el momento álgido de la noche, en el mismo horario que Pulp la noche anterior y Mogwai la posterior? No. Demasiado lights para esas horas en las que los licántropos salen de las cuevas para dar rienda suelta a su transformación animal. Pese a la calidad de los noruegos y del genial empaste de voces entre Erlen Oye y Eirik Glambek, que nos hicieron disfrutar de temas como ‘24-25’, ‘Peacetime Resistance’ o ‘Rule My World’, no era el momento de entrar en esa rutina de tranquilidad que acabó convirtiéndose en cansancio y, he de admitir, cierta desidia vital.

Pero como decíamos, el tercer día de festival empezó como quizás tendría que acabar, con una contundencia reseñable por parte de The Joy Formidable. La aparentemente tranquila y cándida Ritzy, volvió a dar absolutamente todo en el escenario, sintiendo cada una de las letras, de los ritmos y de los rasgueos violentos que le daba a su guitarra. Sonaron ‘Whirring’, ‘The Greatest Deerhunter / David TombillaLight Is The Greatest Shade’, ‘Austere’, ‘Buoy’… mucho shoegaze y algo de grunge, todo perfilado por la aguda voz de Miss Bryan, que con un Matt Thomas eléctrico e imparable a la batería y un Rhydian Dafydd más comedido pero sumamente stoner, llenaron el escenario más grande de Paredes de Coura siendo solamente tres.

La siguiente parada fue en el Palco 2, de la mano de Le Butcherettes. Qué bestialidad. Tanto escénica como musicalmente, lo de estos chicos de México no tiene otra calificación diferente a ultraviolentos, pero para bien, obviamente. Presentaron su Sin Sin Sin y consiguieron con ‘Dress Off’ o ‘The Leibniz Language’ que realmente acabásemos al borde del éxtasis y la emoción. Pero pronto volvimos al palco grande  donde esperaban Battles que, con un miembro menos en el escenario, sonaron magníficos…aunque quizás se quedaron como una mera introducción de lo que vendría después, que fue mucho y mejor.

Deerhunter pisaron el escenario de forma tímida por parte de los componentes pero ruidosa por parte del público. Minutos antes de su directo, Bradford Cox decidió regalarnos su presencia en las tablas mientras probaba él mismo la guitarra y los pedales, prescindiendo de los típicos ‘pipas’: “la perfección como máxima”, parecía preconizar. Y aunque no fue un concierto perfecto (sería excesivo por mi parte afirmarlo), sí fue maravilloso. Deerhunter es un grupo que consigue elevarte con el directo, como lo puede hacer su Halcyon Digest o su Microcastle, por ejemplo, en una tarde de lluvia o en una noche de luna llena. ‘Wash Off’ abrió el concierto, una rareza del EP Fluorescent Grey, que como bien indica el título, limó asperezas dejando nuestra mente lista por y para ellos. Sonaron ‘Desire Lines’ o ‘Nothing Ever Happened’ canción final engarzada con la gran versión de ‘Horses’ de Patti Smith, como ya habían hecho en Madrid meses antes.

SÁBADO 20

El último día de festival las fuerzas iban faltando y los oídos empezaban a saturarse. Y apareció Kurt Vile, esa especie de Bruce Springsteen de Matador pasado por la batidora del grunge, para calmar y ondear la guitarra y su melena en un buen concierto de club a las 19h de la tarde, muy bien adaptado al escenario pequeño. Un concierto de esos de los que sales con un nombre más apuntado en la libreta. La sorpresa del día fue la Kurt Vile / David Tombillaconfirmación del rumor que se venía extendiendo desde el jueves: Summer Camp había sustituido a Jamaica el día anterior, y el sábado Maika Makovski haría lo propio con Foster The People. La mallorquina tocó en el escenario grande para un reducido número de incondicionales españoles, y para muchos curiosos cansados que, sentados en el cómodo anfiteatro natural del Ritek, aprovechaban para cenar e ir cogiendo sitio para Two Door Cinema Club. Valiente, pero bastante empequeñecida, Maika demostró una vez más que hay pocos artistas españoles que pronuncien un inglés tan bueno como el suyo; también demostró tablas, pero muchos sabemos que esta amante del cuero es de distancias cortas.

No soportamos mucho a Two Door Cinema Club, la verdad. En directo parecen horteras, simples y facilones. Demasiadas veces aparecen grupos así, que se saltan los pasos, que se cuelan en la fila del éxito, y alcanzan gran notoriedad con casi nada. Hicieron un electropop de corte adolescente bailongo, divertido…sin más. Llegar a No Age pensando ya en Mogwai… Dos conciertos absolutamente distintos, pero igualmente estimulantes, cada uno a su manera. Los californianos son una de las últimas apuestas de Sub Pop: un mano a mano entre guitarra y batería, cada cual más enmarañada y contundente, que encendió sin contemplaciones el ánimo del público. Se vieron pogos, cuerpos llevados en volandas hacia el foso, y se respiraba adrenalina y buenas dosis de Death From Above / David Tombilladesahogo. Terapia muscular y gutural para afrontar la experiencia Mogwai.

El salto de calidad que han dadoMogwai en los últimos 4 o 5 años es espectacular. Siempre tuvieron un buen directo; aunque claro, también hacían enormes discos. Pero es que ahora, graben lo que graben, su directo parece capaz de sentar al mundo entero frente a ellos, parece abrazar a todo el que se acerca. Incluso viéndolos desde lejos, da la sensación de que su sonido cabe solo en una de esas inmensas catedrales góticas (de cortinas a medio descorrer); un sonido que parece apoyarse en incólumes pilares de mármol pulido y oscuro. Hasta I’m Jim Morrison, I’m Dead’, la tercera canción, parecieron algo fríos e incluso había menos contraste en su claroscuro, menos impulso en sus cambios de intensidad. También se hizo algo corto, o al menos echamos ‘San Pedro’ y más canciones antiguas de menos. No obstante, el setlist dibujó una evolución bastante sobrecogedora. Presentaron casi todo su último disco, además de un par del penúltimo, ‘Hunted By A Freak‘ y ‘Killing All The Files’ del Happy Songs For Happy People, y una que casi nunca falta, ‘Mogwai Fear Satan’: donde se ha de estar en silencio ya que fue una obra maestra de coordinación;es el termómetro de Mogwai. Definitivamente, son ya uno más de entre los más grandes, uno de los sonidos más importantes del rock de los últimos 20 años.

Después del explosivo postrock de los escoceses tocaba escuchar a Death From Above 1979. La reencontrada pareja Keeler-Grainger se mostró pletórica, incombustible y algo subidita. Podemos entender su prematura separación, con tan solo un disco editado: soportarse mutuamente debe ser tarea complicada. De todas formas, ese Yo’re Woman, I’m A Machine les ha bastado para construir un directo completo y, por otra parte, muy esperado. Y aquí sí que hubo pogos; hasta vimos salir a un tío en camilla al finalizar el concierto. Fue como revivir No Age, pero a lo bestia, y con melodías más horteras y desvariadas. El apego que estos chicos le tienen al rock es por simple camuflaje, por mucho que se conocieran en un concierto de Sonic Youth.

Y qué bien se está en el río de Paredes de Coura, amaneciendo, esperando por otro día de conciertos, durmiendo al fresco escapando del agobio de la tienda de camapaña. Por cierto que por él navegó y se paseó Erland Øye, el de los Kings of Convencience. Lo curioso es que pocos le reconocieron. No sabemos si debido a que la mayoría no habíamos ido hasta Portugal para verlos a ellos, o porque directamente la mayoría no sabía ni quién tocaba. Como ya hemos dicho, el Paredes de Coura es, por cartel y relación calidad precio, uno de los mejores festivales de la Península, pero también hay que decir que tiene margen de mejora en determinados apartados. Aún así, en lo importante cumplió: le regaló a nuestra memoria grandes conciertos, e inolvidables momentos.

Fotografías: Crystal Castles por Pablo L. Chao / Resto de fotografías por David Tombilla

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