SANTANDER MUSIC FESTIVAL: A LA FRESCA DEL CANTÁBRICO

Parecía que la lluvia daba tregua después de una semana invernal y todavía sin ser de noche, a las 9 en punto, Polock se subía al escenario a presentar su primer álbum Getting Down From the Trees y el Santander Music Festival arrancaba. Este álbum, que les ha llevado hasta Estados Unidos, a Japón o Cánada sonaba delante de 5 filas de personas que habían llegado pronto o que habían sido previsoras y habían podido ponerse la pulsera rápido. Fríos al principio, costó ponerse a bailar, pero los valencianos lo consiguieron enseguida. Porque que un concierto de Polock se convierta de repente en una fiesta popi no es nada complicado. Pocas palabras entre canción y canción (tampoco había mucho tiempo) y sus pegadizas Sometines, High on live, Nice To Meet You, Faster Love y con la aplaudidísima y bailadísima Fireworks, Polock acabó metiéndose a los escasos asistentes en el bolsillo y se fueron entre “Otra más, otra más” que nuca llegó.

 

Uno de los grupos más esperados de la noche era The pains of being pure at heart. Los neoyorquinos salieron puntuales para presentarnos Belong y vaya si lo hicieron. Hablando un castellano un poco de aquella manera y con serios problemas de conjugación que hicieron que los también escasos asistentes se rieran, por el escenario Amstel fueron desfilando uno a uno casi todos los temas de su segundo álbum: Belong, The body o Heaven’s gonna happen now, que se fueron mezclando con temas más antiguos como Stay alive o Young Adult friction. Todavía sin llenarse, ponerse en las primeras filas y encima tener sitio para bailar era totalmente posible en el Santander Music Festival y The Pains llegó y besó el santo. Con una sencillez y una modestia que muchos quisieran llenaron el escenario en el que fue su último concierto en España y dieron buena cuenta de que, con sólo dos discos, son un grupo a tener muy en cuenta. Pidieron varias veces a la gente que se acercará más al escenario, pero dos fosos de tamaños descomunales (un para VIP’s y otro para prensa) impedían que esto pudiera pasar… por muy en primera fila que estuviesemos, seguíamos lejos del escenario)

Una horita de DJ’s (Patrullero y la Vegui) después, llegaron los cabeza de cartel de la noche. Mando Diao. Me cuesta encontrar palabras. Iba pensando que me iban a gustar, pero lo de Mando Diao me pareció simplemente impecable. Con una puesta en escena bonita (lámparitas y cortinas y alfombras rojas), con un piano de cola y un cuarteto de cuerda, los suecos no dejaron descansar ni un segundo.

Fueron cercanos con el público, hablaban entre ellos como si no hubiese nadie mirando y sin parar de bailar cantaron todas las esperadas y alguna más: God Knows, Song for Aberdeen, Down in the Past, You can´t steal my love, Losing my mind, Mr. Moon, Long Before, No more fears, Gloria, If I don´t leave today, Leave me be y un final apoteósico con Dance with Somebody que duró cerca de 8 minutos fueron la despedida de el cuarteto que demostró de sobra que todo lo que sale de Suecia es bueno. Después de recordar y pedir un aplauso en memoria de los fallecido en los atentados noruegos, Gustaf Noren y los suyos, se fueron. Aplausos y Chapeau!!

Lo tenían complicado después de Mando Diao y sin dejarnos tiempo para cerrar boca, Crystal Fighters salió al escenario Santander Creativa con su txalaparta, su txistu y sus sintetizadores, mezclando la música más electrónicos con el folklore vasco. Lo cierto es que cualquier que intentase hacer esto tendría complicado hacer lo bien, pero esto anglo-navarros lo consigueN y allí los modernos más modernos bailaban igual que los bakalas más bakalas (que alguno había). Mezclando el inglés, con el euskera y algo de castellano, hablaban y nos contaban como se les había ocurrido usar la txalaparta en un tema como I love London. Nadie paró quieto y como ya veníamos animados de Mando Diao, no fue difícil hacerlo aún más con los Crystal. La Plage, Solar System o Follow y de los anglo-navarros a intentar aguantar a El Gincho, pero fue difícil.

No pensé que un concierto de El Guincho pudiera resultar aburrido, pero él no tenía ninguna gana de dar el concierto y su tropicalismo no sirvió para calentar a un público que aguantó un par de canciones y se fue marchando, porque Pablo Díaz-Reixa parecía que tenía 100 cosas más interesante que hacer que defender su álbum Pop Negro con ganas en un escenario que se le quedaba enorme y que él no hacía ningún esfuerzo por llenar.

Al día siguiente, con menos odiseas para llegar a las Campas de la Magdalena que el día anterior (celebraban también la Semana Grande de Santander y media ciudad estaba cortada) llegamos justos, justo para poder ver a los madrileños más felices del mundo, Hola a todo el mundo. Y con su felicidad contagiosa fueron regalando temas de su álbum homónimo. Disfrazados de superhéroes cerraron con la gran A movement between these two, con sus coros, violines y cascabeles y capas se fueron volando, mientras nosotros nos preparabamas para ver a Lourdes Hernández y los suyos. Esta chica de noche gana, las lucecitas y carteles luminosos que lleva le dan un toque especial. Ella también lo agradece: “Es el primer festival en el que me ponen de noche. ¡Qué bien! Por fin puedo enseñar mis luces.” Temas de Fuerteventura y de I love your glasses, además del Johnny and Mary de Robert Palmer sonaron bien en el escenario grande, y una Lourdes Hernández que ya no parece la misma Russian Red de la gira anterior, cuando ni se movía ni hablaba, que cantó tan bien como siempre, acompañada de una banda liderada por Charlie Bautista, de esmoquin y que daba buena cuenta que no empezaron ayer.

Y de la música dulce de Russian Red al pop electrónico de los Ting Tings. Sin poder verles la cara ni un momento, Katie White y Jules de Martino no pararon ni un momento. Lo mismo tocaban la bateria, que la guitarra, que el bajo o el pandero y bailando como una poseída, White demostró un dominio escénico y una energía que desbordaba. Great dj, Hang it Up, Fruit Machine, Give it Back, We walk o Hands sonaron y no dieron ni un respiro hasta que la apoteosis llegó con That’s not my name. Con un chuleta en castellano, Katie dio las gracias y comentó lo contenta que estaba de estar en Santander para irse, no sin que Jules de Martino dedicase unas palabras en memoria de Amy Winehouse.

Después de los Ting Tings llegó para mí un descubrimiento. No sabía ni quienes eran Jamaica y gustaron mucho. Los franceses tocaron los temas su álbum No problem y se metieron al público en el bolsillo desde el minuto 1. Su cantante, Antoine Hilaire,  bajó, se sentó en las baradillas y le dió su guitarra a una chica que se convirtió en guitarrista de Jamaica durante 3 minutos. Jamaica era una mezcla entre indie y garage rock que no sonó nada mal en directo y que nos dejó con ganas de más, pero aquí no había tiempo para bises.

Y con frío, sin lluvia y dejando sabor a que esto había sido muy corto, James Murphy cerró en festival cántabro hasta el año que viene, que desde aquí pedimos que sea un poco más largo para poder disfrutarlo más, que esto ha sabido a poco.

Fotos: Nerea Fernández

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