MUMFORD & SONS (O CÓMO EL FOLK BRITÁNICO CONQUISTÓ AMÉRICA)

Cada año hay cientos de bandas británicas y europeas tratando de entrar en el mercado americano, pero muchos son los llamados y pocos los elegidos. Mumford & Sons están en el segundo grupo. Su actuación en los Grammy coló su disco debut, Sigh no More, en el # 2 de las listas de Billboard, casi (sólo casi) quitándose del medio al mismímo Justin Bieber. Desde entonces, no han salido del Top 10 y su discoes uno de los álbumes más vendidos en América.  Ningún grupo inglés desde Coldplay había llegado tan alto en Estados Unidos, ¿pero por qué ellos arrasan donde otros han fracasado? 

Desde que se juntaron en diciembre de 2007, los miembros de Mumford & Sons han compartido un objetivo común: hacer la música que quieren hacer. Mumford & Sons son cuatro londinenses, amigos y menores de 25 todos ellos – Marcus Mumford, Winston País, Ben Lovett, y Dwane Ted – que decidieron llamarse a lo empresa familiar pasada de moda porque a eso quieren que suene su música: a algo familiar, algo de toda la vida que pasa de abuelos a padres y de padres a hijos, a algo cuidado y tratado con mimo. Y lo consiguen, pero, además, suenan a Tennessee, a rústico, a bluegrass y a folk americano pese a venir de la capital inglesa.

Sin talent shows de por medio y poco a poco, pasó lo que tenía que pasar: primero, ganar adeptos gracias al boca-oreja tocando bares pequeños. Shows  más grandes después, teloneros por Europa y Estados Unidos de grupos más conocidos (Laura Marling). Su consagración inglesa tiene dos puntos de referencia: su aparición en la lista BBC Sound Of 2009 Poll y acabar con todas las entradas para su concierto en el Institute of Contemporary Arts de Londres en menos de 24 horas. Y así llegó Sigh no More. Habían grabado varios EP al puro estilo casero, pero su LP vino de la mano del productor Markus Dravs ( Arcade Fire, Björk o The Maccabees).

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Conciertos y más conciertos, festivales y más festivales y un éxito rotundo en Inglaterra empezó a levantar la curiosidad al otro lado del charco. Dos nominaciones en los pasados Grammy (Mejor canción Rock – Little Lion Man- y Mejor Artista Nuevo) de las que no ganaron ninguna, pero no les hizo falta. Los Mumford, junto con  The Avett Brothers, tuvieron la mejor presentación que se podían imaginar: aparecieron en el escenario con el artista más esperado de la noche, Bob Dylan.

El resto vino solo, ya que, si bien esta actuación fue su impulso definitivo, ellos ya tenían todos los ingredientes necesarios para no pasar desapercibidos. Su álbum debut tiene un puñado de canciones que estremecen, con letras brillantes, expresivas y hasta barrocas. Sigh no more está lleno de aires melancólicos y nostálgicos, de un buen gusto desbordante, de carácter y sonido propio, y de talento, sobre todo, está cargado de muchísimo talento. Los cuatro Mumford & Sons tocan varios instrumentos (en sus directos suenan mandolinas, banjos, cellos, dobros, baterias, teclados, acordeones y guitarras), componen y cantan.

Suenan sin parar en todas las radios américanas, británicas y de medio mundo porque, su disco, por muy folkie que sea, puede sonar sin problemas en cualquier radio (quizá no en España, pero ese es otro tema). ‘Little Lion Man’, ‘The Cave’ o ‘Winter winds’, por ejemplo, encajarian a la perfección en cualquier FM. Bob Dylan ha reconocido que ésta es su banda preferida actualmente (y que el viejo Bob se pronuncie ya dice mucho). Arrasan con sus directos y sus premios les avalan (Brit Award 2011 al Mejor Álbum del Año). Mumford & Sons, con un álbum nada más, ya son una de las propuestas y referencias más interesantes de la música actual

Son cabeza de cartel en el FIB, ¿a qué esperas?

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