MENTIRIJILLAS A LA FRANCESA

¿Qué tendrá el cine francés que siempre te deja con ganas de más? Es una pregunta que me hago a menudo, pero a la que sigo sin encontrarle respuesta. Eso pasa con Pequeñas mentiras sin importancia, que a pesar de tenerte pegado a la butaca durante sus dos horas y media largas, te deja ahí clavado, sin levantarte  un par de minutos más cuando la pantalla ya se ha fundido en negro, las luces se han encendido y los créditos se han acabado.

Un grave accidente de moto lleva a Ludo (Jean Dujardin) al Hospital después de una noche de juerga. Sus amigos le visitan y se quedan consternados, pero deciden no suspender sus vacaciones en la lujosa casa que Max (François Cluzet) tiene en la playa porque no pueden hacer nada por él mientras está en la UVI. Son treintañeros de buen corazón y moral laxa, unos con mujer e hijos y otros con algunas relaciones que no pasan por sus mejores momentos. Serán días de descanso y también de tensión porque lo suyo es auto-engañarse, porque son unos perfectos egoístas, maniáticos o inseguros, incapaces de llamar a las cosas por su nombre y acostumbrados a eludir los verdaderos problemas. Así es este grupo de adolescentes permanentes que se divierten y se soportan juntos, que se quieren con sus debilidades y a su manera y que tratan de fingir que son felices.

En esta película de Guillaume Canet (director, pero también actor en películas como Quiéreme si te atreves o La playa y actual novio de Marion Cotillard, con quien forma una de esas parejas pluscuamperfectas de la farándula) nos trae una joyita en forma de dramedia coral donde no sobra ni falta nadie y donde ninguno de sus actores es más protagonista que otro. Divertida y sobrecogedora, Pequeñas mentiras sin importancia nos cuenta la historia de un grupo de amigos de vacaciones en el sitio perfecto, Le Cap Ferret, todos sufriendo su personal cri-de-coeur, que se ríen mientras lloran, se besan en las mejillas continuamente, comen ostras y no paran de brindar con vino Burdeos por ese amigo al que tanto quieren todos, pero que se ha quedado solo en el hospital mientras ellos hacen ski acuático.                  

Estos amigos también guardan alguna mentirijilla sin importancia detrás del ruido que hace el obsesivo-compulsivo François Cluzet con la segadora, intentando saber cómo se han colado comadrejas en su casa de verano o lanzándole comentarios hirientes a uno de sus amigos; detrás de un amante que le toca guitarra a Marion Cotillard mientras ella se pregunta si podría haber redimido a Ludo, su exnovio, de las drogas y las juergas nocturnas y evitar así su accidente, o detrás de un mensaje de texto ridículo que Laurent Lafitte le envía a la chica que le ha dejado tirado. Todo esto y más contado y envuelto en un tono de humor tristón e interpretado por un reparto de actores excelente donde se junta lo más granado del cine francés para regalarnos una historia con moraleja final.

Mención aparte se merece la banda sonora que Guillaume Canet ha elegido para acompañar las penas y alegrías de los protagonistas de su película: Ben Harper, Nina Simone, Janis Joplin, Jet, Eels, David Bowie o Antony & the Johnson.

A lo mejor la película podría ser un poco más corta, pero al final, esto se le perdona a Canet. Pequeñas mentiras sin importancia te toca la fibra y tener un kleenex a mano quizá no esté de más al final.

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Título original: Les petits mouchoirs Año: 2010 País: Francia
Director: Guillaume Canet 
Guión: Guillaume Canet
Reparto: François Cluzet, Marion Cotillard, Gilles Lellouche, Jean Dujardin, Laurent Laffitte
Género: Drama, Comedia

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