Mark Twain solía decir que si se pudiera cruzar al hombre con el gato, sería una gran mejora para el hombre. En otra vida los gatos fueron venerados como dioses y aún no lo han olvidado, y es que están envueltos por un halo mágico que hace imposible que no les adoremos. De alguna manera, estos felinos encarnan a la vez el súmmum de la elegancia y de la torpeza. Cada uno es un misterio y raro como él solo. Quizá por eso en los últimos años los autores de cómics han descubierto un gran filón en estos bichos que tan hipnotizados nos tienen.
Aunque han existido desde el comienzo de la andadura de los tebeos, son muchos los títulos actuales que copan el mercado gatuno de los cómics de humor. Americanos, ingleses, japoneses y hasta españoles se disputan las estanterías de las librerías, cosechando un éxito bastante apreciable. Sin embargo, este tipo de lecturas tienen un inconveniente importante, y es que están dirigidos a un público target muy determinado. La mayoría de la gente que no haya convivido con gatos no entenderá la gracia de un cómic de nueve viñetas en el que un gato se limita a lamerse o a estornudar. Las armas de los dibujantes de historietas gatunas son la ironía y plasmar la vida diaria tal cual es, pero no todo el mundo sabrá apreciar estos guiños en su justa medida.
Seguramente el gato más famoso de las viñetas sea esa bola de pelo naranja y rechoncha llamada Garfield y nacida de la mano de Jim Davis. Este minino vio la luz del día a finales de los años 80 y sus preocupaciones eran (y siguen siendo) más bien humanas: básicamente, su odio por los lunes y engullir la mayor cantidad de lasaña posible.
En 2004, las páginas de Weekly Morning, una revista japonesa de manga seinen, presentaban a Chi, la gatita protagonista de El dulce hogar de Chi. Kanata Konami presentaba una historia sencilla a todo color, en la que se narraban las peripecias de Chi cuando la familia Yamada la recoge de la calle. Muy en la línea de ¡Yotsuba!, es un manga con pocas pretensiones, pero que deja ese regustillo dulce de la alegría de disfrutar las cosas más triviales. Las tiernas expresiones de Chi se ganaron una adaptación al anime en 2008. Aunque la serie sigue abierta en Japón, en España podemos encontrar los primeros siete tomos publicados por Glénat. Una opción muy recomendable para todas las edades, y también uno de los pocos mangas a color que podemos encontrar en el mercado castellano.
En 2007 Jeffrey Brown se inspiraba en sus gatos para dibujar Gato saliendo de una bolsa y otras observaciones, editado por La Cúpula en España. De corte sencillo y a veces incluso hasta absurdo, Brown se centraba en el lado más extravagante de los gatos, otorgándoles todo el protagonismo de la obra. Una genialidad genial, pero de difícil comprensión para los aprensivos de los mininos. Tres años después, el autor volvería a la carga con Los gatos son raros y más observaciones, del mismo corte que el anterior y con algunas páginas a color.
El británico Simon Tofield daba vida a Simon’s cat en 2008 en formato webserie. La historia del gato de nombre desconocido narraba las peripecias de un minino tragón que se hacía entender perfectamente sin necesidad de palabras. Un año después daría el salto al papel, y hoy ya se pueden encontrar dos tomos recopilatorios de esta serie, a medio camino entre el cómic y el libro de ilustraciones, editados por Duomo en España.
El dibujante valenciano José Fonollosa comenzaba su andadura en 2010, lanzando su webcómic Miau, basado en las trastadas de sus dos gatas, Rufa y Belfi. Diábolo Ediciones publicaba ese mismo año el primer tomo recopilatorio, mientras que el segundo, Más Miau, se lanzó al mercado el pasado marzo. Fonollosa se decantaba por corte muy real y un coloreado muy original en blanco, negro y azul. Se comenta por ahí que en sus sesiones de firmas sus seguidores organizan mesas redondas improvisadas sobre las travesuras de sus gaticos.
Está demostrado que los gatos, vengan en el formato que vengan, venden. Sin embargo, después de miles de años de convivencia, erigidos los amos y señores de nuestras casas, seguimos sin comprenderlos. Algún día descubriremos el secreto de la felicidad que tan celosamente guardan pero, mientras tanto empecemos por lo más básico: ¡Miau!
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Reseña también disponible en Fantasymundo.com.