Galdós recupera la memoria en el Teatro Fernán Gómez

Bien está que fuera tu tierra, Galdós elenco
Elenco de Bien está que fuera tu tierra, Galdós
Bien está que fuera tu tierra, Galdós elenco
Elenco de Bien está que fuera tu tierra, Galdós

Son las ocho menos diez y la sala Jardiel Poncela comienza a llenarse. En el centro, un hombre barbudo y corpulento ensaya con unas varas de madera una curiosa danza, mientras tararea alguna canción. La cálida luz de los focos ilumina un escenario decorado a base de alfombras persas. La expectación aumenta a medida que los acomodadores van sentando a los asistentes. Mientras, el resto del elenco se une al juego, lanzándose, de un lado a otro, las enigmáticas picas. Poesía en movimiento, aderezada con el tarareo constante del barbudo. Un par de butacas detrás de mí, una pareja comenta:

– ¿Has visto lo del País Vasco?, van a adelantar el toque de queda a las 10 de la noche.

– Al final nos vuelven a confinar.

– Pues a mí, mientras me dejen, voy a seguir viniendo a estas cosas.

En el centro de la sala una vara retumba al caer. Entre risas, los actores siguen con su juego, ese vaivén de picas más o menos coordinado. “Tres minutos para el comienzo del espectáculo”, anuncian por megafonía. El murmullo enmudece y la sala oscurece. Comienza la representación.

A partir de ahora, me zambullo en una vertiginosa hora y media cargada de intensidad, con estampidas de nombres y anécdotas sobre la vida del maestro realista de la literatura española, Don Benito Pérez Galdós. Todo ello, aderezado con unas ácidas pinceladas de actualidad y una intrahistoria autoficcionada que ejerce como hilo conductor de la obra.

Foto artística Bien está que fuera tu tierra, Galdós
La obra se representará hasta el 29 de noviembre en el Teatro Fernán Gómez

Bien está que fuera tu tierra, Galdós se representa hasta el 29 de noviembre en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, una obra que, más allá del deleite que supone para los admiradores del escritor canario, sirve como un primer acercamiento que acrecienta la curiosidad sobre la figura del autor de Fortunata y Jacinta. En el año que se cumplen cien años de su muerte, esta representación forma parte de Desembarco Galdós, el homenaje que el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez ha querido dedicarle.

El descubrimiento de una supuesta autobiografía desconocida hasta la fecha es la excusa para que una joven compañía de teatro (Venezia) indague en la vida del novelista, dramaturgo, cronista y político de Gran Canaria. Una admiración y curiosidad sinceras que unen a cinco actores en su afán por aportar su granito de arena a la memoria de Don Benito.

Aparte del homenajeado, un amplio y lujoso repertorio de personajes participan en este recorrido a través de las estaciones de la vida de Galdós. Emilia Pardo Bazán, Ramón del Valle-Inclán, Concepción Arenal, Leopoldo Alas, Clarín; la mismísima reina Isabel II e incluso un jovencísimo Federico García Lorca, entre otros, forman parte de este popurrí que representa una de las épocas más convulsas e interesantes de la historia de España.

Una mezcla de datos biográficos y literarios continúan sumergiéndome de una forma holística en la personalidad del autor de Misericordia. Esto es posible gracias a la inmersión galdosiana de la dramaturga y actriz Alma García en la obra y la vida del escritor canario. La escritora, que también actúa, se sirve de escenas de novelas como, por ejemplo, Doña Perfecta para escenificar la difícil relación madre e hijo del protagonista.

Esther Isla, Macarena Sanz, Antonio Fernández y Julio Hidalgo completan el elenco que se turna para representar todos estos personajes, incluido el propio Galdós. Las tres corrientes argumentativas: biografía, autoficción y actualidad se suceden envueltas en una intensa coreografía que permite entrever la firma del director José Gómez-Friha.

Un torrente de estímulos, transiciones y personajes logran confundirme y me cuestiono dónde quedó la realidad y dónde la ficción, están jugando conmigo, pero me dejo llevar. Supongo que la vida de Galdós no dista mucho de este embrollo de sensaciones difíciles de explicar que confluyen en la sala. Observo al escritor expectante en la Noche de San Daniel, las interesantes tertulias del Café Universal, su apasionado romance con Emilia Pardo Bazán, los quebraderos de cabeza tras las críticas y las alabanzas sobre Electra, el desapego monetario que le llevó a la ruina…

Finalmente, un Galdós ciego, desmemoriado y moribundo agoniza en el centro del escenario. La intensidad de la representación alcanza su clímax con el éxtasis del último aliento, que deja paso a un emotivo recital del legado más importante de Don Benito, su obra.

Salgo del teatro desubicado, trazando paralelismos entre su época y la mía, tratando de encontrarme entre tanta inestabilidad. Agradezco la brisa refrescante de la noche madrileña mientras vuelvo a casa. Me invade una curiosa sensación, ahora creo conocer un poco más a Benito Pérez Galdós, pero tengo la necesidad de leerlo para conocerlo mucho mejor.

Cartel Bien está que fuera tu tierra, Galdós
Cartel de la obra Bien está que fuera tu tierra, Galdós

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