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Lía Briones: ‘‘No me creía capaz de lograr tanto erotismo con mi cuerpo’’

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Lía Briones da vida al personaje de  ''Candela'', uno de los pilares de su propuesta teatral Nostalgia
Lía Briones da vida al personaje de »Candela», uno de los pilares de su propuesta teatral Nostalgia

Por Penélope Adames O.

Un cuerpo que tiembla de vivacidad y se libera a ritmo de tambores tocados con sus propias manos, períodos emocionales intensos, complejos. El mar y la fe en sí misma como antídoto. Lía Briones (Santo Domingo, 1991) recibe así una nueva era de renacer personal y bonanza profesional. La dramaturga dominicana, actriz y nominada más joven al Premio Soberano 2016 sangra con palabras por la vena abierta de la honestidad y la vocación artística. Habla a través de la pantalla de vídeo llamada con tal fuerza en la mirada que despedaza cualquier límite de fibra óptica. Lo hace mientras adorna con maquillaje su inmensidad y espera ser recogida para asistir a la presentación de El Proyeccionista, su más reciente protagónico, en el International Film Festival Mannheim-Heidelberg 2019.

Cultura Joven: Boris Vian decía que el humor es la cara civilizada de la desesperación, ¿qué fue lo último que le hizo reír?

Lía Briones: En este momento estoy en un festival en Alemania y he conocido personas maravillosas, entre ellas un Japonés llamado Kentaro, cómico en todas sus formas. Hace poco nos invitaron a un almuerzo con unos curas al que fuimos con mucha hambre y demasiada expectativa. Luego del brindis con vino nos sentamos ya listos para comer; nos pusieron a cada uno un plato pequeño de sopa, pan y agua… La expresión de Kentaro al recibirlo me hizo estallar de risa, todavía lo recuerdo.

C.J.: En el Instituto Cervantes de Madrid, La Caja de las Letras guarda simbólicos objetos de figuras de la cultura para la posteridad. ¿Qué guardaría en su casilla acorazada?

L.B.: Mi libro Rayuela de Julio Cortázar. Para mí hubo un antes y un después en mi escritura al leerlo. Me enamoré perdidamente del autor y a veces cuando me siento perdida recurro a algunas de sus páginas para que su poética me encuentre y me acaricie.

C.J.: En su obra teatral Nostalgia, los personajes cobran vida al escuchar clásicos como Dos gardenias, de Compay Segundo, ¿cuál sería su canción para revivir?

L.B.: Tengo tantas canciones en mi vida como personajes que me faltan por contar… Creo en la música como una fuente de liberación en todas sus formas, por eso no podría elegir una canción en particular, sin embargo, este año, después de un período emocionalmente intenso y complicado, me encontré el día de mi cumpleaños con tambores que empecé a tocar como si lo hubiese hecho desde siempre. Al mismo tiempo que mi cuerpo temblaba de felicidad y se llenaba de movimientos totalmente nuevos y liberadores. Me vi riendo mientras los bailaba y tocaba y hacía sonidos con mi boca. A partir de ese día siento que el sonido de los tambores y el alma tienen una conexión directa y es imposible no sentirte viva.

Lía Briones personifica a Doña Tata, una sobreviviente de la tristeza y la belleza poética de una vida
Lía Briones personifica a Doña Tata, una sobreviviente de la tristeza y la belleza poética de una vida

C.J.: En La fiesta de Epi usted personifica a un ser febril que con mucho humor negro celebra su fiesta de cumpleaños ajusticiando -literalmente- fragilidades y agravios pasados. ¿A qué hizo justicia en su propia fiesta este pasado julio?

L.B.: Me fui al mar, a un sitio en donde apenas hace siete años hay electricidad, llamado El Valle, en Samaná, República Dominicana. Quería un lugar en el que pudiera conectar conmigo, con mi esencia y con mi poder, y así fue. Los últimos años me había sentido presa de una tristeza que no reconocía, pero que sentía parte de mí, por eso estaba buscando paz. Pero en vez de eso me encontré con mi alegría, de alguna forma le hice justicia a mi llamado y entendí que vine a dar amor porque es lo que soy; energía y amor. Fue en El Valle donde encontré los tambores y le hice justicia a mis raíces, a la grandeza de la naturaleza y al poder de Dios que está en todos nosotros.

C.J.: ¿Qué protocolo de la vida cotidiana habría que actualizar?

L.B.: “La elegancia de la mujer» porque yo me considero una mujer salvaje, quiero seguir riéndome alto. Hablar alto, si quiero. No medir mi presencia por mi ropa sino por mi gracia y personalidad. No creo en la belleza como algo externo, viene de adentro y la elegancia nada tiene que ver con eso. 

Los monólogo de la propuesta Nostalgia navegan entre las sombras de lo inconcluso y las luces de lo amado
Los monólogos de la propuesta Nostalgia navegan entre las sombras de lo inconcluso y las luces de lo amado

C.J.: ¿Qué sonido o ruido ama tanto como para romper el silencio que tanto aprecia y que titula su primera obra audiovisual? 

L.B.: Amo el sonido del agua: las olas del mar cuando rompen en la orilla, el del río chocando contra las piedras y dejándose llevar por la corriente y amo la lluvia cuando rompe en el suelo y de repente un trueno te despierta a media noche. Para mí, es la naturaleza haciéndose presente limpiando y purificando el aire, el suelo, nuestras almas. No soy amante del ruido, pero sí de las risas que resuenan 10 km de donde te encuentras.

C.J.: En su más reciente trabajo actoral forma parte de Conteo Final, una propuesta que alerta sobre quienes se encuentran en peligro, en términos de la salud mental y el suicidio. ¿En la vocación artística existe algún peligro al que se enfrentan los intérpretes? 

L.B.: Totalmente. Haciendo esta obra supe que el cerebro humano no diferencia entre ficción y realidad, por eso muchas veces nos ven que salimos cansados de obras de teatro o ciertos personajes y es difícil dejar ir todas estas emociones porque las tuvimos que transitar. También creo que, de alguna forma, estamos en este camino que es bastante inestable, de repente te encuentras con períodos inactivos y te crees insuficiente, te genera envidia o celos que le esté yendo bien a los demás. La falta de buen sustento económico te lleva a la desesperación y esta carrera es bastante impredecible. Por esto yo he tratado de crear mi propia dinámica que es hacer todo lo que me sienta capaz de hacer. No esperar a que me llamen sino hacerlo yo misma, ya sea actuar, dirigir, bailar, escribir, dirigir, filmar, o hacer teatro. Con el tiempo he entendido que las actrices y los actores son una máquina que no depende de un ‘otro’ para mantenerse activa. Dependo de mí misma; con el entrenamiento, la búsqueda y el trabajo diario pero, sobre todo, empezando por creer en el propio potencial. 

Fotografía oficial del montaje teatral ''Conteo Final'' en el que los personajes intentan luchar contra el suicidio y las dificultades con la salud mental
Fotografía oficial del montaje teatral Conteo Final

C.J.: ¿Cuál sería su capricho más fácil de cumplir? 

L.B.: Llevarme a la naturaleza, lugares abiertos lleno de árboles, agua y brisa. Inmediatamente me vuelvo una niña que no para de agradecer. 

C.J.: ¿Algún recuerdo, vivido durante la realización de sus montajes teatrales, digno de ser evocado con Nostalgia

L.B.: Mi madre es de un pueblo llamado Moca y se crió en una casa que está al lado del teatro de dicha ciudad. Cuando vas a la parte del patio, puedes asomarte por los grandes ventanales de madera del teatro y verlo por dentro. Cada vez que íbamos a esa casa yo hacía lo mismo porque mi madre me contaba que ella lo hacía todos los días de pequeña. Lo que nunca me imaginé es que mi obra de Nostalgia se presentaría ahí. Fue una de las puestas en escena más hermosas de toda mi vida, sentía que era un regalo para mi madre que ninguna cantidad de dinero podría comprar. 

C.J.: ¿Cómo se dio el proceso de construir al personaje de Koda, quien es personificación de las motivaciones y vulnerabilidades más profundas de Eliseo en el largometraje El Proyeccionista?

L.B.: Koda fue la liberación de mi sexualidad y sensualidad, no me creía capaz de lograr tanto erotismo con mi cuerpo y con mis ojos hasta que ella llegó a mi vida. Pero, aparte de que me ayudó a reconocer mi propia belleza, me hizo dar cuenta también de la tristeza con la que he cargado durante mucho tiempo. Yo, Lía, como Koda, me sentía presa, pero en mi caso yo era mi propia carcelera. A través de Koda se liberó una energía que habitaba en la casa donde filmábamos, pero también liberé muchos miedos e inseguridades míos. Ahora cuando miro atrás me doy cuenta que no soy la misma actriz que era antes de este personaje. Me siento más grande, más libre, y mucho más segura de mí misma.

C.J.: ¿Qué le enciende?

L.B.: Me enciende la música, hablar y bailar con desconocidos. Me enciende el mar, las fiestas en las playas. Me encienden mucho los libros, los viajes. Los viajes me llenan de vida. Y por último, pero no menos importante, me enciende creer en Dios porque me hace sentir segura y capaz de conseguir todo lo que anhelo. 

C.J.: ¿Qué le puede ‘apagar’ o hacer perder interés?

L.B.: La gente que no lucha por lo que quiere. Las personas que no intentan cambiar su estado si están tristes, se quedan igual porque le es más fácil. La competencia me apaga, pero he aprendido que esto es un juego y vinimos a jugar y ya no me tomo las cosas como algo personal porque cada une juega como puede. 

C.J.: Una pregunta clásica del célebre Inside the Actors Studio: En un mundo posible en el que el cielo existe, al dejar este plano usted llega allí y es recibida por Dios, quien sale a su encuentro, ¿qué le diría usted al verlo? 

L.B.: Jesús, te amo. 

penelope-adames

Publicista y asesora de guión desde 2012. Actualmente, aprendiz de periodismo cultural.

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