Los primeros acordes de ‘Sea of Blasphemy’ comenzaron a atronar en la Sala Heineken el pasado domingo. Inmediatamente, empieza un stage diving tras otro… Black Lips estaban de nuevo en Madrid: Madrid estuvo otra vez a los pies de Black Lips. Por el Heineken Music Selector están pasando grupos como PS I Love You, The Gift, Crystal Fighters…28 bandas en 18 ciudades durante 40 conciertos. Pero este inicio punky, sucio y enérgico sólo podría haber sido orquestado por los de Atlanta.
Los catalanes bebedores del ruido Fuckin’ Bollocks supieron caldear el ambiente. Se fueron con el tema ‘You’re gonna say’ tras presentar su disco Congo Tapes que suena duro, gritón y potente en directo. Con cálidos aplausos se marcharon y con aullidos violentos llegaron Black Lips: si con el primer tema provocaron que unos cuatro espectadores subiesen al escenario para tirarse sobre las primeras filas, lo que pasó con temas como ‘Katrina’ o ‘Bad Kids’ fue la máxima expresión de empatía entre público y banda: una invasión masiva en toda regla. Y es que Black Lips, haciendo honor al libertinaje y salvajismo con el que se identifican, se dedicaron a pasarlo bien, muy bien y a no ponerse ni fronteras ni límites (pese a haber tocado los dos días anteriores en Barcelona y Santiago de Compostela) dejando que el público hiciese lo propio.
Escupitajos, cervezas por el aire y un beso húmedo y sucio entre Cole Alexander e Ian Saint Pé Brown mientras tocaban ‘Drugs’, el tercer tema, nos pusieron lo suficientemente a tono para empezar a soltar adrenalina a base de saltos, gritos y movimientos de cabeza. De Arabia Mountain no sonó casi nada, pero ese ‘Go Out And Get It’ (en cuyo vídeo participan las Vivian Girls) o ‘Modern Art’ sonaron sucios, no tan producidos como nos temíamos con la mano que Mark Ronson ha metido en un disco bastante más clínico que los cinco anteriores: en directo, Black Lips siguen siendo igual de impúdicos y eso, se agradece y mucho.
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Nos tomamos un respiro entre tanto frenetismo con ‘Dirty Hands’, legado de Let It Bloom de 2005, cantando ese ya épico verso «Do you really wanna hold my dirty hands?», y efectivamente le tocamos la sucia mano a Cole Alexander cuando, antes de los bises y tras el concierto, se bajó del escenario para hablar con el público… Black Lips estaban como en casa. Y tras dejar una perla de casi todos sus discos, haciendo repaso por el LP Good Bad Not Evil, por 200 Million Thousand o por el disco We Did Not Know the Forest Spirit Made the Flowers Grow, se desató la furia con ‘Bad Kids’, canción que no es más ni menos que una declaración de intenciones con lo que la Heineken se vino arriba, pero literalmente.
El nuevo disco promete, no tanto por su calidad de LP como por el directo incombustible de la banda: un vivo violento, divertido y que genera esa simbiosis tan poco común gracias a la cual nos hacen sentir uno más. Adrenalina y exorcismos en un domingo que se quedó muy corto… esa after party que pedía a gritos Saint Pé Brown debería haberse hecho efectiva para culminar los ánimos de la noche.
Fotografías: Heineken Music Selector