Tras invadir casas de amigos, preparar tiendas de campaña o hacer reservas en hostales de dudosa reputación, se agradece que un festival te coincida cerca de casa, a un par de paradas de autobús o a diez, pero sabiendo que tu cama está preparada para recibirte con el cuerpo destrozado, los pies rotos y el alma elevada, en una nube de música y buen rollismo festivalero. El Día de la Música Heineken se celebró entre el 18 y el 19 de junio en el Matadero de Madrid, una ubicación genial en donde los escenarios al aire libre se combinaron con grandes naves en donde los grupos resonaron con una fuerza atronadora.
Y así empezó esta ruta por el Día de la Música el sábado 18: ensordecedora. Lüger se subían al escenario ¡Madrid! presentando su nuevo disco Concrete Light. ‘Monkeys everywhere’, tema que ya habían presentado en algunos directos previos a la salida del LP, o ‘Dracula’s Chauffeur Wants More’ fueron algunos de los puntos álgidos del concierto. Los directos de esta banda de Madrid son completamente subyugantes: un viaje repleto de acordes psicodélicos, densidades inalcanzables y sensaciones que aferran a los oyentes al suelo en una experiencia única.
Tras el pop romántico pero realmente negro de Anna Calvi, el escenario RTVE se abrió para recibir a uno de los grupos más esperados del festival: The Pains of Being Pure at Heart. Estuvieron correctos, excesivamente rígidos tanto en el setlist como en la actuación escénica y en la música: más bien planos, la sensación era la de estar escuchando su nuevo disco Belong, pero no la de estar viendo en directo a una de las bandas de las que más se ha hablado en el último par de años y que, tras sólo dos discos y a pesar de su corta edad, se les considera de las mejores bandas del indie internacional. Vaya, una decepción que creo que se curará en unos cuantos años, cuando tengan más rodaje y se atrevan a dar conciertos, no a reproducir discos en el escenario.
Pero tras esta pequeña decepción, una inesperada sorpresa: Wild Beasts. Los ingleses ofrecieron un concierto inmejorable; entre el tono melancólico del dream pop y la rítmica contundencia del post punk, presentaron en España su último disco, Smother. Consiguieron lo que no fueron capaces de llevar a cabo The Pains of Being Pure at Heart: atrapar, convencer, imbuirnos en sus ritmos y en sus voces. Y con esta muy buena sensación, vimos desde la barrera, más bien desde la barra, a Vetusta Morla (el fenómeno fan puede llegar a ser realmente agobiante y absurdo, en según qué casos). Relajadamente, sentados y con una cerveza en la mano, disfrutamos del ambiente del festival con este grupo madrileño…como banda sonora de fondo.
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Vetusta Morla presentaron Mapas (aunque, sospechosamente, cada vez que prestaba atención a los altavoces reconocía solamente canciones de su primer disco, Un día en el mundo) y causaron furor entre unos fans que agotaron la venta de entradas de ese sábado y que formaron largas colas a la salida del recinto, provocando así el retraso del inicio del concierto durante media hora… Media hora que supuso la dilación del concierto que cerraría la noche: Crystal Fighters. Tras abucheos a Vetusta Morla desde el escenario Entradas.com por la injusta demora de la llegada de los “guiris de la txalaparta”, ahí aparecieron, enérgicos, animados, duros, derrochando carisma en el escenario y muy navarros con el uso de ese instrumento tan poco común, los angloespañoles Crystal Fighters. Sí, sonó ‘Swallow’, ‘Plage’ y, por supuesto, ‘I love London’, momento para los bailes, las risas y los coros… momento para despedir el primer día del festival.
El domingo llegamos para ver a las Dum Dum Girls en el mismo escenario que Lüger el día anterior. Elegantes, oscuras y un poco tímidas, presentaron su Flowers in the Dustbin entre un calor sofocante que iba en aumento. Aún así no defraudaron y la velocidad de sus temas más noise se mezclaba con las dulcificadas voces de Dee Dee y Jules y esas ropas que, como siempre en ellas, eran de un negro azabache en contraposición con sus labios rojos. ‘Bhang Bhang, I’m a Bornout’ o ‘Everybody’s Out’, fueron algunos de los temas clave del concierto, dejando ver esa vena surferpunk pero ante todo sensual, en su máximo esplendor.
Nos quedamos en el mismo escenario para dar la bienvenida a Yuck, grupo que no pude disfrutar en el Primavera Sound y que se había convertido en una cita ineludible de la tarde. Sonaron más indies que rock, haciendo muy buen homenaje a los inicios de este género con temas como ‘Holing Out’ o ‘Shook Down’ de su disco homónimo. Indie puro, bien orquestado, mejor ‘sonado’. Lykke Li fue la siguiente de la lista y fue también otra sorpresa. Si sus grabaciones pueden sonar demasiado taciturnas y un tanto mohínas… el directo supuso toda una explosión de energía y talento. Li Lykke Timotej Zachrisson sabe cómo llenar el escenario, cómo ponerlo a su favor y cómo encantar al público con su voz y sus gestos; el calor se hizo insoportable en la nave y, aún así, ‘Dance Dance Dance’…no pudimos dejar de movernos ni tan siquiera concebir el marcharnos de allí. ‘Sadness is a Blessing’ o ‘I Follow Rivers’ de su disco Wounded Rhymes solamente fueron algunas de las perlas que nos quedarán grabadas a fuego tras el concierto.
Y para acabar el mini viaje por El Día de la Música, Janelle Monáe, una mujer que lleva el soul y el funk en las venas. Por supuesto bailamos al ritmo de ‘Tightrope’ y ‘Cold War’ pero también disfrutamos de una versión de ‘I Want You Back’ de The Jackson Five. Sus bailes, sus movimientos, el lienzo que pintó mientras cantaba y las mil y una palmadas y bailes de sus compañeros de escenario, hicieron de esta actuación un verdadero espectáculo al más puro estilo clásico.
Vestidos de gasa negros, distorsión, velos infinitos, grandes grupos nacionales e internacionales, electropop, new wave, post punk, indie… y txalapartas. El Día de la Música fue breve, pero bueno. Un festival más que recordar, pero también un festival menos en esta temporada de primavera/verano. Ahora nos espera el Dcode Festival, el Vigo Transforma, el BBK… y muchos más. Las oportunidades de música en directo parecen interminables hasta que se acaban y cortamos la pulsera del festival de turno…aprovechemos lo que nos queda que no es poco, pero se acabará echando de menos.
Fotografías: Juan P. Fajardo, cedidas por Heinekenpro.