Creo que de las mejores sensaciones que se puede llevar uno a casa tras haber asistido a un concierto, es irse con el cosquilleo en el estómago pensando que has vivido algo mágico, grande… algo diferente en el concurrido foso. La despedida de la temporada de Pop & Dance el pasado jueves día 9, llevó al escenario de la Rock Kitchen a dos grupos que mantuvieron este hormigueo de manera non-stop: La Débil y Nudozurdo.
La Débil son de Torrijos, hacen ruido, provocan con sus letras y deberían estar en boca y en oídos de todo el mundo. La percusión es su punto fuerte, habiendo dos componentes del grupo que se dedican a aporrear tambores, placas de metal y lo que haga falta. Pero fuera de hacer una música industrial a lo Einstürzende Neubauten, tocan rock que por momentos tiende hacia la psicodelia y por momentos se cierra en banda al krautrock más apabullante. Presentaron su disco Lucha Perro y con el tema ‘Lucha Perro/Vuelve Héroe’ empezaron su actuación, que pasó por momentos de verdadera tensión como cuando el cantante se lanzó a capela haciendo una versión de ‘Ejecución Pública’, provocando una falta de respiración generalizada…
«Maldito seas Madrid, tu Corte y tu Parlamento; malditas sean tus leyes y los que las 
hayan hecho…Cazadores de ciudad»
Y sin aire en los pulmones todavía, entraron Nudozurdo. Su último disco, Tara Motor Hembra, cuya presentación ya había tenido lugar en la Sala Caracol cuatro meses antes, no fue el epicentro de la actuación. Ahora Nudozurdo (con la vuelta de Jorge Fuertes a la batería) eran los protagonistas y no su disco. En todo su esplendor, llevaron al extremo su filosofía de los directos sorpresivos, en donde nada nunca suena igual, ni los temas se asemejan a la grabación en estudio, ni los directos suenan igual los unos a los otros. Así se lanzaron iniciando el concierto con ‘Viaja Hacia Mí’, de su primer disco homónimo de 2002, interpretando una versión relajada, lenta y más suave que el disco y que metió de lleno al público en la atmósfera siniestra, sibilante en algunos momentos e histérica en otros, en la que se mueve el grupo madrileño.
Todos los componentes del grupo saben cómo hacernos viajar dentro de sus sonidos, no sólo con la exquisita elección del setlist sino también potenciando sus habilidades: Leopoldo Mateos tiene la capacidad de modular la voz jugando con los tonos y cambiando los temas mientras Meta (bajo), Jorge Fuertes (batería) y César de Mosteryn (guitarra) supieron poner al límite los instrumentos haciéndolos llegar más tensos, furiosos y vibrantes, provocando que los temas llegasen al público reverdecidos e intensos, haciéndonos partícipes de una suerte de experimentaciones imposibles de adivinar. Siguieron entretejiendo un gran puzle de sonidos a través de los temas de Sintética y Tara Motor Hembra, como ‘Golden Gotelé’, ‘Kamikaze’, ‘Prometo Hacerte Daño’, ‘Ha Sido Divertido’… generando un juego de contrastes entre la gravedad aplicada a algunos temas como ‘No Me Toquéis’, con la solemnidad onírica de ‘Dosis Modernas’, en la que buena parte del público pidió silencio para poder obtener un poco de claridad entre tanta sombra.
La fuerza que Nudozurdo derrochó en la Rock Kitchen esa noche, llegó al culmen con ‘Dentro de Él’, con una energía y frenetismo in crescendo de todos y cada uno de los instrumentos que saben llevar al campo de la negritud y la esquizofrenia escénica de un Leopolodo Mateos rígido y no tan serio como en la Caracol en su último concierto (directo que por cierto, se queda en un muy segundo plano tras esta actuación del pasado jueves). Finalizaron con la aclamada ‘El Hijo de Dios’ (que para nada es tan potente como su predecesora) y volvieron al escenario para regalarnos tres bises (‘Laser Love’, ‘Mil Espejos’ y ‘Negativo’) que nos dejaron con una sensación amarga… y es que todo lo bueno, acaba.
{youtube}yrwd3UYAMOA{/youtube}
Fotografías: Pablo Luna Chao
