Los músicos vendieron todas las entradas de su concierto en el Teatro Lara de Madrid el martes 5 de noviembre. A pesar de la compleja situación provocada por la DANA, los artistas decidieron seguir adelante y apoyar a los afectados desde la música.
“Graciñas Madrid” así se despedía con tinte gallego el cantautor Luis Fercán en su concierto en Madrid junto a su amigo y músico Nacho Mur en el Teatro Lara. Con el contraste emocional de haber vendido todas las entradas y el sabor agridulce de la DANA, los artistas se debatieron entre cancelarlo o seguir adelante. Hasta que la decisión fue aportar desde donde saben hacerlo: la música. Abriendo así el concierto, vestidos de negro de pies a cabeza y dedicando unas palabras de fuerza y cariño a Valencia, además de la decisión de donar los beneficios.
El Teatro Lara recibía al público con la banda sonora de Dark, dark, dark, de Gregory Alan Isakov. Lucía un escenario íntimo a la luz de una lámpara de mesilla y una farola. Vestido con una alfombra clásica con dos taburetes, sosteniendo cada uno un vaso de agua y una copa de vino tinto. Tres guitarras y dos banjos, colocados de pie como si de un telón musical se tratase. Y en el centro de este pequeño y sencillo despliegue acústico, el micrófono.
En la entrada al concierto se repartió un flyer con la foto del abrazo de los dos artistas. Además del nombre y el orden de las quince canciones que iban a tocar, junto con instrucciones. Entre las que estaba esta curiosa petición: “Agradecemos mucho que aplaudas, bastante que cantes – si quieres cantar –, pero algo menos las palmas durante las canciones (manía nuestra)”.
Silencio y música
Señal fue la canción que rompió el silencio en el teatro. Reinaba la ligereza en el ambiente. La música empezó a levitar. Delicadeza en la guitarra y en la voz. El silencio atento del público. Y los movimientos corporales de Fercán y Mur acompasados como si de un vals de guitarras se tratase. Casi podía oírse la respiración de la gente. El silencio en las butacas era envolvente y la escucha, aplastante.
"Sigo buscando una señal
Algo que me suelte por dentro
Tu eterno recuerdo es mi Big Bang
Hundido en el pecho"
Tratando de hacer del teatro un salón de casa, continuaron el concierto con Temple Bar y Dime qué hago. Siendo la segunda la canción gracias a la cual los dos artistas cruzaron sus caminos o, más bien, empezaron a compartir borracheras y música, mucha música. Fercán contó la historia de cómo se conocieron bajo la mirada cómplice, sonriente y atenta de Mur, qué no dudó en corregir el relato. A lo que Fercán respondió provocando una carcajada en el público: “según lo estaba diciendo, me di cuenta de que igual lo estaba inventando”.
"Yo me paré a mirar
Sus labios de veneno
Y en pleno Temple Bar
Pude robarle un beso"
Desgarramiento musical
Luis Fercán en el escenario no solo cantó el verso “quiero ahogarme, quiero ahogarme” de la canción Venecia, sino que mientras lo hacía se ahogaba emocionalmente en cada palabra al pronunciarla. Porque él no cantaba sin más, se desgarraba en sus versos dejándose la garganta y su alma gallega. Y esta intensidad no sería la misma sin el acompañamiento de Nacho Mur al banjo, quién no solo le acompaña musicalmente sino que le sostiene emocionalmente en el escenario. El cariño entre los artistas se podía percibir por los abrazos que comparten en el escenario.
Si hay algo que caracterizó la noche fue la constante sonrisa de los dos músicos. No les faltaron palabras de agradecimiento por el respeto y el disfrute. Como el espontáneo y cercano comentario de Fercán que volvió a desatar una risa en el público: “Nos lo estamos pasando genial de verdad, muchísimas gracias”.
Canción predilecta de Luis Fercán
Luis Fercán compartió cuál era su canción favorita de un disco muy especial para él, Canciones Completas Desde Una Casa Vacía, ya que lo grabaron en una casa abandonada de Galicia a la que tiene un cariño muy especial por su abuelo. Mientras hablaba de su predilección por Airecillo, confesó que entendía que probablemente sea la única persona que tenga predilección por dicha canción del disco. Haciendo que el público volviera a reírse por su espontaneidad y honestidad. Aún así, para él es la más especial porque fue la primera que grabaron en esa casa.
Con esta canción Fercán animó al público a cantar, que hasta ahora había permanecido en modo escucha. Les dijo, acompañado de una sonrisa y un tono cómico: “si queréis cantar, cantar nos parece bien, lo que no nos parece bien son las palmas”. A lo que el público respondió con carcajadas y él siguió insistiendo con su alegría espontánea: “Cantar nos parece precioso. Si queréis, tampoco estáis obligados”.
Sus palabras abrieron la veda y la gente se arrancó a cantar suavemente con ellos en el estribillo “notar ese airecillo en mis orejas”. Los artistas les acompañaban con la guitarra mientras una sonrisa dulce se les escapaba. El público fue perdiendo la timidez y ganando confianza y en el segundo estribillo levantaban la voz creando un coro dulce y ligero. A lo que Fercán respondía sonriendo, en silencio y cerrando los ojos como si quisiera disfrutar desde dentro de la música que nacía en ese mismo momento el teatro.
Homenaje a Galicia
No pudo faltar un homenaje a la terriña tan querida de Luis Fercán a través de la canción Chove en Santiago, basada en un poema de Federico García Lorca sobre Galicia y que el grupo folklórico gallego Luar na Lubre transformó en música.
"Chove en Santiago meu doce amor.
Camelia Branca do ar brila entebrecida ô sol"
Cierre musical con 110
El concierto transcurrió con la cercanía de un salón de casa, mientras Luis Fercán y Nacho Mur compartían pequeñas historias de su vida musical. Entre otras, Fercán reflejó la importancia de Mur para él. Confesó que “hubo un momento que estuve a punto de dejar de dar conciertos, me iba a ir a Tenerife”, pero fue Nacho una de las personas que lo detuvo, animándole a seguir haciendo lo que mejor sabe hacer: música. Como la canción 110 que ha alcanzado los 4 millones de reproducciones y con la que los artistas se reían recordando que cuando “llegó a las 10.000 reproducciones, Nacho y yo dijimos: vamos a quedar para emborracharnos” y que así lo harían cada 10.000 más.
110 fue el culmen de una noche donde los sentimientos afloraron en la piel y las voces se unieron amplificando la emoción compartida. Mientras Fercán y Mur confesaban entre risas que “es una pasada que hayáis comprado la entrada tan rápido para escuchar a dos paisanos con un micro simplemente”. Su entrega fue total, musical, corporal y emocionalmente, en toda su intensidad, a sus guitarras acompasadas, al desgarro de la voz de Fercán, al vaivén de sus pies sobre la alfombra, a las melodías del banjo de Mur, a los silencios del teatro, a los coros en forma de “lalala” del público… en resumen: a la música.