Una visión alemana del amor

A lo largo de la historia son muchos los filósofos y científicos que se han preguntado por la necesidad de amar. Aristóteles reflexionaba acerca de un amor efectivo en cuanto amistad, Freud hablaba de un amor cohibido en su objetivo, mientras que Ortega y Gasset proponía el amor como lo perfecto y señalaba: «el amor es pura actividad sentimental hacia un objeto, que puede ser cualquiera, persona o cosa. Amar algo no es simplemente estar, sino actuar hacia algo».

En la actualidad vivimos tiempos inciertos en lo que se refiere al amor, ese sentimiento universal presente en todas las culturas, que parece ser que está sufriendo cambios negativos. Básicamente, Stascha Rohmer quiere recordarnos que amor y humanidad son dos conceptos estrechamente vinculados que se enfrentan al egoísmo que predomina en el mundo.

En su libro Amor, el provenir de una emoción, el filósofo alemán parte de la tesis hegeliana de que el amor es «una unión de seres que al mismo tiempo son completamente distintos; y que por ende, la unidad realizada en él está mediada por el polo opuesto a sí misma». Una definición que deja constancia de que la esencia del amor reside en que el amante se ve a sí mismo en su Otro. Para Rohmer, el verdadero amor es un amor que trasciende a la muerte.

Desde una perspectiva metafísica, el amor se entiende como una existencia objetiva, una fuerza creativa y constitutiva para el continuo avance de la vida humana. No obstante, Rohmer nos advierte que «la hipótesis de que las personas se aman a causa de los genes egoístas que instan a la reproducción resulta ser un postulado insostenible». Sin embargo, también señala que «concebir el amor de una forma puramente biológica y ponerlo por entero al servicio de la procreación sería tan equivocado como sostener lo contrario».

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