Una historia de cesta de juguetes

Cartel español de Pánico en la Granja

El genio creador de un niño está encerrado en su cesta de juguetes. Ese cajón, caja, o tambor de detergente cargado hasta los trinques con los muñecos más dispares es el punto de partida de infinitas historias: nada más volcarlo, mientras los muñecos, edificios y accesorios que contenía se desparraman por el suelo, el torrente de imaginación del niño hace lo propio, envolviendo a cada soldadito verde, cada indio y vaquero, cada animal de zoológico, creando un juego de trama caótica, absurda y, sobre todo, divertida. Ahora imaginen una historia de cesta de juguetes hecha cine. El resultado se llama Pánico en la Granja.

 

Indio y Vaquero, protagonistas de Pánico en la GranjaAhora viene una de frases hechas y les digo que más vale tarde que nunca y que lo bueno se hace esperar. Y digo esto porque Pánico en la Granja es una película que se estrenó en Francia en 2009 y acaba de llegar a nuestras pantallas. Hemos tenido que esperar dos años para disfrutar de las aventuras de un indio y un vaquero que viven con un caballo al que, por su cumpleaños, deciden regalar una barbacoa. Al ir a encargar los cincuenta ladrillos que les hacen falta, se equivocan y encargan cinco millones, y esta es la excusa para pasar setenta y cinco minutos de sinsentidos trepidantes, flechazos y tiros por doquier, incendios debajo del agua, caballos que tocan el piano y señores con bata que lanzan bolas de nieve.  Y se preguntarán, ¿y ha valido la pena esperar dos años para eso? Sin duda. Bajo la premisa argumental, Pánico en la Granja desarrolla una historia que, más que divertida, es eufórica: hay más gritos, saltos,  bailes y golpes que diálogo, y la película podría entenderse a la perfección sin éste, que es más un aderezo que un ingrediente fundamental. La pieza clave que sí que hay que paladear son los preciosos escenarios llenos de detalles divertidos, sobre los que se desarrolla un stop motion espídico, hecho a trompicones, que recrea más el movimiento anárquico de un muñeco agitado por un niño que la fluidez de un cuerpo humano. Aunque pensándolo bien, ¿cómo iban a darle la fluidez de un cuerpo humano a un caballo que toca el piano?

Los tres protagonistas de Pánico en la GranjaPánico en la Granja es una película en la que el pacto con el espectador se reduce a un “siéntate y disfruta”. No busquen verosimilitud, no traten de comprender, sólo imaginen que acaban de vaciar su cesta de los juguetes. Sonrían y disfruten.

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