Cuando Sergio y Juan Diego ganaron la lotería

Un trozo invisible de este mundo

 

Viernes, 19:57h. La sala uno de las naves del Matadero tiene las butacas agrupadas en tres flancos, que delinean un escenario que, para variar, en lugar de estar en alto está a nivel del suelo. Juan Diego Botto, que aparece silbando de la nada, apila maletas junto a una cinta transportadora, mientras una voz, advierte. Quedan tres minutos para el comienzo de la representación.

De pronto, el actor argentino nos alumbra con una linterna, y escoge a uno de nosotros, a su víctima, que resulta  ser el número veinte-cero-uno. Maldita sea, todos somos veinte-cero-unos, todos somos esa chica que no sabe qué responder.

Así comienza Un trozo invisible de este mundo, la última obra que ha dirigido Sergio Peris-Mencheta (a quien la mayoría conocíamos en su faceta de actor, pero que cada vez más está dando que hablar como director, y si no, echen un vistazo a su Tempestad). No es el único actor polivalente de la función. El guión es del propio Botto, cinco monólogos (cuatro interpretados por él mismo, y otro que cede a la cantante Astrid Jones) que ha escrito basándose en sus propias experiencias y en las circunstancias que le han rodeado. Así, la dictadura argentina es, efectivamente, un elemento presente constantemente en la obra, aunque pase desapercibida oculta tras empleadores que se aprovechan de sus empleados, violencia injustificada, o cuál es la línea que separa el heroísmo de la supervivencia (si es que han de estar separados).

Efectivamente, Un trozo invisible de este mundo no es un espectáculo fácil. Más allá de la intención que ambos actores (dramaturgo y director, debiera decir) tuvieran a la hora de plantearse el proyecto, el resultado es un drama que remueve conciencias. 

Y al mismo tiempo, es una llamada a voces a la relativización. Sí, estamos en crisis. Sí, la situación no es la ideal. Sí, sufrimos. Pero qué privilegiados somos en nuestro

sufrimiento del primer mundo, qué fortuna emigrar en lugar de exilarnos, qué dichosos de poder sentarnos en una butaca a que alguien nos recuerde que no debemos dejar de soñar qué haremos cuando nos toque la lotería.

Un trozo invisible de este mundo se representa en la Sala 1 de las Naves del Matadero hasta el 4 de Noviembre.

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