Aterrizó entre los cines españoles el pasado viernes como el gran estreno del fin de semana. Los amantes del cine de culto la esperábamos desde hacía tanto que su llegada estaba marcada en el calendario en boli rojo. Pero El Consejero del británico Scott se queda a las puertas de lo que podría haber sido un film de Oscar. Nos tiene malacostumbrados.
Es el creador de glorias como Blade Runner y American Gangster, tenía a Michael Fassbender, a Brad Pitt, a Javier Bardem, a Penélope Cruz y a Cameron Diaz; y una historia sucia de contrabando en un marco impoluto de ricos y guapos. El resultado es un desastre sin estructura ni acción en el que, sin pretenderlo, las escenas parecen piezas de un puzzle que no encaja, y el final, que resulta necesario pasada la hora y cuarto de película, se hace evidente tan pronto que todas las expectativas del espectador recaen directamente en un contenido bajo de calidad y falto de un buen guión.
A pesar de todo, El Consejero cuenta con un reparto tan consagrado y perfeccionista que no puede defraudar. Fassbender (Un método peligroso o Malditos bastardos) se hace con un papel principal en el que interpreta a un abogado cuya moral se ve amenazada por la codicia de los negocios oscuros y peligrosos. Es el único y verdadero consejero pero recibe consejos de todo el mundo para terminar percatándose de que «el dolor transciende al valor».
También destaca Bardem (Come, reza, ama o No es país para viejos), es el extravagante Reiner, quien le permite realizar una de sus interpretaciones más peculiares y diferentes, desenvolviéndose con creces como un adinerado loco dueño de un club nocturno al que le pierden las mujeres encrucijadas y frías como Malkina (Cameron Diaz). Ella será la incógnita en todo el film con un carácter oculto marcado por su pasado, no desvelado, y hará de antítesis de la dulce y católica Laura (Penélope Cruz).
Todo ello salpicado por la plenitud de Pitt (Seven, El club de la lucha o Doce monos) que, aunque con un espacio muy limitado durante el film, consigue, como a lo largo de sus cincuenta años recién cumplidos, convertir los minutos en diamantes de una calidad exclusiva. En definitiva, una película de nominación que no se alzaría como ganadora, pero que entretiene en la medida justa. Es obligatorio verla, para sacar conclusiones. No se dejen advertir, porque El Consejero no tiene medias tintas, de la misma forma que para Malkina «la verdad no tiene temperatura».
