'Tras el telón': musical, comedia y crítica -

Madrid parece vivir una época dorada para el teatro alternativo -también conocido como teatro off. O al menos eso es lo que se podría deducir de las numerosas salas de pequeño y mediano formato que en los últimos años han invadido el centro de la ciudad. Antiguas tiendas, sótanos de edificios viejos y hasta casas particulares se convierten en lugares ideales para acoger a compañías que, de otro modo, no tendrían cabida en el circuito tradicional. Sin embargo, este nuevo tejido independiente aqueja un problema grave: la precariedad. Y es que la recaudación que se consigue en espacios con un reducido número de butacas es, en la mayoría de las ocasiones, insuficiente para hacer frente al pago de la compañía, la Seguridad Social y el temido IVA cultural. Una situación peligrosa, que muchos ya han bautizado como la «burbuja off«, y sobre la que reflexiona en clave de comedia el musical Tras el telón, representado en el Teatro Alfil.

Compuesta por Alejandro Melero y Jorge Toledo, esta obra es una crítica ácida a la difícil situación a la que se enfrentan las pequeñas compañías dramáticas, disimulada de manera inteligente bajo un manto de amores, desamores y rencillas que tienen lugar entre las bambalinas de un pequeño teatro. La última función de «King Kong. El musical», debido a su estrepitoso fracaso en taquilla, es el detonante de los numerosos conflictos que tienen lugar entre los distintos personajes. Éstos responden de manera intencionada a los tópicos más habituales de la escena off: David (Gorka de la Nuez), un atractivo actor de televisión con poca experiencia en el teatro, Feli (Mariola Peña), una chica vanidosa más lista de lo que parece, Mau (Julián Salguero), además de actor, el obsesivo director de la obra y Minerva (Verónica Polo), dramaturga frustrada, enfadada con el mundo y totalmente enamorada de Mau.

Gracias a un guión bastante ágil, los momentos románticos se intercalan con los cómicos que, sin caer en la risa fácil, utilizan el humor para poner de manifiesto las penurias por las que, desgraciadamente, debe pasar todo aquel que quiera ser actor hoy en día. Pero Tras el telón va mucho más allá y, gracias a los números musicales integrados a la perfección, va poco a poco desarrollando la personalidad de cada uno de los personajes para mostrar un perfil diferente y alejado del prototipo inicial.

En un ingenioso ejercicio autorreferencial, la escenografía destaca por su aparente sencillez. Apenas unos cuantos elementos, que parecen sacados de las casas de los propios actores -exactamente lo que uno esperaría del tipo de teatro que se cuestiona-, son el complemento perfecto para la interpretación. Pero donde realmente destacan es en las sincronizadas coreografías, que no desperdician ni un ápice del escenario con una ambición realmente admirable.

Nada de lo anterior sería posible sin una interpretación a la altura, propiciada por el hecho de que en ciertos momentos el elenco parece representar pasajes de su propia vida. Los momentos musicales son especialmente brillantes, con un gran trabajo vocal, en especial de Julian Salguero y Verónica Polo, incapaces de perder el aliento. La música, además, es interpretada al piano en directo por el propio Jorge Toledo, detalle que siempre es de agradecer y genera aún mas empatía con lo que ocurre en las tablas.

Tras el telón recoge lo mejor del formato de la comedia musical y lo utiliza a su favor para dar a conocer una situación de precariedad de la que poca gente, incluso los más aficionados al teatro, es consciente. Un mensaje que llega mucho mejor a través de la risa y queda para siempre en la memoria gracias a lo pegadizo de sus canciones. Porque para poder hacer crítica hay que comenzar antes por saber reírse de uno mismo. Y si es con tanta calidad, mucho mejor.

Dirección: Alejandro Melero