Ya lleva nueve años el Festival Multicultural de Tapas y Música en Lavapiés, y cada año crece con más vigor. El año pasado participaron más de 100 bares, y en esta edición, organizada por el barrio de Lavapiés y patrocinada por Estrella Damm, el número sigue siendo igual de impresionante. Este año había 138 tapas, 58 de las cuales «fueron obra de emprendedoras, encargadas o cocineras», lo cual añade un espíritu feminista al celebrado festival.
¿Qué hemos comido?
El evento sigue creciendo con más diversidad e inclusión. Muchos de los locales dispusieron de tapas veganas o sin gluten, y de diversa procedencia. Casi toda España estuvo representada con tapas de Asturias a Andalucía, del País Vasco a Mallorca y de Galicia a Canarias.
Aparte de la fuerte presencia de comida española, la gastronomía de casi cada rincón del mundo se pudo degustar con ofertas procedentes de casi todos los continentes. Tapas internacionales como nopal mexicano, tarta senegalesa, patacón puertorriqueño y roubao japonés son algunos de los ejemplos más llamativos.
¿Quién ha ganando?
Y, por supuesto, tuvo que haber ganadores. El pasado 30 de octubre anunciaron los resultados de las tapas ganadoras de esta edición y la taberna italiana Bresca se llevó el triunfo por su lasagna de pesto rojo de tomate seco, ricotta y paprika con guarnición de piñones, provola, pancetta y crema de vinagre balsámico.
África Fusión quedó en segundo lugar con su plato senegalés y La Alegría de la Huerta, en tercero con un pisto manchego. Además, hubo ganadores de los Mercados de Antón Martín y San Fernando, triunfando los raviolis de Urban Orchard y el pollo tinga de La Bici Verde, respectivamente.
¿Qué hemos escuchado?
Pero Tapapiés no solo consiste en comer, porque ¿qué es un bar sin ambiente? Docenas de actuaciones se sucedieron durante los dos fines de semana del festival, variando desde música fantasía medieval hasta «animación callejera».
Incluso hubo un premio para el «grupo ganador de las actuaciones», que se ha llevado Hakuna Ma Samba, una «batucada de Madrid con un potente espectáculo de percusión caracterizado por su humor, por sus sketches teatrales, bailes, guasa y por su música».
Pero lo más llamativo del festival no fueron las tapas vanguardistas ni las actuaciones originales, sino, simplemente, el ambiente de la calle. Pasear por uno de los estrechos callejones del barrio era como pasar por un bar lleno de gente despreocupada. Cuando la acera se convierte en silla, cuando la plaza se convierte en pista de baile, cuando el barrio se convierte en bar… surge algo delicioso.