‘Suburbicon’: El epicentro del mal

La sociedad Clooney-Coen sigue dando rédito. Comenzó en el 2000 con la participación de George Clooney como actor principal en O Brother!, y continuó años más tarde en Crueldad intolerable (2003) y Quemar después de leer (2008), todas ellas dirigidas por los hermanos de Minnesota. Tuvo su penúltimo capítulo el año pasado en ¡Ave, César!, la última película de los Coen, donde el papel más importante volvió a recaer sobre el oscarizado actor, y parece que entre ellos existe una buena química de trabajo porque ahora ha sido el propio Clooney quien ha sacado del cajón un guion antiguo de Joel y Ethan y, junto a ellos y su guionista de cabecera, Grant Heslov, lo ha reescrito para realizar Suburbicon, su sexta película como director, tras Monuments Men, Los idus de Marzo o Buenas noches, y buena suerte, entre otras.

Suburbicon cuenta la historia de un idílico barrio residencial homónimo de Estados Unidos, cuya calma se ve interrumpida por la llegada al vecindario de una familia de afroamericanos, lo que provoca un rechazo masivo –que irá in crescendo a lo largo de todo el filme– por parte de una sociedad totalmente conservadora que cree que su llegada es una provocación que solo puede traer desgracias y romper la paz que se respira entre los vecinos, todos de raza blanca.

Los únicos que no se oponen a su aparición son los Lodge, que habitan la vivienda colindante. Una familia tradicional formada por Gardner Lodge (Matt Damon), su esposa Rose (Julianne Moore), que está en silla de ruedas tras un accidente de coche, su hijo Nicky (Noah Jupe), y Margaret (Julianne Moore también), hermana de Rose que vive con ellos para ayudarles en las tareas del hogar; que, en medio del clima de agitación social y racial que afecta al barrio, tiene la desgracia de sufrir un atraco nocturno a su domicilio por parte de dos desconocidos, que acaba con consecuencias desastrosas para la familia y les obliga a volver a empezar.

Fotograma de Suburbicon
Matt Damon y Julianne Moore son la pareja protagonista del filme

Puro estilo Coen

Cuando uno ve la película, si es medianamente conocedor del estilo de los Coen, no puede dejar de pensar que, a pesar de no estar dirigida por ellos, el filme destila su esencia. La historia sucede en un lugar tranquilo en el que aparentemente no ocurre nada raro, alejado del bullicio de las grandes ciudades, donde una tragedia desencadena una cadena de errores que demuestran hasta qué punto puede llegar el ser humano en la lucha por sobrevivir. Una constante en la filmografía de Joel y Ethan que tiene su ejemplo más claro en Fargo.

A favor de Clooney hay que mencionar la inclusión en el guion del elemento racista, que no estaba en el original, y que se sitúa como escenario perfecto de todo lo que sucede. Asimismo, el diseño de producción es maravilloso y nos traslada de manera fidedigna al día a día de finales de los años 50, acompañado por la fotografía de Robert Elswit, ganador del Oscar por Pozos de ambición, y la excelente banda sonora del francés Alexandre Desplat, que tiene una gran importancia en el filme y logra emocionar e inquietar a partes iguales.

Los papeles principales están interpretados por actores de reconocido prestigio como Matt Damon y Julianne Moore, que efectúan con solvencia su papel, un jovencísimo Noah Jupe que no desentona en absoluto y cuyo futuro apunta muy alto, y un excelso Oscar Isaac, que, a pesar de tener un papel secundario, vuelve a demostrar una vez más que tiene estrella.

Basado en la historia real de la primera familia afroamericana que se trasladó a vivir a un barrio residencial de Levittown (Pensilvania) en los años 50, el filme une con acierto la crítica política característica de las películas de Clooney, en este caso a la segregación racial, que hoy en día está de nuevo en boga tras la elección de Trump –aunque cabe plantearse si en algún momento ha dejado de estarlo–, con los planteamientos morales y los personajes ridiculizados de los Coen, en una atrevida comedia con mucha violencia y rebosante de humor negro.

Pablo Gugel

Periodista y Comunicador Audiovisual. Cinéfilo, melómano y amante del arte y la literatura.

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