A las ocho en el reloj

La cara con la que pasea la gente por las calles de Salamanca lo dice todo. La magia comienza ya en el camino. Los viajes en tren tienen algo de especial, sea cual sea el destino, pero esta magia es aún mayor cuando el objetivo es llegar a Salamanca. Os recomiendo disfrutar del trayecto a media tarde, con los paisajes castellanos bañados por la última luz del sol y aterrizar en la ciudad cuando ya ha anochecido. Pegad bien la nariz al cristal hasta hacer vahó cuando estéis llegando y deleitaros con el perfil de la catedral nueva bañado por la luz de la luna, es el primer espectáculo que nos brinda la capital charra incluso antes de llegar.

No hay que desaprovechar la confusión de la noche, Salamanca es bella de día, pero tremendamente enigmática a horas más intempestivas. La Plaza Mayor, ese pulmón donde la sangre de la ciudad se oxigena para seguir rumbo al resto de lugares de su geografía, se vuelve un escaparate de culturas a partir de las 8 de la tarde. El reloj siempre puntual, maneja la vida de sus habitantes.

Michael es el perfecto compañero de viaje. Lo encuentro tocando el violín, como siempre. Junto a su inseparable perro Ulises, como siempre. Michael lleva tocando su violín por las calles de Salamanca seis años, y la Plaza de Anaya es su lugar favorito. El mío también.

Él me cuenta la historia del General Thiebault, que en la Guerra de la Independencia decidió tirar todas las casas que separaban su residencia (lo que es ahora el Palacio de Anaya, o lo que es lo mismo la Facultad de Filología) de la catedral, para poder así verla al abrir su ventana. No tenía mal gusto el general.
Estudiantes, cantautores y algún que otro hippie opiáceo abarrotan los jardines de la plaza. Raro sería llegar un día y encontrarlos vacíos.

Las Catedrales, la nueva y la vieja, se levantan imponentes, impenetrables al paso del tiempo, como un roble centenario, ajado por las inclemencias de la vida, pero grandioso. Un astronauta y un mono comiéndose un helado, decoran la fachada oriental de la catedral. Unos elementos bastante poco ortodoxo que fueron colocados por los canteros que la restauraron en el s.XX, esta es sólo la versión oficial. Muchos coinciden en que fueron colocados ahí por algún ser extraterrestre.astronauta

No se tarda mucho en darse cuenta, de que para caminar por esta ciudad, unas buenas zapatillas pueden ser tu mejor aliado. Los adoquines parecen puestos a dolor por absolutamente todos los rincones del casco antiguo. Únicamente se libra la plaza de la Fachada de la Universidad. Es curioso, ha habido veces que he pasado por aquí a las cuatro de la madrugada y hay gente con la cabeza levantada, la boca abierta y el brazo en alto intentando encontrar la rana encima de la calavera. A la mayoría nos lo tienen que chivar las gitanas que se encuentra por allí, a cambio de un lote de postales.

Pero no son sólo los edificios lo cautivador de esta ciudad. Su ambiente, finisecular, dieciochesco me atrevería a decir, cautiva a cada paso. Algo importante para crear este ambiente, ha sido la labor de inserción de cada edificio histórico, en una estancia útil para el día a día de los salmantinos. Sin ir más lejos, la Casa de las Conchas, uno de los emblemas del plateresco castellano, acoge hoy la Biblioteca Pública.
Cuenta la leyenda, que detrás de una de las 300 conchas de Santiago que la decoran, se esconde una llave que abre el tesoro que se encuentra en el interior. Yo pienso que la ciudad en sí es el tesoro.

No nos podemos ir sin dar un paseo en bici hasta el Tormes, El Puente Romano y el Lazarillo nos reciben con los brazos abiertos. El reflejo en el río de las vidrieras de la Casa Lis, el museo de arte contemporáneo de la ciudad, te hará enamorarte de Salamanca si es que todavía no lo has hecho.

El viaje llega a su fin. Siempre es difícil despedirse de esta ciudad, y lejos se me plantea la vuelta. Y es que contradiciendo a un gran maestro que decía: “Que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”, os invito a que disfrutéis de Salamanca siempre que podáis.

CUADERNO DE VIAJE

qué ver: Catedral Nueva y Vieja existe la posibilidad de subir a las torres, abierto todos los días de 10 a 13h excepto los martes. 3€/pax. El Palacio de Monterrey propiedad de la Casa de Alba, se necesita reservar cita previa Tel. +34 923212433, grupos de 25pax. La Casa de las Conchas y la Clerecía que se sitúan una enfrente de la otra. La primera, tiene horario de 10 a 21h, y la segunda sólo se puede visitar por las tardes, de 16 a 19h excepto los miércoles. 

dónde comer: Restaurante Santa Eulalia (Plaza de Santa Eulalia, 11. 37002 Salamanca (España) Tel. +34 923281236) Gastrobar de reciente inauguración en la ciudad. Cuenta con una carta de raciones y medias raciones con un precio medio de 40€/pax. y diversos menús que van desde los 12 a los 30 euros. Productos de temporada e innovación son las claves de este restaurante. Restaurante Plaza 23 (Plaza Mayor, 23. 37002 Salamanca (España) Tel. +34 923271353) ‘La nueva cocina de siempre’ es su lema. La ubicación es inmejorable y el menú ronda los 25€/pax.

dónde dormir: Hotel NH Puerta de la Catedral (Plaza Juan XXIII, 5. 37008 Salamanca (España) Tel. +34 923280829  E-mail: [email protected]) Hotel de 4 estrellas y con una situación inigualable al lado de la catedral nueva. Habitaciones en torno a 120€ con desayuno incluido. Cuenta con gimnasio, spa y visitas guiadas. StudioHostal Salamanca (Calle Zamora, 2. 37002 Salamanca (España) Tel. +34 923280557) Un hostal destinado a gente joven con una excelente ubicación al lado de la Plaza Mayor. Habitaciones por 25€ la noche con desayuno incluido.

 

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