Rodin, una historia narrada a través del ballet psicológico

Tres días para disfrutar del Eifman Ballet de San Petersburgo en Madrid. Tres días de danza psicológica en Los Teatros del Canal, pero sobre todo, tres días para conocer la vida de Rodin y de su musa Camille Claudel. El 11, 12 y 13 de marzo se representa Rodin, la trágica historia del escultor francés que nos regaló grandes obras como El Pensador y que promete mostrar el espíritu inmortal de los ballets clásicos rusos llevado al máximo nivel de complejidad contemporánea.

rodin1Los amantes de August Rodin y de la danza tienen la oportunidad de disfrutar de una obra magistral que ya se estrenó en noviembre de 2011 en el Alexandrinsky Theatre de San Petersburgo. La música, de Maurice Ravel, Camille Saint-Saëns y Jules Massenet será la encargada de marcar los ritmos y los pasos de una de las mejores compañías de danza rusas de la actualidad mientras narra la historia de dos personas cuya genialidad, por desgracia, terminó en locura.
La vida artística del parisino, constantemente marcada por la polémica y las críticas, jamás se separó de su también tormentosa vida privada. Su hermana mayor, fruto del primer matrimonio de éste, fue separada de su familia cuando su padre contrajo su segundo matrimonio. Se criticó duramente la perfección de su escultura La edad de bronce y se le acusó de haber sacado los moldes directamente del cuerpo de la modelo y no de una arcilla hecha por el artista; y muchos lo culpan todavía de la locura que internó en un centro psiquiátrico a su alumna y amante Camille Claudel. Parece que la suerte siempre estuvo de su parte y supo salir airoso de la acusación de plagio, en parte gracias a su amistad con otros grandes artistas como Edgar Degas, y terminó casándose con los que algunos llaman ‘el amor de su vida’ poco antes de morir, Rose Beuret. ¿Qué quedó de Claudel entonces?

Conoció a Camille Claudel cuando ella ya era una escultora que había alcanzado el reconocimiento- La vieja Helena o Busto de vieja ya habían nacido antes de su idilio romántico con su compañero de profesión-. Él tenía 43 años cuando visitó el taller de la joven de 19 e, inmediatamente, la quiso entre sus estudiantes. A él se le considera hoy en día como uno de los padres de la escultura moderna, y ella supo aprovechar la oportunidad de aprender con el mejor, pero, por desgracia, el talento y el arte pronto se mezclaron con la locura, el odio y los celos.
A pesar de trabajar como iguales y que muchos apreciaran el talento de la artista, fuera del taller era tan solo la alumna del maestro o, peor aún, su amante. Las opiniones después de sus exposiciones eran generalmente positivas, pero los críticos veían en sus obras la ayuda de Rodin y no la creían capaz de esculpir las piezas por sí misma. De poco servían las palabras del maestro negando tales acusaciones porque ella apenas recibía encargos o vendía sus obras. La admiración inicial que sentía por su mentor, se acabó convirtiendo en odio y envidia al sentirse humillada y despreciada. Ella deseaba demostrar que, aun siendo mujer, podía ser también una gran artista y observaba con recelo como la carrera del escultor cada vez llegaba más alto mientras la suya había quedado estancada. Por aquel entonces, el artista fue nombrado caballero de la Legión de Honor, expuso junto a Monet, le pidieron un monumento a Victor Hugo y otro a Balzac… ¿Acabó Claudel convertida en un recuerdo deshecho por el capricho de un escultor con demasiado ego?
En 1988 el artista firmó un contrato en el que se comprometía a sostener a Claudel como artista, casarse con ella y renunciar a cualquier otra mujer, pero seguía manteniendo una relación con su fiel compañera Rose Beuret. Así, la relación entre ambos se fue enfriando tanto en el ámbito profesional como en el personal, ya que el escultor ni siquiera se planteó cortar sus lazos con Beuret cuando Claudel quedó embarazada de un hijo suyo que jamás llegó a nacer. Los celos artísticos y amorosos terminaron con la unión entre ambos a finales de 1898, y la vida de la artista desde entonces fue cayendo en picado.

Claudel destrozó sus propias obras con un martillo e ingresó en el centro psiquiátrico en el que pasó los últimos 30 años de su vida por orden de su madre. Se le diagnosticó una «sistemática manía persecutoria» y «delirios de grandeza» por los que se creía víctima de «los ataques criminales de un famoso escultor». Acabó enterrada en una fosa común sin que nadie reclamase sus restos, mientras que el escultor contrajo matrimonio con Beuret poco antes de morir. Lo que podría haber sido una gran historia de amor, se convirtió en uno de los romances más tormentosos del mundo artístico, y ha servido de inspiración al Eifman Ballet para representar la lucha interna y la desesperación que Rodin y Claudel  expresaron a través de sus obras de bronce y mármol.

 

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