En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme… o quizá debería decir en un lugar del Henares cuyo nombre recordaré siempre. No sé…, pero lo que tengo claro es que la llamada “cuna de las letras españolas” tiene un encanto especial. Su gran bagaje cultural nos trasporta fácilmente a los siglos XVI y XVII. Es fácil perderse entre esas calles inundadas por el ambiente estudiantil de los antiguos monasterios, ahora facultades en donde una minoría de la población actual decide estudiar carreras en su día prestigiosas, hoy carentes de sentido –según ciertos sectores de la sociedad que presumen de ser modernos-.
Alcalá de Henares es famosa no solo por la Universidad que acogió a personajes como Juan de Valdés o Francisco de Guevara. Alcalá es literatura, filosofía, historia, derecho, teatro, filología… En definitiva, cultura.
Junto al edificio de la Universidad en la Plaza de San Diego, encontramos el convento de Las Clarisas de San Diego, que hacen y venden las tradicionales almendras garrapiñadas. Y para los amantes del teatro… El Corral de Comedias, uno de los teatros más antiguos de Europa en cuyo interior se pueden distinguir las trasformaciones que ha sufrido el teatro europeo, pasando de ser un espacio abierto a la forma italiana de coliseo romántico. Su disposición, los cambios en el escenario, decorados… todo ello nos trasporta al Siglo de Oro español y a la evolución que ha sufrido esta disciplina a lo largo de los siglos.
La Plaza de Cervantes, llamada antiguamente el mercado, es el centro de la ciudad desde que se fundó la Universidad. Justo al lado se encuentra la calle más famosa y conocida de toda la ciudad: la calle Mayor, que nos lleva hasta una antigua casa del siglo XVI donde, según la tradición, nació el escritor más mencionado de la historia española y, sin duda, más temido por los estudiantes de secundaria y bachillerato que sufren solo de pensar en las tapas del libro por excelencia de toda la literatura española. Ese que todos los españoles presumen de tener en la estantería de sus librerías con la mejor y más cara encuadernación, pero que ni se han leído ni piensan hacerlo. Total, todo el mundo sabe de qué va ¿no?: cuenta las aventuras de un escudero gordito y bonachón junto a un caballero flaco y chiflado, cuya locura la han desencadenado los libros de caballerías –por eso, ellos, que son muy obedientes, han decidido leer solo de vez en cuando El Marca; eso sí, como modelo de cultura general-.
En definitiva, en esa casa hidalga del Siglo de Oro, nació Miguel de Cervantes Saavedra (1547). Su interior está ambientado con interesantes muebles de la época y una de las mejores colecciones de las distintas ediciones de El Quijote. En torno a un bello patio de columnas renacentistas se distribuyen las distintas estancias: sala de labor, cocina, comedor, estrado de las damas y la sala de aparatos médicos que bien pudieron pertenecer al padre de Cervantes.
La casa, de dos plantas, actualmente se abre al público todos los días. Además contiene un pequeño museo dedicado a diferentes ediciones cervantinas, de diferentes fechas e idiomas. Sin duda, un lujo para filólogos, historiadores y amantes de la literatura y cultura españolas y un suplicio para los modernos y tecnológicos que alardean de estar a la última y no perder el tiempo con lugares aburridos del pasado. Dos caras de una misma moneda… Ahora bien, cada uno somos libres de elegir lo que queremos ser y hacer. Es lo que hay. ¿Cara o cruz?
