¿Por qué habrá desaparecido el placer de la lentitud?

la lentitud

Francia. Un castillo encantado. Un lugar donde pasado y presente se encuentran, mezclándose el uno con el otro. El novelista checo, Milan Kundera, aprovecha  un viaje con su mujer en un antiguo castillo francés para reflexionar sobre la época contemporánea y sobre la velocidad que la distingue. Sus observaciones se reúnen en una novela, La lentitud, escrita entre el 1993 y el 1994. En el mismo castillo, donde el escritor y su mujer pasan las vacaciones, tiene lugar también un congreso de entomólogos. En ese mismo castillo, en el siglo XVIII Vivan Denon ambientó un cuento, que trataba de una maravillosa noche de amor entre un joven caballero y una cierta Madame de T.

 En la narración pasado y presente se entrelazan, dando un ritmo constante y creando así una serie de correspondencias y diferencias entre dos épocas. Un pasado, el del siglo XVIII, dominado por las pasiones, el culto del placer y la búsqueda de la felicidad a través de la lentitud. Un presente dominado por la velocidad, por el ruido, por la completa falta de verdad. Kundera rechaza la trama, no hay una historia, sino muchos hilos que se entrelazan para guiar al lector a una reflexión final.  Asistimos a un desfile de diferentes personajes, que actúan como si su vida fuera una obra teatral. Son personajes míseros, trágicos, y a veces ridículos. Se enfrentan a la cuestión espinosa de su propia representación, o representación ante los demás. Cada uno cuando se presenta en público tiene una diferente actitud, como si estuviese representando un papel que no es lo suyo. Los personjaes de la novela se reducen a meras máscaras, como si la realidad misma no fuera nada más que una representación teatral.

La reflexión de Kundera es un crítica o una provocación hacía la sociedad contemporánea. Con el paso del tiempo se han perdido una serie de valores, y uno de estos es el placer de la lentitud. Vivimos en una época sometida al mito o al demonio de la velocidad, nadie se para a observar un paisaje, a reflexionar sobre el pasado, nadie busca aquella eterna felicidad, soñada por los románticos.

“El grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; el grado de velocidad Milan Kunderaes directamente proporcional a la intensidad del olvido”.

Viviendo en una época sometida a la velocidad, y puesto que el grado de velocidad es proporcional a la intensidad del olvido, Kundera indica dos posibles explicaciones de nuestra época. La primera es que la sociedad se deja conducir por la velocidad y así se olvida de si misma. La segunda, y la más probable, es que nuestra sociedad está obsesionada por el deseo de olvidar y por eso se entrega al demonio de la velocidad.

Con lo cual, no parecerá extraño que el escritor nos permita asistir, como espectadores teatrales, a una misma escena ambientada en distintas épocas.  Por un lado, un caballero del siglo XVIII que después de una maravillosa noche pasada con Madame de T., camina lentamente hacia el parque y se sienta con aire pensativo, para no olvidar el recuerdo de aquella noche. Por otro lado, observamos a un hombre del siglo XX, impaciente y fastidiado por la ridícula noche pasada en compañía de una mujer, que se aleja en su moto con toda velocidad, para olvidar esa noche con la misma intensidad con que el otro quiere conservar el recuerdo para siempre.

Quizás es en la lentitud de ese caballero que está el secreto de la felicidad.

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