Astérix y Obélix conquistan Bretaña, pero no al público

Asterix y Obelix

Astérix y Obélix regresan con sus aventuras de la mano de Laurent Tirard, esta vez, al servicio de su majestad. Se trata ya de la cuarta película de la saga de los dos protagonistas de cómic galos más famosos. Adoptando el argumento del tebeo ‘Astérix en Bretaña’ como gran hilo conductor, introduce también elementos aislados de ‘Astérix y los Normandos’. Se estira, de esta forma, su metraje innecesariamente hasta casi las dos horas, más propias de una superproducción que de una mera adaptación.

El camaleónico actor francés Gérard Depardieu vuelve a encarnar el papel del encantador Obélix, mientras que su fiel amigo Astérix es interpretado por Edouard Baer, un rostro sobradamente conocido en la televisión francesa y quien afirma sentirse encantado con la “dimensión épica” de su personaje. Por su parte, sorprende la intervención de Catherine Deneuve  en el papel de Cordelia, la reina de los bretones. La que es para muchos, en la actualidad, la actriz francesa más emblemática desde Brigitte Bardot y Jeanne Moreau, nominada al Oscar por Indochina (1992), decide embarcarse en un film que no destaca especialmente por su brillantez, sino por un guión más bien endeble y repleto de desatinos.

En esta ocasión, la misión de los protagonistas se basa en trasladar la poción mágica hasta el último poblado bretón, que resiste la conquista por parte de los romanos. Para ello, contarán con la colaboración de Buentórax, el oficial más leal de la reina, y doblado al español por el humorista Carlos Latre, que se desplazará hasta la Galia para solicitar la inestimable ayuda de Astérix y Obélix, quienes se encuentran al cuidado de su sobrino Gudúrix, un joven descocado del que han de hacer un hombre.

La película, que ha costado más de 60 millones de euros, 20 menos que su predecesora, ha sido rodada en 3D. Lejos de fijarse en los originales mencionados de sus creadores Goscinny y Uderzo, esta adaptación coge las viñetas únicamente para crear diálogos absurdos, efectos escasamente trabajados y bromas a las que les cuesta arrancar una sonrisa.

 

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