Orson Welles, un siglo de mito

“Tener un final feliz depende, por supuesto, de donde quieras que acabe tu historia”.

 

Firma Orson_Welles

Esta frase podría perfectamente figurar como epitafio del inclasificable y polifacético Orson Welles (Wisconsin, 1915 – California, 1985), que hubiera cumplido hoy 100 años. De sus setenta años de vida, empleó once en lograr un rápido y meteórico ascenso hacia la cúspide del éxito, que fueron seguidos por cuarenta y tres de incomprensión y ostracismo. Director de incuestionable talento, considerado por muchos como el más grande, Welles sigue ejemplificando tres décadas después de su muerte el misterio del artista incomprendido y la encarnación del genio cinematográfico.

Talentoso desde su más tierna infancia, cualquier disciplina artística le sentaba bien, recibió una esmerada educación que hizo de él un auténtico niño prodigio. Huérfano a los 15 años, tras una serie de desgracias familiares, emigró a Europa con la única ambición de hacerse actor profesional. Con su gran capacidad de recitación, su magnífica voz y un conocimiento absoluto y memorizado de toda la obra de Shakespeare, consiguió hacerse un hueco a los 16 años en el Gate Theatre de Dublín. A los 22 era el actor de teatro mejor pagado de Estados Unidos, a los 23 realizó la famosa retransmisión radiofónica de La guerra de los mundos y a los 25, la RKO Pictures le pasó un cheque en blanco para que hiciera con él lo que quisiera. El resto es historia del cine: Ciudadano Kane transformó para siempre el orden y la relación de las fuerzas en el cine mundial.

CIUDDANO KANE

Pero no todo fue tan bien como pudiéramos pensar. Por una serie de motivos, incluyendo el hecho de que Ciudadano Kane ridiculizaba al más poderoso de los barones de la prensa norteamericana, William Randolph Hearst, el filme fracasó en taquilla. En su segunda película, El cuarto mandamiento (1942), adaptación de una novela de Booth Tarkington sobre el declive de una familia aristócrata del Medio Oeste en paralelo al nacimiento de la industria del automóvil, la RKO le arrebató el control creativo y mutiló seriamente el montaje cuando estaba cerca de terminarla. En este punto de su carrera, Welles, todavía ocupado con múltiples proyectos en cine y radio, aún era considerado un director de cierta enjundia, aunque su fama de independiente y problemático ya circulaba por ahí.

Cuando Welles se marchó de Estados Unidos para grabar un documental sobre Sudamérica, la RKO aprovechó su ausencia para asumir el control final de todos los proyectos que tenía pendientes. Aunque la productora diseminó historias sobre la tendencia de Welles a pasarse del presupuesto acordado y comportarse irresponsablemente, investigaciones recientes sugieren que la mayor “irresponsabilidad” de Welles fue rodar una película políticamente radical en la que todos los héroes eran pobres y muchos no eran blancos, (como ya hiciera con su Macbeth montado en Harlem por y para negros). Tanto El cuarto mandamiento como Estambulen sus montajes alterados, fueron un fracaso de público, y el perfil comercial de Welles permaneció en la categoría de “director difícil” durante el resto de su carrera. Una fama que permaneció incluso cuando su siguiente película, El extraño (1946), que realizó tres años después, se convirtió en el único de sus filmes que dio beneficios tras su estreno. Welles realizó este thriller relativamente comercial para probar que era un profesional, aunque la película se recuerda irónicamente como la menos memorable de sus producciones hollywoodenses.

Aquí es donde la confusa reputación pública de Orson Welles trabajó de forma más clara en su propio perjuicio. Especialmente en los EEUU, donde era sobre todo considerado como un director de Hollywood fracasado o al menos alguien en quien no se podía confiar demasiado, antes que como un intrépido cineasta independiente que a veces se las había apañado para trabajar con la poderosa cobertura de los estudios de Hollywood. Su genio residía en su capacidad para ser impredecible como artista. Ese don le convirtió en alguien peligroso y deficitario para las mentes de los productores de Hollywood. Todas las películas que haría en años posteriores en «la meca del cine», La dama de Shanghai (1947), Macbeth (1948) y Sed de mal, (1958), perdieron dinero, mientras que la última de ellas ni siquiera se proyectó para la prensa americana.

MACBETH (2)La primera película que realmente terminó él mismo desde Ciudadano Kane fue Otelo (1952), financiada en gran parte con sus trabajos como actor en este lado del Atlántico. Welles poseería el final cut del resto de sus producciones no realizadas en Hollywood: Mr. Arkadin (1955), El proceso (1962), Campanadas a medianoche (1966), Una historia inmortal (1968), Fraude (1973) y Filming Othello (1978). Pero a pesar de la libertad creativa de la que gozaba en Europa, el propio carácter y método de trabajo de Welles (y por supuesto dificultades de financiación) propiciaron que dejara films incompletos como su Don Quijote, en el que trabajó intermitentemente durante las tres últimas décadas de su vida y que, finalmente, fue montada de forma desastrosa por Jesús Franco tras la muerte del director.

Ante la inminente celebración de los 100 años de su nacimiento, los especialistas, los estudiosos y los seguidores otra vez se frotan las manos. Las películas inconclusas, editadas por otros o dejadas en manos de nadie serán material de libros y exhibiciones en salas. Este año, por ejemplo, se estrenará en Estados Unidos la esperada The Other Side of the Wind, más de 1.000 bobinas guardadas bajo llave en un almacén parisino. Welles rodó entre 1970 y 1976 este proyecto, con tintes claramente autobiográficos, que fracasó (cómo no) por falta de fondos. Se centraba en la figura de un legendario director que, venido a menos después de mudarse a Europa, decide regresar a Hollywood con la esperanza de relanzar su carrera.

La idea del filme comenzó en 1937 tras una pelea a puñetazo limpio entre Orson Welles y Ernest Hemingway, un choque de egos en un estudio de grabación de Manhattan. El joven pero ya famoso Welles había sido llamado por Hemingway para narrar su documental The Spanish Earth sobre la Guerra Civil española y se le ocurrió modificar el guión del escritor, para mejorarlo, lo que no sentó bien al temperamental autor, que le acusó de homosexual. La trifulca acabó entre risas y whiskies, pero se hacen evidentes las coincidencias entre el protagonista de The Other Side of the Wind, Jake Hannaford, y el propio Hemingway. Hannaford representa el cliché de cineasta machote al más puro estilo John Ford, y la acción narrada en el filme transcurre un 2 de julio, el último día de la vida del personaje, misma fecha del suicidio de Hemingway. Welles consideraba una pantomima esa exhibición de testosterona tras la cual se podía ocultar una homosexualidad reprimida, y lo recoge así en la película, en la que, de forma sutil, muestra la atracción que siente Hannaford por su actor principal, un factor clave en el desenlace de la trama.

De la multitud de homenajes programados para el aniversario del cineasta, destaca en Madrid una muestra fotográfica que se inaugura hoy mismo en la Fnac de la Plaza de Callao de Madrid con un concierto del músico Remate, que interpretará en directo la banda sonora de Two Much Johnson, un filme inédito de Orson Welles recuperado y restaurado en 2013. La exposición Bajo la influencia de Orson Welles forma parte de una serie de actividades que el canal televisivo TCM ha puesto en marcha para conmemorar este aniversario y que incluye, además, un ciclo dedicado a las películas más representativas de este cineasta que el canal ofrecerá a lo largo del mes de mayo y el estreno exclusivo del documental de producción propia This is Orson Welles, un filme que recoge, entre otros, el testimonio de cineastas como Martin Scorsese, Peter Bogdanovich o de Chris Welles, hija del director.

En la citada exposición, cada uno de los fotógrafos ha elegido un momento determinado vinculado a la vida o a la obra del director. Las fotos de esta exposición remiten al Welles cineasta pero también al ser humano que fue. Un hombre que sin duda se adelantó a su tiempo y que fue marginado por la industria de Hollywood. El actor al que le fascinaba mostrar el envejecimiento físico y la decadencia moral de sus personajes o el joven que aterrorizó a Estados Unidos con la emisión radiofónica de La guerra de los mundos. Todo ello se puede ver en esta muestra fotográfica que, tras su paso por Madrid, visitará los centros Fnac de Sevilla, Málaga, Valencia, Barcelona, Bilbao, Oviedo y A Coruña. Un conjunto de obras que demuestran que, cien años después de su nacimiento, la influencia de Orson Welles sigue viva, generando multitud de vocaciones y fecundando el trabajo de jóvenes artistas.

Vídeo homenaje de La Noche Temática :

Andrés Seoane

Gallego y periodista de nacimiento y vocación. Podría hablar sobre mí y sobre lo que me gusta, pero es mejor que leas mis textos. Ellos se expresan mejor que yo.

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