La paternidad, la inmigración o el amor. Siempre el amor, ya sea desde las trincheras, la incondicionalidad, el arrepentimiento, desde una estación muda, desde el resentimiento o la desilusión. Y es que Antonio Orozco lleva ya más de diez años, desde su Un reloj y una vela, componiendo y dando forma a sus sentimientos y los de sus miles de seguidores que con el paso del tiempo no han dejado de sentirse identificados con los ritmos lentos de su pop gaditano.
Un sonido característico que poco ha cambiado a lo largo de su trayectoria y que volvemos a sentir en Cadizfornia, su cuarto disco de estudio. Diez canciones nuevas que toman el relevo de las alegrías que le dio El principio del comienzo. Difícil superar su melódica «Estoy hecho de pedacitos de ti'»o la entusiasta ‘Quiero ser’. Pese a todo, esta vez regresa y apuesta fuerte por las colaboraciones, como el dueto que protagoniza junto a Iván Ferreiro en ‘Soldado 229’. Por primera vez, se juntan estas dos voces que bien valen un disco y merecen futuros trabajos juntos. Emociona esta historia del amor imposible, en la distancia, a través de unas cartas que evidencian su autenticidad. Contrasta, sin embargo, con ‘Hoy todo va al revés’, con la que arriesga gracias a la ayuda del hip hop de Tote King. Su lado más comprometido lo encontramos a propósito de otra de las colaboraciones, la del cantante Youssou N’Dour, con el que grabó ‘Por qué no les devuelves el sol’.
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A medio camino entre EEUU y su Cádiz natal comenzó a gestarse este disco, que bebe de las influencias étnicas, vivenciales y circunstanciales con las que Orozco se fue encontrando. Un año de viaje físico e interior que termina en Barcelona, con la grabación de diez temas en los que que exprime sus sentimientos y canta desde adentro, compone con su vida, desnuda sus experiencias más íntimas, sus ‘Tres corazones’.
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