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Okuda San Miguel: «El arte y la creación dan sentido a mi vida»

Okuda San Miguel, un referente en el arte urbano

El arte forma parte de nuestro día a día. Se esconde en los objetos más cotidianos, dentro incluso de nuestras casas, sirve como apoyo a la funcionalidad aunque, a veces, opta por enfrentarse a ella. Y, desde hace algunos años, también ha trascendido la firmeza del lienzo para posarse en la rugosidad de muros, paredes y cualquier otro entorno al aire libre en lo que se conoce como arte urbano.

Okuda San Miguel es uno de los artistas urbanos más prolíficos de nuestro país. Nació en 1980 en Santander pero se trasladó a Madrid en el año 2000 para estudiar Bellas Artes en la Universidad Complutense. Desde sus inicios en el año 1997, sus trabajos en vías y fábricas abandonadas de su ciudad natal fueron claramente reconocibles. Sin embargo, paralelamente a sus trabajos en la calle, Okuda comenzó también a producir piezas más íntimas en su estudio.

En su obra, las formas geométricas cargadas de matices de colores brillantes se mezclan con formas orgánicas, cuerpos sin identidad, animales sin cabeza, símbolos de todo tipo, etc. y tratan de plantear cuestiones filosóficas que rozan el existencialismo y se preguntan incesantemente acerca del sentido de la vida y las raíces de la humanidad en calles y galerías de todo el mundo: India, Mali, Mozambique, Estados Unidos, Japón, Perú, Sudáfrica, México y Europa.

Además, este artista urbano participó en la última edición de la feria de arte contemporáneo Art Madrid 2018, que tuvo lugar entre el 21 y el 25 de febrero en la Galería de Cristal de CentroCentro Cibeles.

Okuda San Miguel, un referente en el arte urbano
Okuda San Miguel, un referente en el arte urbano

Cultura Joven: ¿Cómo fueron sus inicios en el arte urbano?
Okuda San Miguel: Fue algo totalmente inconsciente, pues empecé a pintar en vías y fábricas abandonadas de Santander.

CJ: ¿Qué significa para usted el arte urbano?
OSM: El arte y la creación dan sentido a mi vida y seguir haciéndolo en la calle me hace sentir infinitamente libre y feliz.

CJ: ¿Cómo definiría sus trabajos?
OSM: Mis trabajos son una visión abstracta, surrealista y metafórica del mundo moderno y del ser humano. A veces, algunas de mis obras están directamente relacionadas con momentos o personajes de la realidad que me inspiran, pero otras veces son figuras clásicas o proceden de culturas ancestrales de África o Asia.

CJ: ¿Cómo ha evolucionado su forma de trabajar desde que comenzó?
OSM: Creo que sigo manteniendo aspectos como la energía positiva, la ambición, el crecimiento continuo y la búsqueda infinita… Pero quizá ahora me defino por ser mucho más disciplinado, responsable y consecuente con respecto a la magnitud de mi obra y mi trabajo.

CJ: ¿Cómo integra su trabajo en el entorno?
OSM: Es muy importante llegar al lugar concreto donde se ubique el mural o la pieza y sentir que te retroalimentas de la cultura o el entorno. A veces hay personajes interesantes, ornamentos, esculturas públicas o historias del propio lugar que me inspiran directamente y que incluyo en mi composición, pero reinterpretándolo con mi lenguaje personal.

CJ: ¿Qué intenta provocar en sus espectadores?
OSM: Positivismo por encima de todo. Y además una doble lectura que invita a la reflexión sobre ciertos temas que trabajo: el existencialismo, el mundo moderno, la naturaleza, la libertad, el amor…

CJ: ¿Qué opina acerca del tratamiento del espacio público?
OSM: Me encanta y amo trabajar en el espacio público porque con una sola obra puedes cambiar todo un entorno, un barrio o incluso la actitud de la gente que vive ahí. Es algo importante, que hay que tener en cuenta y ser muy consciente de ello antes de realizar determinado trabajo o crítica. Creo que mis composiciones multicolores –aunque en ocasiones traten temas tristes o críticos–, siempre aportan mucho positivismo al lugar. Y hacer sentir algo positivo en los demás es lo que más me interesa en mi obra, sobre todo si es en barrios degradados en lugares de India, África, Latinoamérica o Europa del este.

CJ: Transformó la Iglesia de Santa Bárbara, en Asturias, en un «templo del skate«, ¿dudó alguna vez sobre el proyecto?
OSM: Nunca dudé sobre aquel proyecto. Desde que vi la foto en Internet puse todo el corazón en llevarlo a cabo, y así ocurrió.

CJ: ¿Cuáles fueron sus sensaciones al pintar en un lugar tan especial?
OSM: Fue algo increíble que resulta difícil de explicar. Fue simplemente algo mágico.

CJ: ¿Cuál fue la reacción general?
OSM: Ha sido el proyecto más mediático y más valorado de todos los que he hecho. Las reacciones  han sido muy buenas, hasta de algunos sectores de la propia Iglesia. Aunque considero que hay gente a la que no le gusta que se “renueven” estos espacios y, por ejemplo, en Marruecos pinté solamente el exterior.

CJ: ¿Supusieron un reto añadido las particularidades arquitectónicas que presenta una iglesia?
OSM: Todo lo contrario. Para mí significó una motivación increíble.

CJ: ¿Cómo se financia su trabajo?
OSM: Depende del proyecto, pero normalmente la organización de cada país o del evento en concreto, se encargan de ello. En ocasiones, algunos de mis proyectos personales son financiados por los nuevos mecenas, es decir, por las marcas comerciales, como en el caso del Kaos Temple (la Iglesia de Santa Bárbara).

En octubre de 2015, el artista cambió los crucifijos de la “Iglesia Skate” de Llanera (Asturias) por colores vivos y rampas en apenas siete días. Ahora, el desacralizado templo es un auténtico lugar de peregrinaje para los amantes del arte y el skate. Aquí Okuda decidió juntar el pasado y el presente y representar su propia religión y estilo de vida siendo fiel a la máxima que sigue en toda su obra: la libertad.

 

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