La comercialización del mensaje social de Bad Bunny, tan evidente como necesaria

Bad Bunny en concierto

A comienzos del siglo XXI, los ritmos latinos comenzaban a calar en todo el mundo y el reggaetón se convirtió en una de sus muestras más características. Desde este momento, fue relacionado con un tipo de música “exótica” que sólo se escuchaba a altas horas en las discotecas y en ciertos barrios. Las letras con vocabulario machista, vulgar y las referencias a relaciones exclusivamente heterosexuales fomentaban este tipo de pensamiento, y fueron algunas de las razones por las que su integración en el imaginario musical actual resultara más difícil. Por suerte, las cosas están cambiando.

En marzo de 2020 los bares, discotecas y pubs de todo el mundo comenzaron a cerrar sus puertas a causa de la crisis del Coronavirus, fue entonces cuando el mundo de la “fiesta” sufrió un parón insólito. Y, desde luego, si hay alguien que no se esperaba esto era Benito Martínez, alias Bad Bunny, quien sacó su último disco el 29 de febrero para, según afirmaba él mismo en su Instagram: “que lo disfrute todo el mundo en la discoteca más cercana”.

Quizás YHLQMDLG, su nuevo álbum, aún no ha sido disfrutado como es debido en lo que rítmicamente se refiere, pero estas semanas de cuarentena han servido para analizar lo que ha supuesto este disco en la nueva etapa de la música urbana y ahondar en la figura de Bad Bunny en ella.

Con 26 años este artista puertorriqueño ha conseguido reciclar sus orígenes (fue criticado por machista en canciones como M.I.A. junto a Drake) y utilizar su posición privilegiada para crear un nuevo discurso a través del trap, el reggaetón y, asimismo, sus redes sociales. Todas estas plataformas han sido utilizadas para expresar su opinión en temas tan polémicos como la política, el feminismo o el colectivo LGTBIQ.

Sin ir más lejos, durante las primeras semanas de promoción, Bad Bunny acudió al programa de Jimmy Fallon, uno de los late nights más vistos de Estados Unidos, con una camiseta con la siguiente frase: “Mataron a Alexa, no a un hombre con falda”. Refiriéndose a un delito de odio ocurrido esa misma semana hacia Alexa, una mujer transexual puertorriqueña cuya ficha policial la describía como “hombre con falda”.

Bad Bunny promocionando su último disco en el programa de Jimmy Fallon.

Sus alusiones contra este tipo de representación transfóbica y homofóbica, protagonizadas por personas con un alto porcentaje de masculinidad tóxica, son constantes en sus redes sociales. En ellas intenta oponerse a estos estereotipos con gestos de carácter individual como maquillarse, vestirse con prendas asociadas a la feminidad, como faldas, o ponerse esmalte en las uñas. Hasta donde conocíamos, algo fuera de lo común en un artista de este mundillo.

En este ímpetu de concienciación social, otra de las características del cantante es que se siente muy unido a sus raíces latinoamericanas y es algo que, al menos de momento, no pretende abandonar. Gran parte de su discurso se basa en apoyar la comunidad hispana, meta que parece estar consiguiendo al haber mantenido su nuevo disco en lo alto de la lista norteamericana a pesar de ser completamente en español.

Siguiendo esta misma línea, recuperamos la noticia ocurrida durante el verano de 2019, cuando el entonces presidente de Puerto Rico, Ricardo Roselló, se vio obligado a dimitir de su puesto tras las protestas por las calles de su país al verse implicado en un escándalo homófobo. Y, efectivamente, al frente de estas protestas no había políticos sino músicos, artistas nacionales como el propio Bad Bunny, Residente o Ricky Martin, que fueron los encargados de dar a conocer al resto del mundo lo que estaba ocurriendo en su país.

Bad Bunny encabezando una de las protestas de Puerto Rico

Finalmente, no podríamos hablar de la reciente, y aparente, conciencia social de Bad Bunny sino mencionáramos el estreno del videoclip de la canción Yo Perreo Sola, donde hace un alegato a la independencia de las mujeres en contra de los celos recalcitrantes que, en muchas ocasiones, se han alabado en este tipo de canciones. Esta vez, el cantante interpreta a todos los personajes de su historia y él mismo sale vestido de una mujer que, por supuesto, baila sola. Acto que todo tipo de público ha alabado, bien, pero que es inevitable que nos lleve a las otras preguntas… ¿sería tan aceptado si el mismo discurso lo hubiese dicho una mujer? ¿Aún así es aceptable?

Está claro que ni los cantantes de música urbana, ni Benito Martinez, ni siquiera su alter ego, Bad Bunny, están destinados a convertirse en mesías de las generaciones más recientes; pero si su mensaje mainstream y revolucionario, esté encorsetado por una necesidad de ventas o no, consigue llegar a un pequeño porcentaje de estos nuevos pensadores, hemos de admitir que será gracias a la música y no a pesar de ella.

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