Por los caminitos del deseo de Manos de Topo

Manos de Topo

Manos de Topo

«Manos de Topo os quieren más que vuestra madre», afirmaba con su extraña sonrisa Miguel Ángel Blanca ante una sala Sol abarrotada desde minutos antes del inicio del concierto. Y es que, tras más de dos años sin actuar en la capital, el cartel de «Entradas agotadas» tardó poco en aparecer. 

El motivo de su vuelta a los escenarios madrileños era la presentación de su último trabajo, Caminitos del deseo (Collar de macarrones, 2014). Tenían los de Barcelona el reto de demostrar que, a pesar de la oscuridad que envuelve su último lanzamiento, seguían manteniendo la frescura tan característica con la que se dieron a conocer hace siete años con el sobresaliente Ortopedias bonitas (Venus in furs, 2007). Conscientes de ello, durante hora y media desplegaron un repertorio en el que las nuevas canciones convivieron con las más antiguas de manera muy natural y efectiva.

Comenzaba el espectáculo con Tragedia en el baño de señoras. Desde el primer tema se pudo comprobar la impecable factura técnica con la que se desarrollaría todo el concierto. La base rítmica, con Rafa de los Arcos a la batería y Eduardo Campos al bajo, ponían de manera precisa y contundente el armazón para que los teclados y el metalófono de Alejandro Marzoa aportaran el toque naïve. Y para romper esa sensación infantil, la viola de Sara Fontán pero sobre todo, la voz de Miguel Ángel Blanca. Debatiéndose entre el lloro, el desafine -perfectamente estudiado- y el desgarro, Miguel Ángel aportaba a cada canción el punto de justo de emoción, calculando en qué momento ser histriónico y en que momento ser violento. Así, canciones como Ingeniería nupcial o Tus siete diferencias sonaban totalmente diferentes a El cartero o El pollo frito.

Con el público entregado a la causa desde la primera nota,  Miguel Ángel se tomó la licencia de hablar y bromear más de lo habitual, arrancando las risas y los aplausos en más de una ocasión. Pero la noche era de las canciones, y algunos de sus clásicos como Es feoimprescindible videoclip-, Aeropuertos de segunda o La Estatua de la Libertad consiguieron una autentica catarsis entre los asistentes.

Desafortunadamente para los allí presentes, se acercaba el momento del final, y la banda no quiso despedirse de cualquier manera, si no apelando a todo el público a realizar «un baile estúpido» durante el tema Lógico que salga mal. Nadie lo dudó ni por un instante, y así, mientras el título se repetía como un mantra durante varios minutos, la sala Sol al completo realizaba una coreografía demencial, en sintonía con el surrealismo imperante de Manos de Topo. Que no vuelvan a pasar más de dos años, por favor.

Roberto Juanes

Antiguo biotecnólogo reconvertido a aspirante de periodista cultural por mi afición a la música. Discos, conciertos y fixies ocupan todo mi tiempo.

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