LO QUE ME QUEDA POR VIVIR -

El ser humano tiene la extraña costumbre de pasar sus días en el futuro. Vivimos en un desperdicio del presente que convierte el momento diario en un estercolero del tiempo. Tiempo malgastado, tirado, rechazado, ignorado. Tiempo que no regresará y que, sin embargo, menospreciamos con el deseo de encontrar uno mejor en el mañana, un tiempo que no decepcione a unas expectativas manipuladas por el efecto engañoso del que, creemos, será un tiempo mejor.

Antonia es la nueva heroína de Elvira Lindo, que retoma de nuevo esa manera suya tan particular de convertir en excepcional a un personaje que de tan ordinario podría resultar demasiado leído ya. Su vida está construida desde adentro, con el cariño, el mimo y el amor que se emplea en escribir una novela que, precisamente por eso, consigue conmover y encoger la sensibilidad del más hermético. Una vida común de una mujer común con una historia común a muchas Fotografía de Elvira Lindo chicas que, como ella, sufrieron la orfandad, el abandono, el desamor y un embarazo en el Madrid de los 80 con demasiada precocidad para su capacidad de asimilarlo. Y, mientras, lucha por encontrar su lugar, por hacer caso omiso a sus traumas, por evitar que ejerzan un poder demasiado fuerte sobre ella. Porque, sobre todas las cosas, peleará por dar lo mejor de sí misma a un niño que será su salvación, con el que incongruentemente cambiará los papeles y que cuidará de ella. Ejercerá desde su tierna infancia un papel que no le corresponde, de ayuda a la madre frágil y desorientada pero que, gracias a él, ser reinventará y afrontará la vida difícil aunque, en fin, la vida que le ha correspondido vivir, a la que aprenderá a exprimir y paladear en todos los momentos para así, convertir en verdaderamente importante el presente que tendrá la oportunidad de descubrir cada mañana. Entonces, caerá en la cuenta de que el verdadero despertar es Lo que me queda por vivir, la mejor Elvira Lindo para su mejor novela hasta ahora.