¿Lees o E-bookeas?

El ebook de Amazon

Papá Noel, Santa Claus, San Nicolás… Su influencia cada vez es mayor en el país. Y así, quienes tengan chimenea quizás hayan recibido ya sus corbatas, pijamas y libros. Los regalos tradicionales. Sí; los tradicionales. Porque por mucho que desde 2009 el libro en formato digital se venda más que en papel en los Estados Unidos; por mucho que Amazon suba en bolsa cada navidad, gracias a las ventas masivas de su  lector Kindle; por mucho que los precios hayan bajado de media de 300 a 99 euros en un par de años; aún no podemos hablar de España como un país de lectores digitales.

 El libro eléctronico es cómodo, ligero y relativamente sencillo de usar. ¡Se acabó el sobrepeso en Ryanair por culpa de los libros! Por fin se puede uno leer Guerra y Paz sin dolores musculares. No más forrar los libros con papel de periódico para que no se estropeen Metro arriba, Metro abajo. Con argumentos como éstos, es lógico que las pasadas navidades fuese el regalo estrella. ¿Por qué entonces no termina de cuajar?

En primer lugar, por la percepción. Un “reader” se sigue viendo como un artículo de lujo que automáticamente te convierte en pijo y poco menos que en explotador. Más aún, las compañías de libros digitales acaban de asentarse en España y la promoción es poca. Un e-book no es todavía una necesidad. Los precios de los contenidos no ayudan (un libro en formato digital sigue costando aproximadamente el 75% del precio del original) Sumémoslo a la consabida crisis y…

Pero hay algo más, algo que no se explica con datos ni porcentajes. La experiencia de leer un libro consiste también en el olor que tiene, en cómo crujen sus páginas, en cuidarlo como el bien precioso que es. Y  hay ciertas cosas que ni siquiera con publicidad cambian.

Aunque algún finlandés barbudo opine lo contrario…

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