Nos encantan las etiquetas de todo tipo. Nos tatuamos frases de nuestros grupos favoritos. Nos dejamos puestas las pulseras de los festivales a los que vamos, nos cae mejor alguien si escucha la misma música que nosotros… Y lo indie está de moda. Y de repente surge una chica que se hace llamar Lana del Rey. Quizás el debut de esta joven neoyorkina no sea lo que esperábamos. Después de hinchar la burbuja hasta límites insospechados, el martes pasado explotó. Y lo hizo con la publicación de Born to die. Cuando se tienen las expectativas por las nubes bajar de ellas siempre se hace de manera brusca y esto es lo que ha pasado con Elizabeth Grant (nombre real de la artista).
Producto prefabricado como esas pizzas del mercadona que tanto nos gustan, producto mainstream, musa, indie, pop. Conceptos que se mezclan y dan como resultado un disco lleno de matices. Canciones tristes que recuerdan a bandas sonoras de los 60 y a noches en las que el vino y la conversación llenan el vacío que dejan las palabras gastadas. Si a esto se le suma lo mucho que nos precipitamos calificando cualquier tipo de nueva música que llega a nuestros oídos es normal que la burbuja se hinchase tanto. Aún así, el disco debut de Lana del Rey se deja escuchar una y otra vez sin ningún problema. Le sobran algunas canciones pero la esencia es la de un buen trabajo.
A los temas que ya conocíamos (Video games, Blue jeans y Born to die) se suman otros a destacar como Without you, Dark Paradise o la sorprendente Off the races. Cerrar los ojos y dejarnos atrapar por todo el disco no es nada complicado, ahora solo falta que su famosa frase de “we were born to die” no sea un prefacio de su carrera y tengamos nueva musa para rato.
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Los 15 temas de Born to die se pueden escuchar en Spotify.
