LA PUESTA DE LARGO DEL CAPITÁN AMÉRICA

Cartel Capitán América

Esta es la historia de un soldado americano a quien, después de haber combatido en el frente de batalla durante la Segunda Guerra Mundial, su patria se lo dejó olvidado en algún congelador polar. Nadie se acordaría de él hasta que, 70 años después, Marvel necesitara dar a conocer al súper héroe que, junto a Hulk, Spiderman, Tor y Iron Man, completará el equipo de The Avengers, en cines en mayo del año que viene.

Sin embargo, el Capitán América fue el primero que Joe Simon y Kack Kirby crearon en 1941. Quizá por ello los súper poderes del Primer Vengador no estén tan desarrollados como los de sus compañeros de grupo, engendrados todos ellos a principios de los sesenta: este súper héroe no se tiñe de color verde ni trepa por las paredes, no puede correr a la velocidad del rayo ni tiene un martillo mágico que le permita volar, y, además, no se fabrica su propio traje, sino que se lo encarga a Howard Stark, el padre de Iron Man.

Pero, ¿qué podíamos esperar de un escuálido chaval de Brooklyn que colecciona enfermedades y a quien golpean en los callejones? Este era Steve Rogers (Chris Evans) hasta que decidió participar en un programa experimental que lo convirtió en el Capitán América. Gracias al suero creado por el Dr. Erskine (Stanley Tucci), su musculosa encarnación gana la suficiente fuerza y agilidad como para alcanzarr a un taxi corriendo, dar algún que otro puñetazo, esquivar balas y saltar, cual atleta olímpico, todo tipo de vallas.

Primera portada del cómic de Capitán AméricaA estas cualidades cabe añadir un talento prodigioso sobre los escenarios para vender bonos del Estado, ataviado con el traje del cómic original: una máscara con alitas blancas de águila y un mallot con una estrella en el pecho y las rayas de la bandera americana. Pero no se asusten, porque éste no es el uniforme con el que el soldado Rogers luchará. De él sólo conservará los colores corporativos –aunque algo más ennegrecidos –, el escudo y el antifaz. Y así vestido, bajo las órdenes del coronel Chester Phillips (Tommy Lee Jones) y con la ayuda de su amigo Bucky Burnes (Sebastian Stan) y de la mujer de sus sueños, Peggy Carter (Hayley Atwell), luchará contra HYDRA, la división científica de los nazis dirigida por el general Johann Schmidt, alias Calavera Roja (Hugo Weaving).

El oficial nazi también había probado el batido híper proteico del Dr. Erskine, con lo que se enfrentará al Primer Vengador en un cuerpo a cuerpo igualado y no demasiado espectacular. Nada que ver con el impresionante gancho de derecha que, en la portada del primer número de Capitán América, el héroe estadounidense descargaba sobre la mandíbula de Hitler, dejando claro el objetivo del cómic y los ideales de sus autores. Pero cuando acabó el conflicto, el súper guerrero se quedó sin malos con los que pelear y, aunque durante los primeros años de la Guerra Fría intentó renovarse como cazador de brujas, poco a poco iría perdiendo popularidad. En la película de Joe Johnston, en cambio, no aparece ni el Führer ni sus esvásticas en ninguna escena, porque el nuevo Capitán América no quiere participar en la Segunda Guerra Mundial para matar nazis, sino –como todo buen americano – para proteger la democracia, la justicia y la libertad.

Una vez descongelado y presentado en sociedad, sólo falta por ver contra qué malvado villano defenderán su bandera, en pleno siglo XXI, el Capitán y sus colegas.

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