La música siempre estuvo

La música en tiempo de Coronavirus

El instrumento de cuerda enfundado en una esquina del habitáculo. Abandonado. Descuidado. Olvidado como mero bártulo decorativo. Hasta que un diálogo vía Skype abre la veda: “¿Qué os parece si creamos un grupo de música por si esto del Coronavirus persiste mucho tiempo?”. Reímos. Convivencia en pijama. Y cuidados a distancia entre pantallas.

Es el quinto día de confinamiento e intentemos mantener la cabeza distraída. Para no hundirnos en la sobreinformación incesante. Quién lo diría. Hijos de la comunicación rehuyendo, por unos instantes, de las actualizaciones sobre la pandemia global.

Para sobrellevar la situación y no salir de casa hasta que esta tormenta se apacigüe, artistas de diferentes modalidades culturales han puesto su granito de arena. Recetas culinarias en Redes Sociales. Libros gratuitos en PDF en la web de diferentes editoriales. Miniconciertos vía Instagram.

Ahora que estamos encerrados entre cuatro paredes visualizamos de nuevo la vieja guitarra. Empolvada por el paso del tiempo. Nunca se fue. Pero cuesta valorar la aportación de la cultura a nuestras vidas. Conscientes de que no es el único sector precarizado, sí que suele ser el olvidado en el eslabón de los Presupuestos Generales del Estado.

La primavera aterriza agria en el sector musical. Los conciertos y festivales se han visto avocados por una ola de cancelaciones sin precedentes. Justo cuando estaba a punto de comenzar la época de espectáculos musicales. Y en medio del caos aún no se ha destinado ayuda alguna que calme el desconcierto sobre el futuro del colectivo. Pues, aunque la cara visible sea el cantante o grupo de turno, también pertenecen al sector musical los técnicos de sonido, equipos de producción, fotógrafos y un largo etcétera.

Y, ¿qué podemos aportar nosotros en estos días en los que la música intenta sosegar la situación complicada que estamos viviendo? Agradecer a los profesionales que conforman este arte sonoro. Ahora que volvemos a apreciar la cultura, reconozcamos el trabajo que existe detrás de un proyecto musical. No se trata solamente de conectarnos al directo de Instagram.

Compremos discos. Adquiramos merchandising en la tienda online del grupo, pues aunque los envíos no sean viables en estos momentos se trata de un incentivo para el conjunto musical. O escuchemos un disco entero de un artista. Tengamos el gusto, ahora que disponemos de tiempo, de recorrer las entrañas del elepé. Como un explorador. Descubriendo ese solo de bajo. Esa letra que te recuerda tiempos mejores. O aquellas melodías pegadizas que te instan a bailar con la escoba en calcetines y moño. Disfrutemos de la música sin prisa. Sin necesidad de consumirla al ritmo frenético que impera nuestros días.

Ya sabéis. No solo de pan vive el hombre. No solo de directos y comentarios en las redes sociales comen los músicos. Cuando la hecatombe del Coronavirus diga adiós, no olvidemos ni el valor de este arte ni la inestabilidad económica del gremio. Y sigamos apoyando la música en directo. Porque siempre estuvo.

Cuidémonos. Mandemos abrazos virtuales. Y lavaos las manos.

Eva Ocaña

"La única verdad es la música" (Jack Kerouac)

Deja una respuesta

Your email address will not be published.