La delicada y potente nostalgia de ‘Mad Men’

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Los protagonistas de Mad Men

Después de nueve años, siete temporadas y 92 capítulos, hace un año decía adiós una de las series más celebradas de la televisión, Mad Men. Desde Cultura Joven hemos querido recordar la historia de Don Draper, Peggy Olson y compañía. Una historia que no es solo un retrato concreto de unos personajes, sino de la sociedad americana de los años 60.

En 2007, AMC estrenaba la serie de Matthew Weiner (Los Soprano) y nos presentaba a Don Draper, un director creativo de la Avenida Madison. Atractivo, con carisma y con la vida y la familia perfectas. A lo largo de las temporadas nos fuimos dando cuenta de cómo Don, un maestro en el mundo de la publicidad, vendía una imagen de sí mismo. Detrás de las habitaciones de hotel, el humo de sus cigarrillos y los escarceos amorosos, se encontraba un hombre infeliz que no era capaz de saber realmente quién era. Un regalo en forma de personaje, al que Jon Hamm supo dar vida y credibilidad a lo largo del viaje emocional de Draper en la serie.

Mad Men es, esencialmente, un estudio de la condición humana a través de sus personajes. Su evolución, su crecimiento y sus problemas son reales para cualquier espectador, que se puede sentir identificado con cada uno de ellos. La ambición sin medida de Pete Campbell (Vincent Kartheiser), la infelicidad de Betty Draper (January Jones), la valentía de Joan Holloway (Christina Hendricks), el sentido del humor de Roger Sterling (John Slattery) o la perseverancia de Peggy Olson (Elisabeth Moss). Esta última, junto a Don, es la gran protagonista de la serie. El personaje encarnado por Elisabeth Moss es un testimonio de la lucha de la mujer en los 60 por hacerse un hueco en un mundo dominado por hombres. Inconformista y sin miedo a alzar la voz, Peggy se convirtió capítulo a capítulo en la heroína inesperada de la serie.

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Don (Jon Hamm) y Peggy (Elisabeth Moss) en The Suitcase

Y como buenos protagonistas, algunos de los mejores momentos de la serie nos llegaron de la mano de Don y Peggy, confesando sus miedos el uno al otro en la soledad de sus oficinas a altas horas de la madrugada. Su relación es quizás la más honesta de la serie, y Peggy, una de las únicas personas con las que Don se permitía mostrar su verdadera personalidad.

A lo largo de las siete temporadas de Mad Men, Weiner diseccionó la sociedad americana de la época, plasmando el machismo asfixiante, el nacimiento del movimiento hippie y los acelerados cambios de una sociedad en plena transformación. A través de la vida de Don  y compañía, los guionistas retrataron algunos momentos clave de la historia de los Estados Unidos, como el asesinato de Kennedy o las revueltas por los derechos de los afroamericanos y las mujeres.

Todo esto recubierto del halo de misterio y seducción que Mad Men siempre ha poseído. Una serie en la que hay que leer entre líneas y plagada de detalles, en la que nada sobra, y en la que cada frase, cada silencio y cada plano tienen un significado. Muchos de esos pequeños momentos son los que los incondicionales de Mad Men recuerdan una vez concluida la serie; la mirada de Sally Draper a su padre cuanto éste le enseña la casa donde creció, la puerta abierta al final de The Suitcase (el que muchos consideran el mejor episodio) o la sonrisa con la que Don se despidió de nosotros en ese redondo último capítulo de la serie.

Un año después de su esperado final, Mad Men, que se alzó con cuatro Emmys consecutivos por sus primeras temporadas, se ha ganado un puesto en la historia de la televisión americana. Una serie que solo queda recordar con esa nostalgia que nos vendía Don en aquella lejana primera temporada. Un testimonio de la época dorada de la pequeña pantalla, que podemos celebrar volviendo a empezar y disfrutándola de nuevo.

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