‘Kong: Skull Island’: Un blockbuster sin corazón

Kong Skull Island, película de 2017

Kong Skull Island, película de 2017

1973. En plena retirada de las tropas de Vietnam, un grupo militar recibe una última misión, acompañar a un equipo de científicos a rastrear una isla desconocida del Pacífico Sur. Aunque se rumoreó que podría tratarse de una secuela de King Kong de 1933 o una precuela de la versión de John Guillermin rodada en 1976, la adaptación de Jordan Vogt Roberts, que ya podemos ver en la cartelera española, se trata realmente de un reinicio de franquicia.

Kong: Skull Island utiliza esquemas del cine clásico que funcionan a la perfección, cumpliendo así su cometido: entretener. Un popurrí de gigantes resuelve la cinta, donde no existe una sola secuencia que no contenga tensión.

Apocalise Now (Francis Ford Coppola, 1979) está presente en todo el filme, obsequiado en multitud de escenas de escuadras de helicópteros, y otras tantas acompañadas de música de la época –menos épica que en la película de Coppola−. Por otro lado, el Coronel Preston Packard –interpretado por Samuel L. Jackson−, aunque falto de carisma, puede equipararse con el coronel Bill Kilgore en su pérdida de cordura. No obstante, Packard termina por acercarse al Capitán Ahab en su obsesión por capturar a Moby Dick, llevando a su tripulación al desastre más absoluto.

Kong: Skull Island, película de 2017

Además del estereotipado papel de L. Jackson, Tom Hiddleston se mete en la piel de James Conrad, un rastreador ex capitán del Servicio Aéreo Británico, que tan pronto parece tener dos dedos de frente como se lanza al peligro de manera infundada. Brie Larson, por su parte, encarna a Mason Weaver, una ambiciosa fotógrafa ‘antiguerra’ que proporciona algún que otro guiño a Ann, la actriz del filme de 1933, solo que esta vez en un papel de una heroína más activa. Quizás este sea el personaje más creíble, aunque también el más prescindible si no se buscara homenajear a la cinta original. En cualquier caso, la maraña de sujetos en los que poco se profundiza no permite empatizar con el primate más popular del cine, ni conmoverse con las relaciones interpersonales que se establecen.

Si bien el reboot destaca por la originalidad de sus planos y sorprendentes efectos visuales, los diálogos resultan forzados, finalizando en algunas ocasiones con un énfasis que consigue ruborizar al espectador.

Un detalle curioso es el aumento de tamaño de King Kong, así como su costumbre para andar sobre sus dos patas si se compara con el de Peter Jackson de 2005. Posiblemente, se trate de una estrategia para poder enfrentarlo con Godzilla en 2020, ya que el filme que reabría la franquicia del reptil en 2014 mostraba a un monstruo mucho más corpulento, eso sí, su trama transcurría en la actualidad, por lo que se desconoce cómo se las arreglarán para juntar a los dos gigantes. Kong: Skull Island, ofrece un adelanto de esta nueva batalla tanto en una escena post-créditos como en una lucha con un lagarto de sus mismas dimensiones, homenajeando a su vez a la película de 1933.

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