Hayao Miyazaki, el dragón japonés que reinventó el cine de animación

Hayao Miyazaki

Hayao Miyazaki nació en un pueblo de Tokio, el mismo año que Japón dejó caer los misiles sobre la costa estadounidense de Pearl Harbor (1941). Hijo de un fabricante de timones para aviones de guerra, su infancia estuvo marcada por el desastroso escenario que dejó la Segunda Guerra Mundial y por la lucha de su madre contra la tuberculosis espinal que la atenazaba.

Es, precisamente, a raíz del conflicto bélico que Hayao Miyazaki decidió estudiar Ciencias políticas y económicas en una de las universidades más prestigiosas de la ciudad. Pasaba las tardes leyendo libros occidentales y desarrollando su pasión, el dibujo, que había heredado del “padre del manga” Osamu Tezuka.

Pero fue cuando entró al cine a ver Hakuja Den (1958), el primer largometraje japonés de dibujos hechos en color, que decidió dedicarse por completo a la animación. Encontró un trabajo como intercalador en Toei Animation, una joven empresa que buscaba personal para la complicada tarea de insertar dibujos entre movimientos.

Clip de Panda y la serpiente mágica (1958), el film japonés que llevó a Hayao Miyazaki al mundo de la animación

Poco a poco fue ganando responsabilidades, convirtiéndose en líder del movimiento de protesta contra la explotación de los trabajadores de la propia compañía, y conociendo al dibujante Isao Takahata y a su prometida, Akemi Ota, con la que se casaría en 1965.

La relación de Hayao Miyazaki con Toei duró trece años, hasta que en 1978 decidió buscar su futuro en una empresa más consolidada como Nippon Animation. Allí creó, junto a Takahata, los animes de Heidi y Marco, y asumió la dirección de una serie y de su primera película: Lupin III, el Castillo de Cagliostro, basada en un manga del mismo nombre.

Comenzó entonces la obsesión del dibujante por crear una película independiente que pudiera ser solamente suya. Siete años después le llegaría la oportunidad con el encargo de la revista Animage para diseñar un manga que posteriormente convertiría en film animado: Nausicaä del valle del viento (1984).

Clip de Nausicaä del Valle del Viento, la primera película independiente de Hayao Miyazaki

La productora Topcraft Studio, que fundó el propio Hayao Miyazaki con su compañero Takahata, fue la encargada de proporcionar el dinero para que el proyecto viera la luz. La empresa cambió su nombre en 1985 por un término que tiene su origen en un avión de guerra italiano, el Caproni Ca. 309 Ghibli. Fue así como nació, en las afueras de Tokio,  Studio Ghibli.

Tres fueron los pilares del nuevo cine de animación japonés de Hayao Miyazaki. En primer lugar, su fascinación y su rechazo por las guerras, que impregna de pacifismo cada una de sus películas. En segundo lugar, su admiración por las figuras femeninas temperamentales, que se inspiran en la fortaleza mental de su propia madre. Y, en tercer lugar, la ambientación en el Japón rural de posguerra, una escena unida al mensaje ecologista contra la acelerada industrialización del mundo.

Hideo Miyazaki y Isao Takahata fueron alternándose en la dirección de las películas durante los primeros años. El castillo en el cielo (1986) era un intento de repetir la fórmula de Naäusica, contando una historia bélica en la que dos niños deben defender la mítica ciudad flotante de Laputa del ataque de un agente secreto del gobierno nipón, que pretende robar su tecnología para dominar el mundo.

La tumba de las luciérnagas (1988), la segunda producción obra de Takahata, narra el periplo de dos hermanos japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, que ante la muerte de su madre tienen que aprender a sobrevivir. El drama se centra en el chico, que intenta por todos los medios mantener la moral de su pequeña hermana mientras caen las bombas en la ciudad.

Conforme creció la fama del Studio Ghibli dentro y fuera de las fronteras niponas, mayor se volvió la ambición de Hayao Miyazaki por crear obras que, dentro de sus pequeñas oficinas, pudieran comunicar mensajes cada vez más globales. Fue así como, tras películas de autor como la conmovedora Mi vecino Totoro, la reinvidicativa Pom Poko, la hilarante Porco Roso o la entrañable Nicky, la aprendiz de bruja, el estudio creó su mejor película hasta el momento: La princesa Mononoke (1997).

Clip de Mi vecino Totoro, obra con la que Miyazaki retrataría la infancia de dos niñas en un pueblo de Japón

En este film, el joven Ashitaka va en busca del dios Ciervo para curar las heridas que le ha infligido un jabalí corrompido por un espíritu maligno. En el camino descubre cómo los lobos que guía la princesa Mononoke, de la que se enamora perdidamente, y otros animales como los monos o los jabalíes luchan por defender al dios del Bosque de la amenaza humana que pretende destruirlo para siempre.

El inicio del nuevo siglo vio un antes y un después en Hayao Miyazaki, que exploró al máximo su creatividad para dibujar tres de sus mejores largometrajes. El viaje de Chihiro (2001), ganadora del primer óscar a una película de animación, es un viaje por la infancia de una niña japonesa, pero es también una travesía hacia el interior de nuestra imaginación.

Narra la historia de una niña de 10 años que un día, en un viaje con su familia, descubre un enorme banquete fantasmal en mitad del bosque. Chihiro pierde de vista a sus padres, y entra en un pueblo lleno de dioses milenarios y criaturas fantásticas en el que tiene que ingeniárselas para volver a su casa. Allí comienza el viaje mágico que conecta a la joven con el espectador, unidos por la mente y los trazos de Hayao Miyazaki, transformándolos a ambos después de haber visto las mismas imágenes.

Clip de El viaje de Chihiro,, película que ganaría el oscar y con la que Hayao Miyazaki alcanzaría la cumbre del cine de animación

En plena etapa de madurez creó otras dos películas muy conocidas, El castillo ambulante (2004) y Ponyo en el acantilado (2008), que alternó con la producción de otros títulos menores del Studio Ghibli. A partir de 2008, su labor dentro del estudio cambió, y el dibujante se decantó por guionizar películas dirigidas por los nuevos talentos de Ghibli como Hiromasa Yonebayashi o Goro Miyazaki.

Su último largometraje fue El viento se levanta (2013), un film con tintes autobiográficos basado en la historia real de Jiro Horikoshi, uno de los mejores aviadores japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una película con cierto sabor a despedida, en la que Miyazaki recrea hechos históricos que marcaron su vida como el terremoto de Kanto de 1923, la Gran Depresión o la epidemia de tuberculosis.

No obstante, Hayao Miyazaki aún guarda un título para celebrar sus 79 años en 2020. Se llamará How do you live?, estará inspirado en el libro homónimo de Genzaburo Yoshino y, como el propio animador ha reconocido, estará dedicado a su nieto. “Es una forma de decir que tu abuelo se marcha al siguiente mundo”, revelaba en una entrevista, “pero te deja esta película como herencia”.

 

Juan Pérez

Periodista con tendencia a la música, de gustos culturales variados y guitarrista en los ratos libres.

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