Guy Ritchie salta al vacío con una excéntrica versión de ‘El Rey Arturo’

Fotograma de la película El Rey Arturo: La leyenda de Excalibur

el-rey-arturo Mucho se ha hablado en los últimos meses del largometraje El Rey Arturo: La leyenda de Excalibur. Los tráilers parecían presagiar que, detrás de esta franquicia, se escondía una buena historia. No obstante, no es oro todo lo que reluce, pero detrás de ese brillo deslumbrante tampoco se esconde el bronce porque si algo tiene esta versión de Guy Ritchie es una banda sonora que se convierte en protagonista en gran parte del metraje y una fotografía que utiliza la estética de los videojuegos para desarrollar escenas de gran impacto visual. El Rey Arturo: La leyenda de Excalibur nos sitúa antes del reinado de Arturo en Camelot y, por supuesto, antes de la Mesa Redonda. Estamos frente a una historia que relata los orígenes de Arturo y muestra cómo se convierte, posteriormente, en Rey. Lamentablemente los personajes se mueven en el estereotipo. Charlie Hunnam (Z, la ciudad perdida) se presenta como un Rey Arturo carente de nobleza al haberse criado con prostitutas. Jude Law (El aviador, Sherlok Holmes) , por su parte, se mete en el papel de Vortigern, un personaje que no termina de dibujarse en los ciento veintiséis minutos que dura la cinta. Eric Bana (Troya) da vida al padre de Arturo, Uther Pendragón, papel que le va como anillo al dedo. Entre el elenco interracial de los secundarios destacan actores como Aidan Gillen (Juego de Tronos), Djimon Hunsou (Diamantes de sangre) y Astrid Brergès-Frisbey (Piratas del Caribe: En mareas misteriosas). La inclusión de Kung Fu Jorge, interpretado por Tom Wu (Batman Begins) no termina de encajar en la historia. Asimismo se hecha en falta personajes femeninos protagonistas ya que Brergès-Frisbey tiene un papel muy secundario. el-rey-arturo-jude-law Las reglas no están escritas (o no parecen estarlo). Ritchie incluye a los vikingos en el largometraje, un elemento que parece más un capricho del director, que un componente narrativo necesario. La cinta mezcla elefantes gigantescos, hechizos y monstruos marinos con la leyenda de Excalibur y la dama del lago. Está claro que Ritchie no entiende de límites porque el cineasta ha otorgado, además, a todo el metraje y a sus personajes una estética del siglo XX que poco parece tener que ver con la historia.  Sin duda se trata de una combinación excéntrica que no termina de funcionar para los espectadores que sean un poco más exigentes con la trama, ya que la película peca de rapidez y de falta de profundidad en algunas partes de el guion. El poder de la maga, interpretada por la catalana Brergès-Frisbey, es otro de los temas que queda en un limbo narrativo ya que la magia siempre es un tema muy complicado. A lo largo de la cinta se observa su enorme poder, sin embargo, este parece desaparecer cuando la historia no lo precisa. Uno de los elementos más ingeniosos de la narración es el juego que hace el director con ciertas partes de la película. La transición temporal que recorre la infancia y adolescencia de Arturo se resuelve con una ágil combinación de escenas acompañadas de una frenética música. La leyenda de Excalibur incorpora algunos diálogos en los que varias voces se relevan y construyen las frases, lo que le da pie a jugar con el montaje. Asimismo, Ritchie hace uso de la anticipación tan característica de Sherlock Holmes que trastoca la cronología de la historia para dar vida a determinadas secuencias. Una potencia visual que también está presente en las escenas de acción y de persecución, ya que la cámara se sincroniza con el personaje, una puesta en escena que recuerda a los videojuegos. Incluso utilizan pequeñas cámaras de acción para potenciar una de las huidas. el-rey-arturo-maga La película no podría entenderse, por supuesto, sin la espectacular banda sonora realizada por Daniel Pemberton, una banda sonora con aire celta en la que predominan la fuerza y los tonos graves de la percusión y la sutileza y la precisión de los instrumentos de cuerda. Destaca sobre todo King Arthur: Legend of The Sword por la cadencia que mantiene, cadencia que hace que sea una melodía reconocible. Growing Up Londinium utiliza un tempo mucho más rápido que se mezcla con jadeos y gritos que imbuyen al espectador un ritmo frenético que permanece a lo largo de la cinta, ya que Growing Up Londinium se convierte en un tema comodín que aparece a lo largo de toda la película con diferentes variaciones. Dada la importancia que tiene Excalibur en el largometraje (y en la leyenda de Arturo), se echa de menos escenas de luchas de espadas, ya que el montaje de la película no permite disfrutar de este aspecto, quedando así muy diluido entre el sinfín de efectos especiales utilizados. El Rey Arturo: La leyenda de Excalibur es, por tanto, una versión excéntrica del mito artúrico con una magnífica potencia visual y una música arrolladora que se centra tanto en la estética y en la fuerza del metraje que deja de lado los aspectos más básicos de la historia que podían haber posicionado mejor la película. Desde aquí recomendamos darle una oportunidad a la cinta siempre y cuando no seas muy exigente con el guion. https://youtu.be/t0lBYhhSqYE

Cristina García

Siempre he tenido mis monstruos, aunque nunca fueron a verme. Simplemente convivían conmigo. Y empecé a escribir para intentar aplacarlos. Aquello se convirtió en hábito cuando descubrí que con las letras podía mantenerlos encerrados. Así que construí mundos enteros. Después llegó el periodismo y, con él, el amor por la cultura.

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