Guaglione, questo é jazz

napoles

¡Pipas! ¡Chicles! ¡Caramelos! ¡Garrapiñadas! ¡Algodón de azúcar! Familias paseando juntas buscando una noria. ¡Mira mamá! ¡¡¡¡Un saxofonista con su big band!!!! ¿Una big band? Básicamente eso es Pomigliano Jazz, un festival de música concebido como las fiestas patronales de una pequeña ciudad “dormitorio” en la periferia de Nápoles, a los pies del Vesubio.

 

Un abuelo sostiene a su nieto en los brazos mientras menea las caderas al ritmo de piano de Roberto Fonseca, pianista heredero de la mítica Buena Vista Social Club, mientras yo, como una tonta, alucino buscando entre puestos de pizza y cerveza un escenario en el que encontrarme una banda de “neomelodici” de italianos del sur, los Andy y Lucas de turno con acento no gaditano. Eso es lo normal en las fiesta de mi pueblo.

Pomigliano es famosa por su fábrica de la Fiat. Coches, grúas y gris neumático. El grueso de sus habitantes son obreros, trabajadores de industria. Cabría esperar que el alcalde  de la ciudad organizara la típica feria con cacharritos, casetas, conciertos y cultura fast food, pero se ha decidido por abrir una ventana de intercambio cultural.

Pomigliano Jazz nace en 1996 y ha logrado convertirse en un evento de importancia internacional. Es un gran escenario rodeado de prestigio, un laboratorio para la promoción del jazz en la región de Campania, aparentemente deprimida pero con una fuerza creativa sin igual.pomigliano

Comenzó como un proyecto ambicioso, que parte desde la política, impulsado por la búsqueda de  unos pocos objetivos principales: la difusión, la unión y la igualdad de acceso a la cultura. Parece justo, quien mucho abarca poco aprieta. Es una oportunidad cultural, social y económica  perfecta para el territorio. Intenta hacer una revisión del talento nacional y de las estrellas internacionales, pero también ser un lugar sin precedentes para las producciones culturales. Producciones que están alejadas en  lengua y dialecto, creando un diálogo musical, sin olvidar las diferentes formas de arte, creaciones y propuestas de tierras lejanas.

Para los artistas se ha convertido en un importante punto de referencia, un espacio de proyectos para reunirse, interactuar, intercambiar ideas y crear nuevas colaboraciones.

Es un festival dedicado a la calidad, cuidada selección de la música, del sonido que se ofrece, un perfecto sistema organizado. Pero esto no es un evento de élite, de hecho Pomigliano Jazz quiere ser una fiesta para todos y no por casualidad. Seguro que en Nueva Orleans también se puede comer pasta frita.

 

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