La madrileña sala El Sol rozó el lleno anoche en el concierto de los irlandeses Girls Names. La banda encabezada por Cathal Cully trajo a la noche de la capital con su post-punk de manual en un concierto en el que hicieron un repaso de sus tres trabajos publicados.
Pero antes de los de Belfast, le llegó el turno a Baywaves. El cuarteto cántabro-madrileño cumplió con creces el objetivo que cualquier banda se marca antes de abrir un concierto para otro grupo y, sobre todo, cuando, como es su caso, estás comenzando en esto de la música; que la gente te preste atención. No es para menos, su sonido está cuidado a la perfección y a pesar de que sólo han lanzado un puñado de canciones, las defienden de manera magistral para que ser unos chicos llevan tan poco en la música.
Más de media entrada acudió para ver a esta banda que, aunque ellos mismos se refieren a su sonido como hipnopop, es fácil encontrar semejanzas entre sus canciones y la psicodelia de los primeros discos de los australianos Tame Impala. Su primer EP llegará en marzo. Estaremos muy atentos.
Pasaban casi 15 minutos de las 11 de la noche cuando salieron a escena Girls Names. Su concierto, el séptimo consecutivo que ofrecían en siete días, hizo un repaso a sus tres discos de estudio, aunque como es lógico estuvo más centrado en Arms Around a Vision, su último trabajo publicado este mismo año bajo el sello Tough Love Records.
Girls Names no son la alegría de la huerta. Saben cuál es su papel, cómo debe ser su concierto y lo cumplen a rajatabla, desde su estética punk y su actitud seria en el escenario hasta el control sobre cómo debe ser la luz.
Arrancaron con Desire Oscillations, Chrome Rose, Exploit Me y Málaga, cuatro temas de su último trabajo, para dar paso a Hypnotic Regression, de lo más remarcable de la noche y el que todo el mundo estaba esperando. Todo ello guiado y marcado por el potentísimo bajo de Claire Miskimmin. A partir de ahí, A Hunger Artist, que ha sido primer sencillo de Arms Around a Vision, precedía a la majestuosa Pittura Infamante. A estas alturas el concierto había dado un giro, justo cuando comenzaron a alargar las canciones y cargarlas de distorsión, para terminar por todo lo alto con The New Life como bis y, sin duda, lo más intenso y espectacular de la noche.
