Eva: El alma de lo inanimado

En un futuro próximo, los hombres conviven con la robótica e inmunizados de cualquier albur etéreo, han creado máquinas a su imagen y semejanza, a las que dotar de emociones humanas. Un destello de perfección que no evade a los creadores de su naturaleza imperfecta. Éste es el leitmotiv de Eva, cinta de ciencia-ficción con la que se estrena en la dirección Kike Maíllo, otro de esos talentos prometedores forjados en las aulas de la ESCAC. Le acompañan en este proyecto actores de la talla de Marta Etura, Daniel Brühl, Alberto Ammann y Lluis Homar, sin olvidar el hallazgo de la película, la debutante Clara Vega.

Eva parte de un género apenas explorado en España y esa circunstancia, unida a su carácter de ópera prima, le convierte en una apuesta arriesgada, a la par que atractiva. Si el mundo es de los valientes, Maíllo no tiene miedo al miedo. “Kike sabía lo que se podía o no hacer, conocía sus limitaciones, y decidió unir unos elementos futuristas muy bien hechos con una historia de amor y drama, algo que las películas de género no suelen tener”, explica Daniel Brühl.

El actor Daniel Brülh protagoniza 'Eva'

El actor hispano-alemán encarna al protagonista del film, un ingeniero especializado en inteligencia emocional que recibe el encargo de crear el primer niño robot. Para ello, tendrá que regresar al hogar del que se marchó veinte años atrás y reencontrarse con los fantasmas del pasado, entre los que se encuentran el hermano (Alberto Ammann) y la novia (Marta Etura) que abandonó. Pero también tendrá un entrañable aliado, Max, un domo o humanoide que interpreta Lluis Homar, entusiasmado con el papel. “No me basé en ningún robot de la historia del cine, entendí que mi personaje era singular por su humanidad y ensayé mucho para darle personalidad propia, tarea que ha sido muy divertida”, expone el veterano actor.  Lluis Homar habla de la película 'Eva'

Quien más ha disfrutado del rodaje ha sido la joven Clara Vega, capaz de eclipsar por su viveza y expresividad en cada uno de los planos de su interpretación de la pequeña Eva. Vega extraña la nieve de Suiza y el Pirineo Aragonés, las blancas localizaciones de la cinta. Pero admite que sufrió un poco “por el frío” y que llegó a rodar a menos veinte grados. “Casi prefiero el verde del croma” ironiza Alberto Ammann, suscribiendo las dificultades meteorológicas del escenario hipotético de la cinta, Santa Irene.

En realidad se trata de un guiño a Daniel Brühl, que tuvo que rodar la mayoría de escenas con efectos especiales y en consecuencia, imaginando partículas en el aire y otra serie de elementos invisibles: “Tienes que tener fe y confiar. Puedes llegar a sentir miedo de no hacerlo bien porque si es así, puede quedar patético”. Para satisfacción del intérprete, la película recibió el Premio a los Mejores Efectos Especiales en Sitges y una calurosa acogida en el Festival de Venecia.

“El ser humano evoluciona muy rápido en el campo de la técnica, pero en las emociones, estamos todavía en la edad de piedra” se lamenta Lluis Homar. Quizá la cuestión no sea si las máquinas podrán tener alma, sino si el hombre, no terminará adoptando el cariz de un objeto inanimado. En todo caso, Eva, sin pretender dar respuestas, plantea y regala una emotiva lección de humanidad.

Fotografías: Janire Paskua.  

 

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