ENTREVISTA CON ROSER CAPDEVILA: «SIEMPRE ME INSPIRO EN GENTE QUE VEO POR LA CALLE»

Estudió Bellas Artes en la escuela Massana de Barcelona, pero no son sus estudios los que le otorgaron hace un año la Medalla de Oro de las Bellas Artes, porque Las Tres Mellizas no salieron de una estantería de la escuela municipal de arte y diseño. Ana, Teresa y Helena nacieron primero en su vientre y, después, pasaron a su cabeza para que, en un golpe de inspiración, bajasen por sus brazos hasta caer dibujadas en un trozo de papel. Desde entonces, Roser Capdevila tiene que viajar siempre con su “carpeta de monja” encima, preparada para firmar dedicatorias en las postales que guarda en su interior.

Como ya hicieran su abuelo, periodista, y su padre, historiador, Roser Capdevila, creadora de la serie animada Las Tres Mellizas, no ha dejado de contar historias desde que, de pequeña, se aferró a un lápiz del que aún ahora, a sus 72 años, sus dedos no han conseguido librarse. “Pero ahora ya no me dedico profesionalmente a esto, ¿eh? Desde que tuve el accidente ya no veo bien…” En 2005, a la dibujante le atropelló un camión que la dejó veinte horas en coma en el hospital. Desde entonces, se ha tenido que aprender de memoria todas las líneas de autobús y de metro para moverse por Barcelona. “¡Había ido en moto toda la vida! Y siempre había conducido una vespa. Me gustan mucho, por eso hay tantas vespas en mis cuentos…” Además, tiene que buscar libros que no tengan la letra muy pequeña para no cansar a unos ojos que parecen dibujados con el mismo lápiz con el que da vida a sus personajes animados.Dibujo de

A pesar de todo, Roser se divierte ilustrando historias y nunca ha dejado de dibujar. “Después, si estas historias gustan a los demás, ¡mejor!” Y es una gran admiradora de todos aquellos humoristas gráficos que publican diariamente chistes en los periódicos. “¡Yo sería incapaz!” Incapaz de dibujar un chiste diariDibujo de Roser Capdevilao, pero no de hacer reír a los niños con cada capítulo de las mellizas, combinando humor y pedagogía. “Pedagogía, pero sin pasarse… Que, a veces, la pedagogía es muy aburrida.” Pero aburrido seguro que no estarán los niños que escuchen la historia de dos familias enfrentadas por el fútbol: la de Romeo, del Barça, y la de Julieta, del Español; o la historia de Amadeus: “A mí me gusta mucho la música, y pensé que los críos tenían que conocer a un niño que era un prodigio en este campo e inculcarles el gusto por la música.” Quizá porque a ella, que se le pone la piel de gallina cuando escucha aBach, de pequeña le hubiese gustado ser música y tocar el piano. “No tuve la ocasión de aprender y es un frustración que me ha quedado…”

La madre de Las Tres Mellizas cree que en todos los personajes habita una parte de su creador. “Más o menos escondido, todos dejamos una parte de nosotros mismos en ellos.” Está comprobado. Quien entre en la vida de Roser Capdevila corre el peligro de acabar convertido en un dibujo animado. “¡Aaaah! ¡Esto nunca se sabe! Aunque al final todos mis personajes se acaben pareciendo bastante, siempre me inspiro en gente que veo por la calle, en vecinos de la escalera o de la casa de al lado…” Se inspiró, por ejemplo, en su maestra Pilar, que no la dejaba dibujar, para inventar a la Bruja Aburrida, como se inspiró en Ana, Teresa y Helena, sus tres hijas, para dar vida a uno de los tríos más famosos de la televisión. “¡Parece que no hayas hecho nada hasta que no entras en el mundo de la televisión!”

Sus hijas tienen ya 40 años: una es arquitecta, otra diseñadora gráfica y otra trabaja en Cromosoma, la productora de series de autor como Las Tres Mellizas. Y, aunque su madre reconoce que “el embarazo fue tremendo”, más adelante le compensó el sufrimiento. “Eran muy espabiladas. El biberón se lo tomaron siempre solas: se lo enrollaba con una toallita aquí, junto al cuello, y chup-chup-chup-chup-chup”. Aunque tuviese que dejar su trabajo como profesora en la Roser Capdevila en la Biblioteca de Catalunyaacademia Omar, la maternidad fue una de las etapas más importantes de su vida: “Creo que todas las mujeres tenemos esta gran suerte de poder ser madres y dedicar unos años a nuestros hijos.” Y después de los hijos, los nietos: “¡Tengo 7! ¡Y todos chicos! De todas las edades, desde los 2 a los 15 años.” Pero parece que éstos le dan menos trabajo que el que le dieron en su momento las tres mellizas: “Hoy vendrán dos a comer, pero no abusan demasiado de la abuela canguro.”

De forma que siempre le queda tiempo para ir de excursión. Para coger el Smart con su marido y salir a descubrir nuevos rincones. Quizá por eso, de pequeña en la escuela, además de dibujar, la asignatura que mejor se le daba era la de Geografía. “Las matemáticas no me gustaban nada. Lo mío era rodar por el mundo a través de un mapa. Sabía un motón de geografía, ¡pero ahora no me acuerdo de nada! –exclama llevándose las manos a su cabeza rizada –. Además, ¡han cambiado tanto las fronteras desde entonces!”

Para las mellizas no parece haber ninguna frontera, ya que la serie ha llegado ya a 158 países distintos, aunque en algunos de ellos hayan tenido que pasar censura. “Al-Jazeera censuró 50 capítulos de los 104 que les vendimos: que sis e veía en el fondo una iglesia con una crucecita, que si los tres cerditos no porque allí está prohibido…” Fue el hecho de que en un país donde “las mujeres no son nada” se interesara por una serie protagonizada por niñas lo que llevó a Cromosoma a decidirse para vender la serie a la cadena árabe.

Después de haber dibujado 104 episodios de Las Tres Mellizas, la ilustradora asegura que la serie ya se ha acabado, y no contempla la posibilidad de adaptarse a la animación en 3D. “En algunos capítulos ya me han puesto tres dimensiones, pero yo no soy nada amante del 3D. ¡Es una cosa tan manipulada! Los dibujos tienen que parecer dibujos.” Y 2.300 dibujos a tinta coloreados son los que la ilustradora acaba de donar a la Biblioteca de Catalunya, entre los que se encuentra la primera aventura de las tres niñas, publicada en 1983. Así es como Roser Capdevila se ha asegurado que sus tres mellizas, sus vecinos de escalera y su maestra aburrida sigan siempre con vida.

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