ENTREVISTA CON MINE KAWAKAMI: «SIEMPRE QUE BEBO UNO DE MIS VINOS PREFERIDOS, BUSCO SU SONIDO EN EL PIANO»

Mine Kawakami en el piano

De pequeña, en Nagoya, soñaba con ser dibujante de manga; pero los deseos frustrados  de toda una generación de supervivientes de la Segunda Guerra Mundial –la de sus padres –harían que ella y muchas otras japonesas se convirtieran en pianistas a los 3 años de edad. “Mi madre siempre había querido ser pianista. Y, en aquella época, era la moda: de cuarenta niños que éramos en clase, ¡más de treinta teníamos un piano en casa!”. Desde entonces, Mine Kawakami usa las teclas del piano para dibujar, y uno de sus últimos lienzos, O Meu Camiño, lo podremos escuchar el próximo 6 y 7 de mayo en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.

Mine Kawakami en el bosqueSe trata de piezas musicales inspiradas en los paisajes, en las gentes y en los peregrinos que año tras año transitan por el Camino de Santiago. La primera vez que Mine recorrió el Camino, hace ocho años, lo hizo casi sin querer y al revés. “Es que soy muy desastre yo… –reconoce la compositora – No tenía intención de hacerlo. Fui a Santiago para otra cosa y, al llegar, me quedé completamente impactada con la energía que llevaban en las mochilas todos aquellos peregrinos.” Así que decidió convertirse, sin más demora, en uno de ellos. “Empecé mi camino desde Compostela, pero tenía que irme a Japón y no tuve tiempo suficiente para llegar hasta Roncesvalles… Pero regresé en otra ocasión para completar el cachito que me quedaba.” Quizá, si no se parase tanto por el camino para escuchar nuevos sonidos que después reproducirán sus dedos con agilidad, no tardaría tanto en llegar. “La gente me dice que soy imposible, y no quieren caminar conmigo porque me detengo cada dos por tres –confiesa la artista –. Una mañana, justo antes de amanecer, el bosque estaba lleno de pájaros. Nunca había oído algo así en mi vida, no me quería perder aquél sonido maravilloso y… ¡no pude andar!”

Cuando Mine descubrió el Camino de Santiago, era prácticamente la única peregrina japonesa que se podía encontrar por allí. Sin embargo, desde que el Camino de Kumano, en el sur de Kioto, y el Camino de Santiago acordaron promocionar conjuntamente ambas rutas de peregrinación, la pianista disfruta topándose con sus paisanos por las tierras del apóstol. “Nosotros también tenemos la costumbre de hacer caminos de peregrinaje y, gracias a la hermandad con Kumano, el Camino de Santiago se ha hecho muy famoso en Japón –explica la concertista –. No sabemos por qué nos gusta tanto, pero nos gusta. Es un poco como el flamenco…”

Mine Kawakami posando en un caminoAunque algunos de los compositores que más han influido en su obra son Beethoven, Schumann y Brahms, Mine Kawakami siente una especial debilidad por la música andaluza y la guitarra de Vicente Amigo. “¡Como todos los japoneses! –ríe a través del auricular –. Creo que tenemos algo en común… Quizá algún ritmo, el alma, la espiritualidad… Algo que hace que, sin entender lo que están cantando, nos guste intuitivamente.”

Y fue precisamente la intuición la que hizo que una japonesa que estaba estudiando en el Hochschule für Musik de Munich acabase en el Conservatorio Superior de Música de Madrid. La primera vez que vino a España tendría 3 años. “Fuimos en coche desde Alemania, donde mis padres estaban dando clases de pintura en una universidad.” Pero fue hace 15 cuando la gente, la comida y la música española le robaron el corazón. “Es uno de los países con más sonidos que conozco –dice una persona acostumbrada a viajar dando conciertos por todo el mundo –. El primer sonido que escuché al llegar a Barajas fue la música de los taxistas. Ahora ya no tanto, pero entonces… ¡cómo gritaban!”

Cartel del concierto de Mine Kawakami en el Teatro Fernán Gómez de MadridSin embargo, para Mine, el sonido no es sólo lo que se percibe a través de los oídos. “El sonido también puede ser un olor… un color… –expone la compositora de una colección inédita de sonidos de vinos españoles – “Cada copa tiene un color, un dibujo y una música distinta. Siempre que bebo uno de mis vinos preferidos –un Rioja, un Toro o un Ribera del Duero –, busco su sonido en el piano. Y es muy curioso porque, cuando, pasado un tiempo, vuelvo a probar ese mismo vino, busco de nuevo su sonido y lo comparo con la composición anterior, ¡suena igual! Es increíble…”

Mine Kawakami no se atrevió a componer hasta los 22 años, cuando sufrió una fuerte lesión en su mano derecha que le impidió durante algún tiempo tocar el piano. “No podía escuchar música clásica, porque me entristecía mucho el pensar que nunca más podría volver a tocarla… Hasta que un día, después de haber llorado muchísimo, fui a comprar partituras en blanco y empecé a dibujar notas para expresar mi tristeza. De repente, ¡me di cuenta de que estaba tocando el piano! ¡Y no me dolían los dedos!”

Y así empezó a componer… Bueno, a dibujar, porque para esta pianista con genes pictóricos las teclas del piano son pinceles de colores y sus conciertos, cuadros de sonido audiovisuales. “Me gusta mucho dibujar, y alguna vez he participado en concursos de comics… Pero, claro, como mis padres son tan brutales con la pintura, siempre me dicen que para esto no tengo talento… Que mejor que yo me dedique a tocar el piano.”

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