EL VIAJE ÍNTIMO DE LA LOCURA

Roberto Iniesta, Extremoduro, rock urbano, sucio, transgresivo. Son asociaciones tan lógicas que llegan a ser casi automáticas para el que ha escuchado a este músico, creador del mítico tema ‘Jesucristo García’, entre otros. Y seguramente que todos, los que ya conocen a Roberto Iniesta, se habrán sorprendido cuando, hace menos que dos años, fue presentada su primera novela El viaje íntimo de la locura. Un libro que extraña, tanto para bien como para mal, al lector. No me refiero solamente a este grupo de lectores que, teniendo un perspectiva más amplio por conocerse al estilo de música de Extremoduro, guarda algún recelo y espera de antemanO encontrar en el libro ciertos lenguaje, trama e ideología.

 

Para cualquiera que tiene en sus manos El viaje íntimo de la locura y se ha leído las primeras 100 páginas sobre la vida del rutinario y desesperadamente soso notario don Severino, llega una transición narrativa inesperada. Pero este brusco cambio no da valor adicional a la historia, en que, con un tono moralizador y parabólico, se revela la transformación que puede tener el ser humano cuando está arrancado do de su realidad.

En un intento de construir una fabula característica del realismo mágico, Roberto Iniesta, de tono neutro y sin destacar demasiado a los elementos fantásticos, construye un mundo imaginario en que su personaje encuentra la dificultad en volver a adaptarse a su vida diaria.

El viaje íntimo de la locura se puede dividir en tres partes, sin contar el prólogo y el epílogo del autor. El libro sigue una cronología lineal, injertada de detalles mágicos, metáforas y lenguaje poético, pero falla por su superficialidad narrativa, el abuso de estereotipos psicológicos y la injustificada transformación personal del personaje principal.

Don Severino, último de una larga saga de grises notarios de provincias, se resiste con todas sus fuerzas a modificar su rutina y no disfruta con su vida, pero su mayor problema es que apenas se conoce a sí mismo. Esta es la conclusión a la cual, ayudado y guiado por el autor, rápidamente llega el lector leyendo la primera parte del libro. La manera en que Roberto Iniesta impone su visión sobre don Severino es demasiado agresiva, no tiene la delicadeza de descubrir poco a poco al personaje principal, dejando al lector ir conociéndole por si mismo.

A lo largo del libro, el notario está arrastrado en una inesperada aventura, sigue viviendo en su casa pero cambia de alrededor totalmente. Empieza a vivir una vida verdadera, debido al hecho de que su vivienda de repente se despega de la tierra y le ofrece un viaje desquiciante en que sus conceptos cambian totalmente. Así que el lector se encuentra con un nuevo Don Severino, una persona libre, no interesada en lo material, asentada en la selva, donde su casa ha elegido asentarse, y amigo de los animales. Encuentra a una bióloga y vive un romance y apasionado con ella y quizás, acaba feliz.

Esta historia tan trivial, que a pesar de la conseguida metáfora del viaje, ha sido pensada con un mensaje principal – la importancia que tiene el conocerse a sí misma, yendo contra y a través del mundo, para poder elegir lo  uno es y lo que de verdad le hace feliz. Pero el lector se queda con una sensación de flojera en la narrativa y de autosupresión expresiva. No se deduce el realismo social y revolucionario que uno puede palpar entre las letras de Extremodurol. En el Viaje íntimo de la locura, Robertio Iniesta hace un cuestionamiento de la “verdad” pero de una de manera tan deliberada que quita la autoridad de la propia novela. Su turbulento pasado le habrá provocado un cambio personal, los años han suavizado el ímpetu transgresor. Pero no es solo esto lo que convierte el libro en una historia de clichés y fácil de leer. El respetuoso cambio que vive don Severino mutila el libro y le priva de autenticidad, así como algunos tratamientos psiquiátricos pueden mutilar a una persona con el fin de hacerla más socialmente aceptable.

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