El universo crítico y estético de Daniel Canogar renace en ‘Fluctuaciones’

Cannula de Daniel Canogar

La nueva retrospectiva de Daniel Canogar, reflexiona sobre la tecnología muerta y existente y pone de manifiesto la aceleración del tiempo y la cantidad de información que nos inunda. En total, 24 obras envueltas en fugacidad y decadencia que podrán verse en la sala Alcalá 31 hasta el 28 de enero

 

Penumbra, soledad, silencio. Unas luces a lo lejos activan algunos sentidos aletargados. La nada se ha convertido en cables que corretean hasta perderse, que se esfuman sin ningún motivo en pleno clímax luminoso para iniciar nuevamente su frenético ciclo. Un baile hipnótico, centelleante a veces, que se disipa para volver a resurgir. Como el constante destino de un ave fénix que regresa a la vida tras un susurro de llamas y calor. Esta instalación artística se llama, Pneuma5 (2009), una experiencia visual que surge a partir de un cable de teléfono y una videoproyección en bucle, y que conforma la primera pieza de la exposición titulada Fluctuaciones de Daniel Canogar. Un artista madrileño de 53 años que, a través de los aspectos visuales de la fotografía, el video o la instalación, ha creado esta muestra que analiza los cambios tecnológicos dejando cierta nostalgia en los dispositivos del pasado. En total 24 piezas envueltas en una belleza intrigante y un discurso demoledor, que permanecerán expuestas hasta el 28 de enero en la Sala Alcalá 31 de Madrid.

Pneuma 5 (2009) de Daniel Canogar
Pneuma 5 (2009) de Daniel Canogar | Foto: Elena Andrés

 

Guiado por la intuición y con los ojos maniatados, el visitante se arrastra con pies torpes hasta la siguiente obra, Sikka Ingentium, aún más singular e imponente que la anterior. En la sala dos paredes oscuras y enfrentadas van desvelando sus secretos tras unos segundos de espera. Los 2.400 dvds de películas de uno de los extremos comienzan a iluminarse con una proyección para que la luz y el color resultantes viajen a la pared de en frente, antes completamente desnuda, para convertirse en un mosaico audiovisual totalmente abstracto. El mensaje de fondo es directo, una voz que se alza sobre las otras para recordarnos que las películas en video están empezando a morir. Como si la imagen de la pared fuera el residuo a su vez del inconstante latir de un formato en desuso. Una creación que de forma aleatoria o tal vez no tan casual, se ha convertido en la columna vertebral y sustento de esta muestra de Canogar.

Y dejando de lado la sala donde descansa el pasado inerte, el público constata a través del mural titulado Cannula, que no hay límites a la hora de crear arte. Esta plataforma alargada conectada a internet descarga en tiempo real los videos más visto en YouTube para crear una composición líquida en continuo e imperfecto movimiento. Animación generativa que se deforma a gusto aleatorio y que pone de manifiesto lo incansable que es el flujo digital. En cambio, otras obras como Ember o Troposhere, que utilizan paneles de LED inciden en la ingente cantidad de información que llega cada segundo para concienciar a la sociedad acerca de la contaminación atmosférica o los incendios activos que hay por todo el planeta. Ventanas abiertas que asoman al público a realidades distintas para dar visibilidad a problemas que muchas veces no se quieren ver.

 

Sikka Ingentium de Daniel Canogar | Foto: Elena Andrés
Sikka Ingentium de Daniel Canogar | Foto: Elena Andrés

 

Sin embargo, más obras beben del ingenio de esta técnica digital. La serie Draft recopila los textos fundacionales del sistema democrático y los distorsiona a tiempo real en función de la dirección e intensidad del viento de las ciudades donde se crearon estos textos. De esta forma, la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la Constitución Americana se mezclan como si cientos de botes de pintura hubieran tropezado en el mismo espacio al ritmo de ninguna canción. Así, estas estructuras metalizadas se envuelven con la piel de las Cartas Magnas de todos los rincones y se dilatan al compás del viento. Ocurrentes ideas que Daniel Canogar explora para abrir la puerta al arte de lo imposible. Un imaginario que parece besar a lo absurdo y despeñarse por un precipicio para sorpresa de quien observa.

Y de la espectacularidad de lo inverosímil, una pared oscura al fondo de la sala nos traslada a otra dimensión a través de una cortina vertical creada a base de datos financieros. Un portal a un mundo virtual con sabor a Matrix que no deja de correr en función de las cotizaciones de 383 fondos. Cientos de colores que se elevan y descienden en una armonía incierta en función de la gama cromática de las principales monedas del mundo. Y tras unos minutos toda esa ficción da paso a una nueva imagen, un collage en movimiento en el que cientos de dedos se mueven en una danza hipnótica cuyo sentido sobrevuela las conciencias originando en cada uno su propio significado.

La ultima serie Small Data se refugia en los estercoleros del ayer a través de dispositivos electrónicos recogidos en contenedores, chatarrerías y centros de reciclaje. Fragmentos de una impresora, de una Game Boy, mandos de televisión, un reproductor de VHS…Piezas abandonadas  y rotas que un loco ha vuelto a recomponer prudentemente por medio de una proyección cenital con el objetivo de darles vida. Una escenografía sencilla formada por baldas de madera blanca y un haz de luz que cae desde arriba que consigue dotar a cada pieza de protagonismo. Una pequeña función con un aire fantasmal, un reino roto, para muchos inservible, que el artista recrea como homenaje a lo que alguna vez fueron estos objetos.

Fluctuaciones no es solo una muestra curiosa que despierta las intrigas de los que se pasean por sus pasillos en completa penumbra. No va al galope de la originalidad con el deseo de ser único o diferente. Detiene al público con imágenes sorprendentes para susurrarles al oído que están perdiendo la memoria y que el frenesí actual conlleva sus riesgos. Quizás la pérdida de libertad o incluso la progresiva dependencia a la tecnología. En cualquier caso, el mensaje es lo que mueve el interior creativo de Daniel Canogar y es lo que le hace enfrentarse a la tecnología muerta o existente para originar sus pequeñas y grandes criaturas.

 

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