“El verdadero artista no es el que se inspira, sino aquel que inspira a otros”. Estas palabras de Salvador Dalí son perfectas para ilustrar la importancia de su obra en el mundo de la moda. Tanto en vida como en la actualidad su presencia es indiscutible, aunque en ocasiones, esta faceta del pintor catalán es desconocida para muchos.
Con motivo de la exposición Dalí. Maestro en metamorfosis, que recoge una serie de bocetos para una línea de ropa, y que se presenta en la Galería de arte Mayoral de Barcelona hasta el próximo 29 de febrero, hemos querido repasar la prolífica incursión en la moda de Salvador Dalí, así como su influencia en diseñadores posteriores.
Ilustraciones para revistas de moda, trajes de baño o joyas, forman parte de esta faceta del artista, en la que, sin duda, lo más destacable es su colaboración con la diseñadora Elsa Schiaparelli. “La italiana”, como se refería a ella Gabrielle Chanel, fue la diseñadora surrealista por excelencia y, además de con Dalí, colaboró con otros surrealistas como Jean Cocteau. El tándem que formó con el pintor de Cadaqués dejó algunas de las creaciones más memorables de la moda del siglo XX.
Uno de ellos es el famoso vestido langosta de 1937, inspirado en el teléfono langosta de Dalí y que vistió Wallis Simpson en una sesión fotografiada por Cecil Beaton. Años más tarde, para la Gala anual del Met, Miuccia Prada homenajeó a Schiaparelli con un diseño claramente inspirado en ella. Otro diseñador que estudió esta colaboración fue el brillante Alexander McQueen. En su colección primavera/verano 1999 (Hunger) presentó un corsé simulando una espina dorsal que recordaba al vestido esqueleto creado por Dalí y Schiaparelli, realizado con acolchado en seda negra.
Mención especial merece también el vestido lágrima, que intentaba representar pedazos de carne animal despellejada. También el sombrero zapato, que surgió de una fotografía de Dalí con unos tacones en la cabeza y en el hombro. La propia Schiaparelli usó el sombrero en alguna ocasión, y fue fotografiada por Georges Saad.
Nightmare es el título que le otorgó a su línea de trajes de baño presentada en París. Extravagantes piezas, que se asemejan a un caleidoscopio y dan cuenta de la visión lúdica de la vida del pintor catalán.
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Fue también el encargado de diseñar los trajes y el decorado para distintos ballets, entre los que destaca Bacchanale, coreografiado por Leonide Massine en 1939 y representado por el Ballet Ruso de Montecarlo.
Sus dibujos coparon las portadas de la edición americana de la revista Vogue en cuatro ocasiones y también diseñó varias piezas de joyería. Una de ellas, El ojo del tiempo, basado en la persistencia de la memoria, y la otra, Ruby Lips, un broche inspirado en el sofá de labios de Mae West. Adaptaciones de estas piezas de joyería, especialmente El ojo del tiempo, han aparecido en las colecciones de varios diseñadores en las últimas temporadas, como, por ejemplo, en las de la propia casa Schiaparelli y también en el desfile de primavera 2016 del nuevo Gucci de Alessandro Michele.
Algunas casas de joyería, como la de la italiana Delfina Delettrez, han presentado en más de una ocasión colecciones con motivos recurrentes de la obra de Salvador Dalí.
Son muchos los diseñadores que han bebido y siguen bebiendo del surrealismo del pintor catalán. Él supo encarnar como pocos la relación entre arte y moda, y elevó piezas de ropa a la categoría de obras de arte.
